En Estados Unidos hay una polémica por la creciente implantación en el cuerpo humano de microcircuitos de identificación que sirven tanto para el control de empleados como para acceder a la historia médica de sus portadores. Diversas asociaciones de derechos civiles han protestado contra lo que consideran un nuevo paso en la invasión de la intimidad de los trabajadores. Por su parte, sus fabricantes insisten en que es una tecnología avanzada y de usos múltiples.
Una empresa de videovigilancia, «Citywatcher», es la primera que ha empezado a utilizar los chips para controlar el acceso de sus empleados a las zonas de seguridad restringidas de la compañía. Estos microcircuitos son obra de la empresa «VeriChip», filial de «Applied Digital Solutions», de Palm Beach (Florida), que en octubre de 2004 recibió el consentimiento por parte de la Dirección de Alimentos y Fármacos de Estados Unidos (FDA) para comercializar el producto.
La compañía trabaja fundamentalmente sobre dos aplicaciones de esta tecnología: para identificación, como en el caso de «Citywatcher», y para su utilización en hospitales, explicó John Procter, portavoz de «VeriChip». Además de estos usos, Procter recordó que la Secretaría de Justicia mexicana ya utiliza este tipo de tecnología para identificar a sus empleados.
Sin embargo, esta tecnología futurista tiene cada vez más detractores. Entre ellos está «Profesionales de la tecnología por la responsabilidad social», un grupo ubicado en Palo Alto (California), que protesta por lo que consideran «una pésima iniciativa». «La sola idea de llevar algo implantado en el cuerpo, que no se puede apagar, supone una invasión total de la intimidad», aseguró Lisa Smith, miembro de este grupo.