Mantener a salvo los datos almacenados en el ordenador se está convirtiendo poco menos que en un reto para los usuarios. Y es que los virus informáticos se han extendido por la Red este año con más profusión, si cabe, que en 2002. En España, concretamente, la incidencia de los virus ha crecido un 1,87% respecto a 2002, según el Centro de Alerta Temprana sobre Virus y Seguridad Informática (CAT).
El número de alertas de virus que se han lanzado en los últimos tres años ha permanecido prácticamente inalterable, como refleja un informe elaborado por TrendLabs, la red mundial de investigación y soporte técnico de la empresa de seguridad Trend Micro. Sin embargo, se puede observar una evolución en la forma de atacar. Inicialmente, el código malicioso se trasmitía por medio de disqueteras, archivos infectados que se enviaban a otras personas o que se encontraban almacenados en recursos de acceso compartido.
Actualmente, los programadores de virus han descubierto una forma mucho más rápida de actuar, los envíos masivos, los conocidos «gusanos», programas que hacen copias de sí mismos. A esto se suma que los piratas informáticos (hackers) han encontrado la forma de utilizar el ancho de banda del propio usuario para difundir sus códigos infectados más rápido y en un radio mayor de acción.
De hecho, en el periodo comprendido entre 2001 y 2003, el cien por cien de las infecciones presentaron características propias de «gusanos». Las vulnerabilidades de los sistemas han resultado un filón para los creadores de virus, para quienes no es difícil penetrar en servicios de publicación web como Internet Service de Microsoft o Apache, y aprovechar estos «agujeros» para provocar la autoejecución de ficheros infectados adjuntos a mensajes de correo electrónico. Precisamente por este motivo, se han introducido mejoras importantes en el filtrado de archivos adjuntos, pero aún así éste sigue siendo el método de difusión más eficaz.
Navegación accidentada
El resultado de este combinado es que la navegación por Internet en el último año ha sido, cuanto menos, accidentada. Los ataques de virus como «Blaster», «Sobig» o «Nachi», que se dejaron sentir sobre todo entre agosto y septiembre, pusieron en evidencia a Microsoft al revelar numerosos fallos de seguridad en sus programas. El primero en aparecer fue «Blaster», que a través de un «agujero» en los sistemas operativos de Windows XP y Windows 2000, atacaba a la página desde la que los usuarios de Microsoft se descargaban los parches de seguridad. Este virus infectó a más de medio millón de ordenadores de todo el mundo, según la compañía de seguridad informática Symantec. Cuando los efectos de «Blaster» aún no se habían extinguido, la versión «F» del gusano informático «Sobig» comenzó a hacer de las suyas, enviando «spam» de manera anónima.
Estos y otros virus causaron pérdidas a usuarios y empresas que la revista «Business Week» cifró en más de 10.000 millones de dólares. Uno de los principales afectados, por lo menos en lo que a publicidad negativa se refiere, fue Microsoft, que llegó a ofrecer recompensas de hasta 250.000 dólares para quien le ayudara a capturar a los autores de los virus. En esta línea, Microsoft ha anunciado además que revelará por primera vez el código fuente de Windows a seis universidades japonesas que trabajan en las formas de detectar virus escondidos en el interior de correos electrónicos, según ha informado el rotativo nipón «Nihon Keizai Shimbun».
El gigante informático reconoció a principios de diciembre que, pese a todo, los creadores de virus «hasta ahora se están saliendo con la suya, están ganando por un margen considerable». Con recompensas o sin ellas, lo que está claro es que si es difícil encontrar al creador del virus, más complicado aún es localizar el «agujero» del sistema antes que él. Los piratas cada vez son más rápidos y cuando las compañías descubren un fallo en su producto suele ser demasiado tarde.