Las discográficas parece que van a tener que resignarse a bajar los precios de los discos si quieren luchar contra la piratería. Universal, la mayor discográfica mundial, ha sido la primera en dar este paso y ha decidido reducir drásticamente sus precios para animar a los clientes a comprar música en las tiendas, una decisión que puede arrastrar a otros grandes sellos.
Universal Music Group anunció la semana pasada que a partir del 1 de octubre los discos de sus artistas costarán hasta un 32% menos. Según explicó la compañía, esta decisión -que implica que los discos que ahora cuestan en torno a 17 euros se vendarán por menos de 12- tiene como objetivo recuperar el mercado que considera «robado» por los lugares de intercambio gratuito de canciones (P2P). «Estamos inmersos en una terrible situación, en la que están robando nuestra música», dijo Doug Morris, director ejecutivo de Universal. A la influencia de los lugares de intercambio de música se suma la facilidad para grabar los CD´s y la competencia de los DVD´s. Todo ello hizo que las ventas de discos se redujeran un 15% desde 2000 hasta 2002, según fuentes del sector, que indican que la decisión de Universal pronto puede mover a los otros grandes sellos -BMI, EMI, Sony y Warner- a tomar iniciativas similares.
Algunos expertos piensan que la estrategia de Universal hará que la gente vuelva a gastarse el dinero en los canales tradicionales. Sin embargo, otros creen que la discográfica sólo está colocando sus productos como más baratos, y no como mejores. «El precio comunica algo muy importante al consumidor. A veces es el valor, a veces es que el producto no merece la pena», afirma el analista Barry Sosnick, para quien, cuando se reduce el precio del producto, el consumidor tiende a considerarlo de menos calidad.
Las discográficas norteamericanas llevan meses luchando para impedir que los internautas intercambien música por Internet, a través de los conocidos programas P2P. Pero muchos expertos creen que la música no debería ser un producto elitista, y recuerdan que buena parte de los usuarios no se bajarían ficheros de Internet si el precio fuera más razonable.
En la década de los 90, los grandes sellos llegaron a un acuerdo para fijar el precio de los discos. A raíz de esto, 43 estados norteamericanos demandaron a las cinco mayores discográficas por haber fijado los precios artificialmente y al alza entre 1995 y 2000. A partir de ahí, muchos usuarios utilizaron la noticia de que las discográficas habían inflado sus precios como justificación para bajarse canciones de Internet.
Por otra parte, la RIAA, asociación que reúne a los principales sellos discográficos del país y que lanzó hace unos meses una intensa campaña contra los usuarios individuales, ha prometido no perseguir a los internautas que intercambian canciones «online» si se «portan bien» y borran todos los archivos que se hayan descargado.
Mientras tanto, un grupo comercial de la RIAA anunció que ha demandado a 261 particulares de quienes se cree que han distribuido cientos de canciones a través de Internet sin permiso, y dijo que estaban en camino muchas más acciones legales.