Pese a la fumigación y otros métodos alternativos de exterminio, cientos de peregrinos que visitan los albergues del Camino de Santiago a su paso por León aseguran que una plaga de chinches se extiende también por estas instalaciones.
Estos insectos hemípteros, de color rojo oscuro, cuerpo muy aplastado, casi elíptico, de cuatro o cinco milímetros de largo, antenas cortas y cabeza inclinada hacia abajo constituyen una especie nocturna, fétida y sumamente incómoda, pues chupa la sangre humana taladrando la piel con picaduras irritantes, lo que provoca en los peregrinos grandes molestias y picores. Una persona puede llegar a llevar más de cien picaduras en su realización de la Ruta Jacobea.
La presencia de estos bichos «resulta inevitable», señalan desde el albergue Nicolás de Flue, en Ponferrada. A pesar de ello, «en este albergue parroquial no hay», según afirmó uno de los responsables de la hospedería, Rafael Canseco, en relación a los peregrinos que llegaron comentando su lucha contra las chinches.
La misma fuente defendió la limpieza de sus instalaciones. «Además de acogimiento tanto físico como religioso, ofrecemos limpieza a los visitantes», señaló Canseco, que consideró que lo de las chinches es una «serpiente de verano» a la que se recurre cada cierto tiempo. Estos molestos insectos se evitan con «una óptima limpieza y desinfección diaria», explicó.
Por su parte, la presidenta de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Mansilla de las Mulas, Estefanía López, indicó que «es una plaga bastante fuerte en todo el Camino». Los insectos no llegan únicamente de la ruta francesa, sino «también de la Vía de la Plata», precisó. «En Mansilla han fumigado dos veces y en León han cerrado unos días, tras fumigar, pero no parece efectivo, porque los peregrinos deben venir con bastantes picaduras y acompañados de chinches», apuntó López. El cierre de todos los albergues a la vez, para buscar la extinción total de la plaga, es a su juicio una posible solución a este problema.