“Oasis con encanto en Granada”, “Alójese en un antiguo convento en pleno centro” o “¿Quiere dormir a los pies de la Sagrada Familia?”. Anuncios como estos aguardan a quienes buscan información sobre alojamientos en la Red. Son apartamentos turísticos que se arriendan entre particulares. Resultan alquileres muy económicos y casi siempre se encuentran en el corazón de las ciudades. Para el turista y el propietario, son muy ventajosos, pero no están exentos de polémica, a tenor de las quejas de vecinos y hosteleros. En este artículo se explica qué son estos pisos, cómo cambian la esencia de los barrios y si, en realidad, son positivos para la economía.
¿Qué es un piso turístico?
Barcelona, Palma de Mallorca, Granada o San Sebastián. Son algunos de los destinos más deseados por los viajeros, que no dudan en recurrir a los apartamentos turísticos para alojarse. Este nuevo fenómeno de alquiler por Internet proporciona beneficios a sus propietarios y ahorro a los visitantes, pero suscita también las quejas de hosteleros y vecinos.
Pero, ¿qué es un piso turístico? Según aclara la arquitecta Cristina Beltrán, una definición sencilla sería «aquel piso, apartamento o casa que, amueblado y equipado en condiciones de uso inmediato, es comercializado y promocionado en canales de oferta turística, para ser cedido en su totalidad por su propietario a terceros, con fines de alojamiento turístico y a cambio de un precio». No hay tanta diferencia con el alquiler tradicional de vacaciones, explica la arquitecta, pues lo que hay es «más flexibilidad en cuanto a los periodos del arrendamiento y al precio del alquiler».
En España hay muchos apartamentos turísticos, para algunos quizás demasiados. Según un informe de la asociación Exceltur, el número de este tipo de viviendas se ha duplicado en menos de un año, al pasar de 10.000 alojamientos con 37.000 camas en 2015, a 20.000 con 74.000 camas en 2016. Y las cifras no hacen sino subir… No hay más que ver las plataformas más conocidas, como Rentalia o Airbnb, para darse cuenta del éxito de estas propuestas vacacionales entre los consumidores.
¿Por qué los apartamentos turísticos son tan polémicos?
¿Y por qué estas viviendas son tan polémicas? ¿Encierran algún peligro? Son muy polémicos «porque implican a numerosos agentes de la sociedad», señala Beltrán. Propietarios, inversores inmobiliarios, hosteleros, otros profesionales del ámbito turístico, vecinos, comunidades de propietarios y asociaciones locales tienen intereses contrapuestos y, «como en cualquier otro asunto en el que se intente buscar consenso, la dificultad se incrementa cuanto mayor es el número de colectivos implicados», advierte.
Numerosas voces manifiestan que la proliferación de estos pisos supone un grave peligro para la ciudad y sus habitantes (caso del Ayuntamiento de Palma de Mallorca, entre otros), alegando entre otras cuestiones que, ante la falta de oferta de alquiler residencial, los precios se disparan. Asimismo, el informe ‘Perspectivas turísticas’ de Exceltur, publicado en enero de 2017, alertaba de que el crecimiento descontrolado de estos apartamentos en urbes como Barcelona, Ibiza, Mallorca o Valencia genera problemas de convivencia ciudadana. Y una razón más para denostarlos: si las viviendas de alquiler ocupan el centro, se empuja a los residentes tradicionales a abandonar el barrio y realojarse a las afueras de las grandes ciudades.
Sin embargo, estos apartamentos también tienen defensores. Estiman que se trata de una opción positiva y que la convivencia con casas rurales, de huéspedes, hostales y hoteles de todas clases y categorías es posible. «Estamos ante un mercado más diversificado y más eficiente. Se ajusta mejor a las necesidades del consumidor», indica la arquitecta.
¿Gentrificación o dinamismo? Cómo cambian la ciudad los pisos vacacionales
¿Cambia una ciudad debido a la presencia de apartamentos turísticos? Sí. «Inevitablemente, este tipo de fenómenos masivos cambia la morfología y la estructura de nuestras ciudades». Estas palabras de Cristina Beltrán se refieren al ya conocido efecto de la gentrificación, un proceso de transformación de un espacio urbano que provoca un aumento del valor de las propiedades inmobiliarias y, por ende, del precio de la renta de alquiler de las mismas. «El casco urbano histórico y sus alrededores acaban siendo ocupados por las clases sociales con mayor poder adquisitivo», apunta.
Almudena Ucha, directora de Rentalia, afirma que el alquiler vacacional «no es diferente a cualquier actividad económica y dependiente del turismo». Una concentración de manera descontrolada en algún barrio «puede afectar a su ADN», reconoce, pero también matiza que, por ello, las propuestas regulatorias deberían enfocarse en «optimizar la distribución de la oferta», de modo que no afecte a las zonas más céntricas de las ciudades, «sin sacrificar el volumen de oferta ni la riqueza aportada por esta actividad».
Entonces, ¿son positivos para la economía? Teniendo en cuenta que son una forma de economía colaborativa, «brinda importantes oportunidades a los ciudadanos y a los consumidores al beneficiarse de más oferta y de precios más bajos», explica la arquitecta. Basándose en la Resolución del Parlamento Europeo sobre una Agenda Europea para la economía colaborativa, estima que crea nuevas e interesantes oportunidades empresariales, crecimiento y empleo e incrementa la eficiencia del sistema económico y lo hace más sostenible en los planos social y ambiental, permitiendo una mejor asignación de los recursos y activos que, en caso contrario, se infrautilizarían.
¿Qué futuro tiene el turismo de pisos vacacionales? Aunque es imposible predecirlo, “resulta prometedor, con las lógicas disyunciones iniciales”, asegura la arquitecta Cristina Beltrán. Porque, más allá de los conflictos legales, este tipo de intercambio rebaja los costes, aproxima a los consumidores y a los prestadores del servicio y emplea las nuevas plataformas de relación social.
A ello hay que añadir que, en un contexto de crisis, la flexibilidad de este mercado se adapta bien a las necesidades de los consumidores. En tiempos de bonanza era fácil alquilar apartamentos por largos periodos de tiempo. Hoy no. Son necesarias duraciones más cortas (semanas o días), con precios asequibles. Y eso es lo que brinda este tipo de viviendas, que da la oportunidad de viajar a muchas personas que no lo harían de no poder alojarse así. Y, como explica Almudena Ucha, directora de Rentalia, favorece la llegada de extranjeros, pues “sin este modelo de alojamiento muchos turistas no vendrían a nuestro país”.