Precio, metros cuadrados, la zona en que se encuentra, servicios cercanos como escuela, parque, biblioteca… Y, por supuesto, su condición de interior o exterior, un hecho que puede ser decisivo para inclinarse por un piso u otro. Pero aunque son más caros, y generalmente más codiciados, los pisos exteriores son relegados en ocasiones -especialmente en las grandes ciudades- por aquellos que no dan a la calle, debido a que estos soportan menos ruidos y contaminación.
Un piso lleno de luz… pero también de ruidos. Una casa interior acogedora, cuyas dependencias dan a un patio, con poca luz aunque suficiente, y sin escuchar sirenas y cláxones día y noche… Comprar un piso es una de las decisiones más importantes que se deben tomar a lo largo de la vida, y aunque «a priori» la batalla está ganada por los exteriores (de hecho hay más demanda, y son más caros), son muchos los defensores de los pisos interiores, cuyo precio es considerablemente inferior y en los que se goza de mayor tranquilidad. En ciudades como Gran Canaria, según los expertos, un piso puede ser hasta 4.000 euros más barato si está orientado al interior; en Albacete, una casa de 70 metros cuadrados y dos dormitorios cuesta hasta 10.000 euros menos -en el mismo inmueble- si sus habitaciones no dan a la calle. El precio de los pisos exteriores también sube en función de la vía a la que den las ventanas (no es lo mismo una vía principal que una lateral), y la planta en la que se encuentren situados.
Además del precio, las viviendas interiores tienen otros encantos, e incluso hay algunas que dan a un «patio de manzana», por lo que en ellas se goza de mucha luz sin la necesidad de estar expuesto a la contaminación ambiental y acústica. Pero, realmente, ¿qué se entiende por piso exterior y por piso interior?
Piso exterior: Son aquellas viviendas situadas dentro de un edificio que cuentan con ventanas orientadas hacia una vía pública en todas las habitaciones principales. Esto no implica, no obstante, que dentro de esta consideración no se incluyan aquellas casas donde los baños o la cocina dan a un patio interior.
Piso interior: Son las viviendas en las que todas las habitaciones están orientadas hacia un patio interior, en general sin luz.
Una diferenciación tan tajante obedece más a las viviendas de segunda mano, ya que en los últimos años y ante la necesidad de aprovechar el suelo, en las grandes ciudades se construyeron muchos pisos orientados por completo a patios interiores de escasas dimensiones. En las poblaciones pequeñas esta tendencia no se dio de manera tan marcada, puesto que la necesidad de ahorrar espacio no era tan apremiante como en los centros urbanos. En las casas de nueva construcción, sin embargo, es difícil encontrar un piso en el que absolutamente todas las estancias den a un pequeño patio común interior sin salida a la calle, ya que las leyes urbanísticas vigentes recomiendan una serie de metros mínimos que se deben respetar en el caso de que todas las ventanas estén orientadas hacia el interior.
La normativa es variada y compleja; de hecho, las dimensiones que se deben respetar no sólo cambian en función de la comunidad autónoma en que se resida, sino que incluso varían entre unos municipios y otros tal, y como señalan desde el Colegio de Arquitectos de Extremadura. La misma situación se encuentra en Andalucía; en la provincia de Córdoba, por ejemplo, se recomienda que para una construcción de cuatro plantas se cuente con un patio interior que tenga, como mínimo, 60 metros cuadrados.
Luz
La luz es, sin duda, el principal inconveniente para decidirse a adquirir un piso interior, y la gran ventaja de los exteriores. La ley señala la iluminación de una casa como unos de los principales componentes para medir la habitabilidad de un lugar; así, obligatoriamente, todos los espacios considerados como habitaciones (es decir, todos menos baños, pasillos o distribuidores) deberán contar con ventana, tal y como se indica en la página de Código Técnico de la Edificación, desde donde se puede acceder a la legislación vigente en esta materia.
Imagen: Torchondo
No sólo es importante contar con la suficiente cantidad de luz, sino que el inquilino se pueda beneficiar de ella en las mejores horas del día. Para ello es esencial tener en cuenta, además de la distribución del piso, la orientación del edificio. Así, un edificio cuya fachada principal esté orientada en dirección norte no contará con una gran luminosidad -en algunas construcciones incluso se da la paradoja de que, en las plantas más altas, reciben más luz las viviendas que dan a los patios interiores que las que lo hacen a la vía pública-. Si, por el contrario, la fachada o las ventanas están orientadas en dirección sur o suroeste se puede tener la seguridad de poder disfrutar de luz natural prácticamente durante todo el día. Esta particularidad también marcará el precio de las viviendas, y suele condicionar la adquisición de un piso. Aunque no siempre. Hay zonas, como el sur de España, donde la luz de una casa interior y otra exterior no se aprecia tanto porque la mayor parte del año el sol es muy intenso y las casas interiores disponen de grandes patios de luz.
Ruidos y contaminación
Pese a las evidentes ventajas que puede tener una vivienda exterior, el temor a que los ruidos de la calle se cuelen hasta el salón es un motivo de seria preocupación para muchas personas cuando se deciden a comprar una vivienda. Obviamente, no en todas las casas con ventanas a la calle se cuela el ruido que genera la ciudad, ya que también influyen otros factores, como la planta en la que se habite o el tipo de vía junto al que esté situado el inmueble. Si las ventanas dan a una calle muy transitada o una avenida principal, será constante la contaminación acústica de motores y bocinas, a lo que habrá que sumar la polución.
Tal es así que en algunas ciudades las ventanas orientadas a las vías de circulación centrales deben estar constantemente cerradas; el humo de los coches, autobuses y camiones tiene un efecto inmediato sobre la casa: multiplica el polvo. Otro inconveniente es que reduce la calidad del aire que se respira y, por ende, afecta a la salud. La presencia de la contaminación en las grandes ciudades españolas ha sido cifrada con un coste de dos años de vida menos para sus habitantes respecto a los que residen durante toda su vida en medios rurales.
El ruido, pese a todo, no es algo contra lo que no se puedan tomar medidas. De hecho, existen distintos elementos que pueden incorporarse a ventanas y terrazas para evitar sufrir el profundo malestar que genera estar expuesto a una fuente constante de sonidos estridentes y que según instituciones, como la OIT (Organización Internacional del Trabajo) o la OMS (Organización Mundial de la Salud), pueden provocarnos fuertes situaciones de estrés.
Las alternativas para terminar con el ruido si se adquiere una vivienda exterior con altas probabilidades de estar expuesta a cláxones o continuos rugidos de motor son numerosas. Es posible instalar en las ventanas y terrazas desde dobles ventanas a persianas, o cristales reforzados. Cada una de ellas tiene un efecto y un coste distinto:
Persianas: Las persianas son quizás uno de los elementos más difundidos entre las viviendas españolas. Aunque hay varios tipos de persianas, las más efectivas para combatir el ruido serán aquellas que presenten mayor rigidez, ya que cuanto más endeble sea la estructura, menor efecto hermético se conseguirá. Los precios de estos mecanismos variarán en función no sólo del material del que esté hecho (PVC, metal o madera), sino de sus dimensiones, los mecanismos de ascenso y descenso, etc. Pueden adquirirse persianas a partir de 50 euros en la gama más común (PVC).
Dobles ventanas: Las dobles ventanas son señaladas por todos los expertos del sector como el mejor sistema aislante de la contaminación acústica, ideal para preservar buenos niveles de temperatura en el interior del hogar. Además, contribuyen a moderar el gasto energético en el hogar, al conseguir el aislamiento térmico. A pesar de ello, no hay que olvidar que la instalación de este sistema conlleva perder el espacio de vano de que se dispone en la estructura de la ventana.
Ventanas con cristal reforzado: El cristal reforzado es un material compuesto de dos hojas de vidrio, separadas entre sí por una “cámara estanca”. Es, precisamente, este espacio lo que amortigua la incidencia del ruido, y lo que hace de aislante tanto para el frío como para el calor. Esta opción es, quizás, la más costosa ya que el precio de una ventana con este sistema ronda los 180-200 euros por unidad.