Debido a los bajos tipos de los préstamos hipotecarios, hoy en día, comprar una vivienda sale más barato que nunca, en especial en zonas de España donde los precios de los pisos aún se mantienen bajos. Pero ¿qué pasa si disponemos de los ahorros suficientes para abonar al contado la adquisición? La lógica nos diría que pagar a tocateja sería lo más conveniente, pues así nos ahorraríamos los intereses de la hipoteca. Sin embargo, como veremos a continuación, financiar la compra de una casa puede ser una mejor opción, si nos movemos bien e invertimos el dinero sobrante en productos o activos que nos reporten una buena rentabilidad.
Las hipotecas tienen intereses muy bajos
Lo primero que debemos tener en cuenta es que los intereses de las hipotecas son más bajos que nunca. El euríbor, el índice al que están referenciados la mayoría de los préstamos inmobiliarios a tipo variable vigentes en España, lleva desde 2016 por debajo del 0 %. Para hacernos una idea, en agosto de 2019 alcanzó su mínimo histórico (-0,356 %).
Esto provoca, por un lado, que las hipotecas variables tengan ahora unas cuotas muy bajas, pues su interés depende en gran parte de la evolución de este índice (se calcula sumando un diferencial al valor del euríbor). Y, por el otro lado, hace que los bancos quieran incentivar la contratación de hipotecas fijas, una idea que tratan de conseguir bajando los tipos de estos productos.
Entonces, si contratamos ahora una hipoteca para adquirir una vivienda, esta tendrá un interés muy bajo. Por lo tanto, podemos financiar una parte importante del coste del inmueble e invertir el dinero que nos sobre en un producto que nos ofrezca una buena rentabilidad a corto o a medio plazo. De este modo, ganaremos más de lo que pagaremos en intereses por el préstamo.
Ejemplo práctico: ¿cuándo saldría más a cuenta hipotecarse?
Con un ejemplo práctico esto se puede demostrar fácilmente. Imaginemos que queremos adquirir una casa de 100.000 euros y tenemos todo ese dinero ahorrado.
Si usáramos 50.000 euros para hacer frente a la mitad y pidiéramos una hipoteca para los 50.000 euros sobrantes, con un plazo de 20 años y un interés fijo del 1,75 %, al final de ese periodo habríamos abonado unos 9.300 en intereses y 300 euros más por la tasación del inmueble (unos 9.600 euros en total).
Visto así, comprar el piso a tocateja parecería una mejor opción, pero ¿y si invirtiéramos bien los 50.000 euros sobrantes? Si lo hiciéramos en diversos productos y activos con una rentabilidad media del 2 %, al cabo de 20 años obtendríamos un retorno neto de 16.200 euros (siempre que no reinvirtiéramos lo ganado). Al finalizar el plazo de la hipoteca, por lo tanto, habríamos logrado un beneficio de unos 6.600 euros.
Imagen: cafecredit
Cuidado con los gastos adicionales de la hipoteca
Al calcular el posible beneficio obtenido por la inversión de esos ahorros, conviene considerar los gastos adicionales que puede tener la hipoteca que firmemos, más allá de los intereses y el precio de la tasación.
En ese sentido, es aconsejable que el préstamo contratado no tenga comisión de apertura, pues es un gasto inicial bastante elevado que puede encarecer la operación. En estos momentos, muchos bancos no cobran este cargo, así que es relativamente fácil evitarlo.
También hay que prestar atención al precio de los productos combinados o vinculados a la hipoteca: las primas de los seguros que no sean el de hogar (vida, protección de pagos…), las comisiones de emisión, mantenimiento o administración de tarjetas de crédito o cuentas asociadas, etc.
Y para terminar, si la hipoteca firmada tiene un interés variable, es importante atender a la evolución del euríbor. En principio, se espera que este índice se mantenga en valores cercanos al 0 % durante los próximos cinco años, pero nadie sabe lo que puede ocurrir con el euríbor a medio o largo plazo. Si cotizara al alza, el tipo del préstamo subiría tras las correspondientes revisiones, lo que encarecería sus cuotas mensuales y su importe total.