El hogar debe ser siempre un espacio seguro. Por ello, es imprescindible que reúna determinadas condiciones y que esté preparado para evitar consecuencias tan graves como las provocadas por un incendio. En la práctica, sin embargo, la ley regula esta materia desde hace relativamente poco (1996), por lo que las construcciones que superan los diez años son muy vulnerables ante las llamas. La mayoría de las instalaciones eléctricas no están preparadas para evitar el fuego y muchos edificios carecen de elementos de resistencia que garanticen la estabilidad de la estructura a temperaturas muy elevadas. Los especialistas recuerdan además la necesidad de corregir actitudes y comportamientos de la vida diaria y aseguran que “los despistes son el origen de un gran número de incendios”.
Medidas de prevención
Los edificios antiguos no sólo presentan importantes deficiencias físicas sino que albergan en su interior un peligro aún mayor. Aunque el Ministerio de Fomento asegure no tener registrado el número total de edificios que presentan este tipo de anomalías, basta con pasear por las calles de nuestra ciudad para observar que el número es elevado. Por lo general, la estructura no está preparada para soportar temperaturas muy altas y, en caso de incendio, es frecuente que se venga abajo si el tiempo de extinción del fuego supera la media hora. Elementos cortafuegos y una revisión periódica a la instalación eléctrica, evitarían muchos de estos accidentes.
Los expertos consultados destacan además que las causas más frecuentes de un incendio son de origen humano, “por desconocimiento o negligencia”, concluye Emilio González, Master en Seguridad contra Incendios. “El teléfono tiene la culpa de muchos disgustos, la gente se pone a hablar y olvida que la comida está al fuego o en el horno”, añade Javier Garmendia, miembro de Aself (Asociación Española de Lucha Contra el Fuego).
En un intento de concienciar a la población sobre el peligro del fuego y llamar la atención sobre la necesidad de poner fin a esta situación, Bomberos y la Federación de Usuarios y Consumidores Independientes (FUCI) han editado una serie de normas muy sencillas cuya aplicación ofrece “excelentes resultados”:
- Instalar un detector de humo con alarma en el propio piso.
- Conocer el funcionamiento de los extintores.
- No sobrecargar los enchufes.
- Evitar la cercanía de materiales combustibles a calefacciones eléctricas.
- Mantener encendedores y cerillas fuera del alcance de los niños.
- No colocar materiales inflamables encima de los hornos.
- Comprobar que las colillas depositadas en los ceniceros están apagadas.
- No fumar en la cama.
- Evitar almacenar en casa líquidos inflamables.
- Desconectar los electrodomésticos cuando no se están utilizando.
- Usar mangas cortas y ceñidas para cocinar.
- No colocar ollas y sartenes con los mangos hacia afuera.
- En hornos y microondas, utilizar recipientes aptos para ello.
- Dejar un espacio adecuado de ventilación alrededor del televisor para prevenir sobrecalentamientos.
Si pese a estas recomendaciones se produjera un incendio, los afectados deben salir del piso a gatas, manteniendo la respiración y con un paño húmedo en la boca. Antes de abrir una puerta, hay que asegurarse de qué es lo que espera al otro lado, ya que las llamas pueden aparecer en cualquier momento. “Hay que mantener la calma, cerrar todas las puertas y tomar unas medidas mínimas de precaución”, señala Javier Garmendia. “Una puerta normal resiste el fuego durante el tiempo suficiente para que los bomberos lleguen al edificio y rescaten a los vecinos. Con los equipos actuales y las medidas adecuadas, el fuego no tiene por qué durar más de treinta minutos”, tranquiliza el miembro de Aself.
Otras normas
Las recomendaciones y normativas que se deben poner en práctica son muchas y muy variadas. Entre ellas, destaca el denominado ‘Reglamento Electrotécnico de baja tensión’. “Si la vivienda cumple con ese Reglamento, es prácticamente imposible que se produzca un incendio por causas eléctricas”, explica Javier Garmendia. En la práctica, este código implica la desaparición de instalaciones eléctricas deficientes, “patentes en muchísimos inmuebles”, y apunta a las tomas de corriente y los interruptores defectuosos como principales problemas. Es peligroso abusar de un único enchufe para colocar varias tomas (televisor, ordenador, radio casete?) y se debe comprobar cada cierto tiempo el interruptor diferencial, situado en un pequeño contador ubicado, generalmente, junto a la puerta de entrada de la casa.
Asimismo, se debe prestar especial atención a los electrodomésticos con termostato, como tostadores y freidoras, que son en realidad potentes fuentes de calor y cuyo mantenimiento se suele hacer de manera poco frecuente e incorrecta. “La revisión periódica de la instalación de gas es también imprescindible -subraya Garmendia-, así como la colocación de un detector de gas, que resulta de gran ayuda en casos de fuga y no supone un gran desembolso para el consumidor”.
Por último, los arquitectos y diseñadores tienen una misión importante que cumplir. “En líneas generales, las viviendas no son seguras, ya que no se cuenta con diseños contra incendios”, alerta Emilio González. Y es que paredes forradas de papel o madera, huecos de escaleras y ascensores, puertas combustibles, alfombras, cortinas y un sinfín de elementos son pasto fácil de las llamas. “No está de más tampoco tener en cuenta que determinados materiales, como el acero, se dilatan y ceden con elevadas temperaturas, mientras que el hormigón pierde agua y se agrieta y los plásticos emiten gases tóxicos cuando arden. Si se tienen en cuenta las medidas constructivas adecuadas, los efectos de un incendio disminuyen considerablemente”, asegura González
Ley contra incendios
Hace apenas siete años, se aprobó el Decreto que establece las ‘Condiciones de protección contra incendios en los edificios’. Desde entonces, las nuevas construcciones cuentan con la aplicación de una rigurosa normativa que reduce al máximo los factores de riesgo, aunque, al no tener carácter retroactivo, dichas normas no son válidas para los edificios construidos antes de 1996. Lo mismo ocurre con el reglamento propio de cada Comunidad Autónoma y con el de cada municipio. Tres documentos paralelos y similares de los que se toma la norma más restrictiva para cada caso.
Con este decreto, quienes adquieran una vivienda de reciente construcción deben saber que es necesario que ésta cuente con un sistema de detección de incendios y que la ley obliga a compartimentar las edificaciones mediante elementos de resistencia, como puertas cortafuegos. Estas medidas garantizan la estabilidad de la estructura portante para que el edificio no se venga abajo por las elevadas temperaturas que generan las llamas.
Además, es imprescindible un sistema de alumbrado de emergencia, el bloqueo o retención de puertas y ascensores en caso de accidente, una alimentación eléctrica secundaria, la existencia de sectores de incendios, “que deben guardar relación con la resistencia al fuego de los elementos constructivos que los delimitan”, y un diseño que garantice el confinamiento y control del fuego y facilite una evacuación rápida y sencilla, aunque, en principio, “esta práctica sólo está prevista para edificios de gran altura que superen los 24 metros”, según matizan desde el Departamento de Prevención de Madrid.
El riesgo se concentra, por lo tanto, en las construcciones de más de diez años, para las que el reglamento no tiene validez y que cuentan, en algunos casos, con frágiles estructuras de madera cuya sustitución por materiales ignífugos o resistentes al fuego supondría un elevado gasto al propietario.