El precio de la vivienda vacacional se incrementará este año entre un 15% y un 16%, y entre un 12% y un 13% el próximo, según el estudio de la consultora «Grupo i» sobre la situación y perspectivas del Mercado de la Vivienda Vacacional en España.
El informe, presentado ayer, revela que hasta 2010 la demanda de este tipo de vivienda crecerá en torno al 25%, hasta alcanzar los 150.000 pisos en ese año.
Actualmente, la distribución de la demanda de vivienda vacacional en España es del 27,7%, frente al 72,3% de primera residencia, y las previsiones apuntan a que a finales de 2005 se llegará a las 117.000 casas.
El mercado nacional se nutre principalmente de la demanda de la Comunidad de Madrid, Cataluña y Andalucía, seguidas de la Comunidad Valenciana, País Vasco y Castilla y León.
Respecto a la demanda extranjera, los operadores consideran que el primer mercado sigue siendo el Reino Unido, seguido de Irlanda, Noruega, Países Bajos, Suecia, Bélgica y Francia, ya que el mercado alemán ha caído a causa de la recesión económica que sufre este país.
Las zonas más demandadas son los destinos tradicionales: la Costa del Sol y la Costa Blanca, y cada vez cobran más importancia la Costa Cálida y la Costa del Azahar.
España dispone de un parque de más de 3,6 millones de viviendas secundarias, algo más del 16% del total, sólo superada en Europa por Italia.
Promoción
Para el presidente de la inmobiliaria Live in Spain, Manuel Gandarias, es importante que la Administración promocione España como un destino de vivienda vacacional, ya que «somos un mercado competidor» frente a países como Croacia, Portugal y Grecia, además de Marruecos, Túnez, Chipre, Malta, Turquía, e incluso el Caribe o Sudáfrica.
Respecto a los datos del Banco de España acerca de la sobrevaloración de la vivienda (entre un 24% y un 35%), Gandarias pide a la institución monetaria «no crear alarma sobre el sector», y precisa que algunos informes, en referencia a las viviendas de protección oficial (VPO), «pueden retener la demanda».
En su opinión, un mensaje así es positivo «si se traduce en un control de los precios, pero no si advierte sobre una burbuja inmobiliaria porque retiene más el mercado», aunque ello afecta más al sector de la primera vivienda que al vacacional.