Aparte de la instalación y ubicación de los detectores de humo también resulta igual de importante su propio mantenimiento. Hay que tener presente que la vida de estos aparatos para la prevención de incendios en el hogar no es indefinida, por lo que los fabricantes aconsejan su reemplazo cada diez años. Sin embargo, una de las opciones más idóneas consiste en intentar optimizar su rendimiento en dicho período de tiempo.
Algunos de los cuidados que se aconsejan aplicar a este tipo de dispositivos se resumen en:
. Cambiar la pila. La sustitución de la batería garantiza su correcto funcionamiento. Es por ello que hay que tener en cuenta que la citada batería suele durar un año aproximadamente. Además, el dispositivo lleva incorporado un sensor que emitirá un pitido de aviso, al menos durante un plazo de un mes, cuando la batería esté casi agotada o al mínimo de su carga.
Por otra parte, también resulta recomendable utilizar el modelo de pila especificado por el propio fabricante, dado que el uso de otro tipo podría producir errores en sus funciones.
. Comprobación del detector. Conviene comprobar con cierta frecuencia el adecuado funcionamiento del detector. Para esta tarea tan sólo habrá que presionar la parte central del dispositivo y apreciar que se dispara la alarma como sucedería en caso de incendio. Si la alarma falla y no salta puede deberse a la propia falta de batería o simplemente porque hace falta limpiar el mecanismo.
. Limpieza. También es aconsejable limpiar el detector de forma periódica. Para esta labor, la fórmula más indicada se centra en emplear bien un cepillo suave o bien un aspirador para eliminar las partículas de polvo que se cuelan por las ranuras, por las que, en teoría, debe penetrar el humo del fuego, aunque no se debe ni aspirar ni cepillar la zona interior del propio detector.
Para una limpieza completa se sugiere como método más acertado desmontar el propio aparato y limpiar sus partes exteriores, recurriendo a un paño húmedo, mientras que para el interior se puede usar algún spray especial, normalmente de aire comprimido, para quitar el polvo.