La situación económica de muchos españoles ha empeorado por culpa de la pandemia de covid-19: hay trabajadores que han sufrido un ERTE, asalariados que han perdido su empleo, autónomos que han tenido que cerrar su negocio… En este contexto, para un banco es más arriesgado conceder una hipoteca, pues el riesgo de que el cliente no pague es mayor. Así las cosas, es más que probable que las entidades se lo piensen dos veces antes de aprobar una solicitud, por lo que será más difícil conseguir uno de estos préstamos en 2021. Para no perder el tiempo en trámites que no lleguen a ninguna parte, a continuación veremos qué requisitos habrá que cumplir sí o sí para hacerse con una hipoteca durante este año marcado por la crisis del coronavirus.
Tener estabilidad laboral, más importante que nunca
Por norma general, entre los requisitos de solvencia que exige la banca para conceder una hipoteca encontramos el de contar con una cierta estabilidad laboral. Dado el actual contexto de crisis económica, reunir esta condición será más importante que nunca, pues será una manera de dar más seguridad a la entidad.
En consecuencia, tendremos más opciones de conseguir un préstamo hipotecario si disfrutamos de una situación laboral muy estable. Por ejemplo, los bancos nos verán con buenos ojos, si tenemos un contrato indefinido y trabajamos en un sector poco afectado por la pandemia (y más aún si somos funcionarios).
En cambio, las probabilidades de que aprueben nuestra solicitud serán mucho más bajas, si no podemos aportar ese plus de estabilidad. Si nuestro contrato es temporal, si trabajamos en un sector vulnerable como la hostelería o el turismo… o si estamos desempleados o en un ERTE, ninguna entidad querrá darnos la hipoteca, pues no tendrá la seguridad de que podamos pagar las cuotas.
Contar con dinero ahorrado
Dada la actual situación económica, los bancos preferirán no correr demasiados riesgos. Por lo tanto, es probable que pocas entidades estén dispuestas a financiar más del 80 % de la compra de una vivienda, pues cuando superan ese límite, el peligro de que el cliente no responda se dispara.
Así, deberemos contar con los ahorros suficientes para abonar lo que el banco no financie: ese 20 % más un 10 % adicional para hacer frente a los gastos asociados a la formalización de la compraventa y de la hipoteca. Por ejemplo, si queremos comprar una vivienda de unos 100.000 euros, las entidades financieras nos exigirán tener ahorrados 30.000 euros para darnos el préstamo.
Eso no significa, sin embargo, que no se pueda conseguir más de ese 80 % en ningún caso. Aunque será más complicado, tendremos opciones de hipotecas que nos presten hasta el 90 % o hasta el 100 % de lo que nos cueste la casa, si contamos con un muy buen perfil (si somos funcionarios o tenemos unos ingresos muy elevados), si adquirimos un inmueble que pertenezca al banco o si contratamos los servicios de un intermediario financiero.
Disponer de ingresos suficientes y casi ninguna deuda
Como es lógico, todos los bancos nos exigirán tener ingresos suficientes para pagar las cuotas de la hipoteca, así como que tengamos pocas o ninguna deuda pendiente. Por lo general, para conseguir una hipoteca es imprescindible que las cuotas de todos los préstamos (hipoteca incluida) no superen el 35 % de los ingresos mensuales netos de los titulares.
En caso de no cumplir alguno de estos requisitos, las opciones de conseguir el préstamo hipotecario prácticamente se desvanecerán. No obstante, se puede tratar de convencer al banco aportando garantías extra: un aval de una tercera persona, otra propiedad… Ahora bien, hacerlo conlleva un riesgo, pues si se aprueba la hipoteca y no se abonan las cuotas, la entidad podrá reclamar esas garantías para recuperar el dinero (embargando los bienes del avalista, la segunda propiedad, etc.).