La piedra, un material nada revolucionario frente a otros como el titanio, se confirma en la actualidad como el material que mayor sobriedad, singularidad y vigencia en el tiempo garantiza en la construcción de viviendas y edificios. Las rocas son fruto de un proceso geológico de formación de millones de años, y según los minerales que las componen y las condiciones a las que han estado sometidas las hay de distintos tipos, durezas y colores. Destacan principalmente por su resistencia y buenos resultados como revestimiento exterior. En el mercado actual se pueden encontrar mármoles, granitos, areniscas, calizas, basaltos, etc. Pero no todos estos materiales son aptos para todas las aplicaciones. La industria investiga en busca de las piedras naturales y texturas que mejor se adapten en apariencia y función al uso al que van destinadas.
Imagen: Paul Weston
La piedra natural se ha utilizado en construcción toda la vida, bien como revestimiento, en la propia edificación o en la decoración de interiores. Sin embargo, tras un periodo de retroceso, su utilización -que hoy vive un momento de expansión- se presenta como parte del diseño y muestra de innovación en nuevos edificios y áreas urbanas.
Las compañías transformadoras han adoptado en los últimos años soluciones tecnológicas que han dotado a este material de propiedades avanzadas en cuanto a manipulación de las cargas, ajustes y rapidez de instalación. Así, hoy la piedra no sólo se utiliza como parte de la estructura de los edificios, sino como un elemento decorativo más.
Buen aislamiento
La función de la piedra natural es mantener un buen aislamiento térmico, acústico y de la humedad. Su eficiencia en estos ámbitos es considerable, pero depende de las características del tipo de roca elegida, así como de sus capas y procedimientos de colocación.
Las propiedades de la piedra natural son muy valoradas. Aparte de su dureza y resistencia destaca la sobriedad que ofrece a cualquier edificación. La piedra puede apreciarse en el entorno urbano en forma de revestimiento de fachadas, pavimento, vierteaguas, zócalos, fuentes, escudos, arcos, tallas macizas y otros elementos, incluido el arte funerario.
Para facilitar estas funciones, además de su colocación, las losetas de piedra pueden tener capas constituidas por mortero de cemento y arena que, en ocasiones, puede llevar hormigón, resinas… Si se trata de un adoquinado, los adoquines simplemente descansan sobre una cama de arena.
Tipos y características
Por sus inherentes condiciones físicas, la piedra natural soporta bien las inclemencias atmosféricas y la acción del ser humano. Emplear cualquier variedad como elemento en una construcción acaba garantizándole una larga vida.
Las posibilidades son muchas: cuarcita, filita, pizarra, arenisca, granito, gneis, mármol, basalto, caliza… El resultado depende de la disposición de tonalidades y texturas distintas. Sus incomparables apariencias se multiplican teniendo en cuenta sus diferentes acabados, que según la Asociación de Productores de Piedra Natural de Castilla y León (PINACAL) pueden ser:
- Abujardado: con pequeños cráteres.
- Apiconado: con muescas o incisiones alargadas.
- Apomazado: que confiere una superficie plana, mate y sin marcas.
- Cortado: con marcas de surcos y ondulaciones en direcciones curvas y concéntricas.
- Escafilado: con apariencia natural y rústica, con ciertas rugosidades, surcos y protuberancias.
- Flameado: superficie con cierto relieve, rugosa, algo craterizada y vítrea.
- Lajado: con relieve irregular aunque bastante plana.
- Partido: de apariencia natural, su relieve es más acentuado, irregular y rugoso que las piedras lajadas.
- Pulido: consigue una superficie lisa, plana y brillante, sin ningún tipo de raya o arañazo visible.
- Raspado: la superficie queda totalmente lisa y de aspecto muy natural y uniforme, sin ningún relieve ni raya.
- Serrado: logra una superficie muy plana, bastante lisa pero áspera, con ligeros surcos y ondulaciones.
Materiales de los más diversos colores y características dotan a la industria de la piedra de unas posibilidades ilimitadas. Pero no todos los materiales son aptos para todas las aplicaciones. Cada material que se coloca tanto para cubrir y adornar las fachadas como para la decoración exterior o interior tiene que cumplir unas especificaciones técnicas. El marcado CE de baldosas de piedra natural para pavimentación exterior es obligatorio desde el 1 de octubre de 2003.
Algo «muy importante» es la búsqueda de materiales que se adapten a cada uso, asegura Luis de la Maza, coordinador comercial de la empresa Tino Stone Group, mientras insiste en la importancia de otorgar a las piedras naturales las texturas que mejor se adapten en apariencia y en función del uso al que va destinadas.
Adaptación a las nuevas exigencias constructivasLa piedra natural es un material que está ligado a la evolución y el desarrollo de la civilización. En la actualidad se ha adaptado a las nuevas exigencias constructivas aplicando tecnologías punteras tanto en el propio material como en la colocación, por ejemplo, en las fachadas trasventiladas.
Gracias a la evolución que han experimentado las técnicas de sujeción de los revestimientos de piedra natural, su uso está cada vez más extendido. Dependiendo de las particularidades de la zona en la que se instalen las placas se aconseja el empleo de diferentes calidades y acabados, con más o menos aguante a la humedad, al sol o a las heladas.
Respecto a la colocación de la piedra natural en fachadas, concurren dos modalidades fundamentales:
- Sin cámara de aire: se recomienda para paredes de poco altura. Aparte de una capa de mortero de unos cuatro centímetros entre el aplacado y el soporte, este sistema precisa unas grapas que sirven para asegurar mejor la estructura.
- Con cámara de aire o fachada ventilada: La mayor desventaja del procedimiento anterior es la falta de ventilación, algo que no sucede si se deja una cámara de aire entre el revestimiento y el paramento del edificio. Los anclajes empleados son metálicos, bien de aluminio o de acero inoxidable o galvanizado. Este sistema constituye una buena respuesta a las exigencias tanto técnicas como estéticas. La estructura auxiliar metálica a la que se fija la piedra va anclada al forjado del edificio mediante montantes verticales, sobre los que se fija la piedra mediante grapas metálicas. El montaje es rápido y sencillo. Además permite un ahorro energético de entre el 20% y el 30% en las viviendas, puesto que contribuye a eliminar el puente térmico.