El elevado precio que aún tienen los pisos en España hace que sean numerosas las personas que sólo pueden acceder a este bien de primera necesidad mediante la compra o el alquiler de una Vivienda de Protección Oficial (VPO). Pero el reducido número de construcciones de estas características, frente a la elevada cifra de solicitantes que se presentan cada vez que sale una promoción, hace que pocos puedan disfrutar de una casa protegida. El sorteo entre quienes cumplen los requisitos mínimos es, para muchos, el medio más equitativo de conseguir una vivienda con ayuda pública. Para otros, sin embargo, supone una injusticia dejar a la suerte la adjudicación de un bien tan preciado como éste y creen que debe primar el sistema de baremación.
Requisitos para participar en el sorteo
Es el sueño de millones de españoles: escuchar en el sorteo el número que se les ha adjudicado en la lista de demandantes de vivienda. Un número que les permitirá acceder a comprar o alquilar un piso en unas condiciones asequibles, en comparación con los que se pueden adquirir o arrendar sin ayudas públicas. El sorteo es sólo un paso intermedio del proceso que se inicia con la presentación por parte del ayuntamiento o la comunidad autónoma de los requisitos que deben cumplir los ciudadanos, y termina con el pago de la entrada de la vivienda y las posteriores cuotas mensuales.
No todos los ciudadanos pueden participar en el sorteo de una VPO. Para formar parte de la lista de demandantes es necesario reunir las condiciones que estén estipuladas en las bases. Entre estos requisitos se encuentra estar empadronado en el municipio en el que se sortea la vivienda, a veces con condiciones estrictas como haber residido durante diez años en la localidad en la que se ha construido la casa. Con esto se intenta primar que los residentes puedan quedarse con más facilidad en el lugar donde han vivido tradicionalmente. Tampoco quienes ya sean titulares de una casa pueden, como norma general, participar en el sorteo.
La renta es otro de los criterios que se establecen para poder formar parte del proceso. En ocasiones, quienes menos dinero cobran están directamente excluidos, pues se supone que no podrán hacer frente al pago de la entrada y de la hipoteca. Es frecuente, incluso, que con niveles de renta que no superan los 1.000 euros los solicitantes ni siquiera cumplan los requisitos para poder formar parte de las listas de admitidos que dan acceso al proceso selectivo, al que sí pueden optar, sin embargo, personas que podrían comprarse una vivienda libre.
Una vez que los interesados hayan presentado la documentación que les dé la posibilidad de conseguir una vivienda protegida, las autoridades estudian los méritos aportados y, si son correctos, pasan a formar parte de la lista de aspirantes. Tras un tiempo para realizar las alegaciones, los admitidos pasan a serlo de manera definitiva y se les asigna un número para el sorteo.
Modalidades de sorteo
Llegado este punto, son varias las modalidades. La más simple es aquélla en la que a cada persona o unidad familiar se le otorga un solo número y todos los participantes tienen las mismas posibilidades de que les toque la vivienda.
En algunos municipios valoran, además, ciertas características del solicitante, como puede ser el hecho de formar parte de una familia monoparental, padecer alguna discapacidad, ser víctima de violencia de género, conformar una familia numerosa o vivir en condiciones de marginalidad, entre muchas otras, dependiendo de lo que quiera valorar cada localidad. En estos casos, a cada aspirante se le daría una probabilidad más y concursarían en el sorteo con dos o tres números. Así, no todos los solicitantes tienen las mismas posibilidades, pues el proceso premia a quienes pertenecen los sectores más desfavorecidos. Se trataría de un sorteo, pero con una parte baremada.
En algunos casos se dan más probabilidades a los aspirantes que pertenecen a sectores desfavorecidos
Otra opción consiste en sortear la mayoría de las viviendas teniendo en cuenta las características generales, y dejando otros pisos para asignarlos directamente a determinadas personas que el municipio ha elegido tras estudiar su situación.
También es posible que el número de ciudadanos con características especiales sea elevado y se utilice otro método basado en crear niveles integrados por personas con similares características: por una parte las que conformen el grupo general, por otra las familias numerosas, las personas discapacitadas… A cada sector se le asigna un número de casas y dentro de cada grupo se realiza un sorteo distinto.
Defensores y detractores
Numerosos expertos en vivienda consideran que el sorteo es un sistema injusto porque no respeta los principios de igualdad, equidad y solidaridad que deben primar cuando se reparte un bien escaso que está destinado a cubrir las necesidades de un sector con menos medios económicos que la media y con más dificultad para acceder a una vivienda en el mercado. Quienes defienden esta postura añaden que el sorteo «da plena igualdad a todos, cuando el objetivo es dársela a quien más lo necesita» y, como alternativa, proponen un sistema en el que se establezca una relación jerárquica que dé prioridad a quienes vivan en una situación peor, de modo que obtener una vivienda protegida sea un derecho y no cuestión de suerte. El sorteo no garantiza esta igualdad más que cuando introduce los cupos especiales. Incluso desde el Ministerio de Vivienda barajan la posibilidad de hacer desaparecer el sorteo como método único para asignar un piso, pues se considera un sistema injusto. En el futuro puede se puede seguir celebrando, pero junto a la baremación.
Otros consideran que es un mal necesario porque no hay un sistema mejor. Los defensores del sorteo cuestionan el sistema de baremación. Algunas localidades dan una gran importancia al orden en que los solicitantes se han apuntado en la lista, con lo cual muchas personas se alistan para ir ganando antigüedad aunque en ese momento no necesiten la vivienda. ¿Se puede valorar esto como un mérito? ¿Es menos injusto que el sorteo? Por otra parte, los criterios especiales que se tienen en cuenta son bastante cuestionables para los detractores del baremo, pues muchos piensan que las familias numerosas, monoparentales o las personas discapacitadas no tienen por qué ser los únicos segmentos en recibir una discriminación positiva. Muchos ciudadanos no tienen hijos porque no tienen vivienda, y así se ven doblemente discriminados Además, cada vez son más las personas que viven solas. ¿Por qué dejarlas fuera?