La VIII Conferencia de las Partes de la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (COP8), celebrada en Madrid del el 3 al 17 de septiembre en Madrid, ha dejado un sabor agridulce. Mientras que el Ministerio de Medio Ambiente (MMA) ha subrayado los compromisos alcanzados para los próximos años, las organizaciones ecologistas han destacado la falta de acuerdo presupuestario, lo que podría limitar seriamente su capacidad de acción. La desertificación, un problema de degradación del suelo causado principalmente por variaciones climáticas y actividades humanas perjudiciales con el medio ambiente, amenaza a la cuarta parte del planeta, y en el caso de España, a un 36% de su superficie.
Principales conclusiones de la COP8
Según los responsables del MMA, la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (COP8), en la que han participado delegaciones de 191 países, organizaciones intergubernamentales y ONG, ha protagonizado importantes decisiones que facilitarán la puesta en marcha de acciones concretas para luchar contra la desertificación.
En este sentido, los asistentes a la conferencia han aprobado su plan estratégico para los próximos 10 años que supondrá, según el MMA, una remodelación de la Convención y los órganos que la componen, con el objetivo de mejorar su aplicación y aumentar los recursos disponibles. Asimismo, la denominada “Declaración de Madrid” propone diversas medidas a tomar:
- Creación de indicadores que permitan evaluar con criterios homogéneos los efectos de la desertificación en todo el planeta y los costes que acarrea la degradación y pérdida de suelo.
- Refuerzo de las relaciones entre las tres Convenciones de Naciones Unidas: Desertificación, Biodiversidad y Cambio Climático.
Los asistentes a la conferencia han aprobado su plan estratégico para los próximos 10 años
A pesar de ello, las organizaciones ecologistas como WWF/Adena, Ecologistas en Acción o Greenpeace se han mostrado pesimistas por los resultados de la Conferencia. Por ejemplo, Lourdes Hernández, responsable del programa de Bosques de WWF/Adena, afirmaba que, aunque el plan estratégico recoge soluciones, al no tener asignados unos fondos corre el riesgo de quedarse como mero marco teórico. Asimismo, la representante de esta ONG conservacionista reclamaba un mayor acceso de la sociedad civil en las negociaciones, para evitar, en su opinión, decisiones basadas en intereses políticos y económicos.
Por su parte, un grupo de representantes del Parlamento Europeo criticaba también la “falta de compromiso y resultados” de los países representantes de la COP8 “desde su nacimiento”, hace ahora casi una década, y apelaba a la toma de medidas concretas.
Desertificación en España
En España, según datos del MMA, más de un tercio del suelo (el 36%) tiene riesgo de desertificación. Los expertos señalan concretamente que el 2% de la superficie española sufre un riesgo “muy elevado”, el 15% padece un riesgo “elevado”, y el 19% un riesgo “medio”.
El 2% de la superficie española sufre un riesgo “muy elevado”, el 15% padece un riesgo “elevado”, y el 19% un riesgo “medio”
Según los expertos del MMA, a las causas comunes que provocan la desertificación en el mundo, como la erosión del suelo, la pérdida de terrenos fértiles, los incendios, la deforestación o la sobreexplotación de los recursos hídricos, habría que sumarle en España la alta concentración demográfica de la costa.
Por ello, la ministra Narbona afirmaba que España cada vez contribuye a luchar contra este problema. En el periodo 2004-2007, el MMA ha destinado más de 3.000 millones de euros a acciones en este sentido, y ha anunciado la inversión de más de 6.500 millones de euros hasta 2010. Parte de estas inversiones se han puesto en marcha a través de la firma de convenios con las Comunidades Autónomas (CCAA). Gracias a estas inversiones, se están tomando medidas para implantar cubierta vegetal protectora y fijadora de suelos, potenciar la agricultura ecológica, o para prevenir y extinguir incendios.
Desde 2001, también se han financiado proyectos de lucha contra la desertificación en países en vías de desarrollo por valor 160 millones (60 millones de euros en 2007), habiéndose duplicado en esta legislatura los recursos destinados a la ayuda al desarrollo en África. Y dentro de sus obligaciones como integrante de la COP, España también ha incrementado sus aportaciones, que han pasado de 160.000 euros en 2004 a 5,6 millones de euros en 2007.
Por otra parte, el MMA está ultimando el Programa de Acción Nacional contra la Desertificación (PAND), cumpliendo así con la principal obligación de la COP. En este sentido, el PAND requerirá la implicación de las CCAA para promover un desarrollo sostenible en las zonas áridas, semiáridas y subhúmedas españolas, previniendo la degradación de las tierras y la desertificación y facilitando la recuperación de las zonas afectadas. Asimismo, España será la sede del futuro Observatorio de la Unión Europea para la Sequía y la Desertificación, cuya ubicación concreta se espera dar a conocer en breve.
Además de las iniciativas institucionales, las labores científicas son también un aspecto importante. Por ejemplo, investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) publicaban recientemente en la revista Nature un nuevo sistema de alerta temprana de desertificación que puede ser extrapolado a cualquier zona del mundo.
Qué es la desertificación
La desertificación es un proceso por el que las tierras afectadas pierden su capacidad productiva. El término no se refiere a la expansión de un desierto, sino a la degradación de zonas especialmente sensibles causada principalmente por variaciones climáticas y actividades humanas como la sobreexplotación agrícola y ganadera, la deforestación o la falta de riego.
Aunque se registra degradación de tierras en todas las regiones del mundo, sólo se considera desertificación cuando se produce en tierras secas. El término aparece en 1949 de la mano de un silvicultor francés que trabajaba en África occidental, al observar la desaparición de los bosques húmedos del Sahara.
Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la desertificación amenaza a la cuarta parte del planeta e implica graves problemas de sustento a más de 1.200 millones de habitantes de 100 países, la mayor parte de ellos del Tercer Mundo. Se estima que en 2025 las tierras cultivables disminuirán en dos tercios en África, un tercio en Asia y en una quinta parte en América del Sur.
135 millones de personas podrían verse obligadas a emigrar por efecto de la desertización
Además del coste medioambiental, los costes económicos y sociales son también elevados. Se calcula que 135 millones de personas podrían verse obligadas a emigrar por efecto de la desertización, y por ejemplo, se estima que hasta 2020 unos 60 millones de personas abandonarán las áreas desertificadas del África subsahariana en dirección al norte de este continente y a Europa.
El PNUMA calcula también que los ingresos anuales mundiales perdidos por este problema ascienden a unos 30.000 millones de euros. Además, la desertificación conlleva un círculo vicioso que conduce a situaciones de pobreza, puesto que lleva a quienes viven de la tierra a sobre-explotarla para subsistir, acrecentando aún más el fenómeno.