El Ministerio de Industria decidió a finales del pasado año que el acceso a Internet por banda ancha, con un mínimo de un megabit por segundo en descarga, pasara a ser un servicio universal al que todos los españoles tengan derecho. Este servicio es fácil de otorgar en poblaciones grandes, pero no así en zonas rurales. En el campo, donde la orografía es compleja y las distancias entre zonas habitadas aumenta, la única solución son las tecnologías de acceso inalámbrico, del tipo 3G y WiMax, en la banda de los 900 megahercios. Pero esta parte del espectro, liberada por el fin de la televisión analógica, también la ambicionan las operadoras para mejorar su oferta de servicios de banda ancha.
Imagen: Montuno
Las zonas rurales son una mala inversión para cualquier compañía de telecomunicaciones por diversas razones. La primera es que no cuentan con suficientes clientes como para compensar una hipotética inversión. La segunda es que ésta, si se piensa en una instalación de cable por tierra, puede resultar faraónica, ya que no sólo se han de sortear en muchas ocasiones montañas y valles de difícil acceso, sino que las distancias a las que se debe llevar el cableado pueden ser muy grandes. Además, las operaciones de mantenimiento implican desplazamientos frecuentes con los consiguientes costes de combustible.
Sin embargo, hay alternativas que pueden traer al medio rural el acceso a la Red con un ancho de banda aceptable y a un coste que las empresas pueden asumir. Una de ellas es la telefonía 3G en la banda de los 900 megahercios y la otra es la tecnología WiMax. Ambas implican una buena cobertura en zonas muy extensas, se ven poco afectadas por los accidentes orográficos e, incluso, mejoran el acceso en interiores de edificios respecto a otrasfrecuencias del espectro. Además, suponen un ahorro considerable, ya que evitan las grandes obras estructurales. No en vano la televisión analógica utilizaba la banda de 900 megahercios.
Vigente durante treinta años
La telefonía móvil se implantó en España antes de la fecha estimada por la mayoría de los usuarios. Desde comienzos de la década de los ochenta del siglo pasado, en muchas comarcas rurales con accesos complicados y difícil despliegue infraestructural, se instauró un sistema de acceso al teléfono basado en las redes inalámbricas. Fue el conocido como TRAC (Telefonía Rural por Acceso Celular).
Desde comienzos de la década de los ochenta del siglo pasado, en muchas comarcas rurales se instauró un sistema de acceso al teléfono basado en redes inalámbricas
Los habitantes de las zonas con acceso TRAC tenían en sus casas unas cajas blancas con antena negra que se conectaban a un teléfono convencional. Las cajas eran en realidad teléfonos móviles adaptados, que recogían la señal de las antenas situadas en zonas estratégicas. Como utilizaban la zona de las ondas de radio y UHT, se precisaba de pocas antenas para cubrir una gran extensión, lo cual era una ventaja.
Con TRAC, Telefónica facilitó durante años conexión a numerosos pueblos de España, que a pesar de utilizar una red móvil pagaban las llamadas como si fueran de fijo a fijo. Incluso el TRAC se empleó a principios de siglo como modo de hacer llegar el acceso a la Red a estas zonas en forma de módem, si bien el acceso era lento, con numerosas interferencias y, además, se cortaba al recibir una llamada telefónica.
Este sistema se suspendió en 2007 y se sustituyó por teléfono de cable en las zonas donde todavía no llegaba, pero el acceso a la Red no ha mejorado desde entonces. Aunque de manera proporcional no son muchos habitantes, en extensas zonas de la península no se puede acceder a Internet por banda ancha con un mínimo de fiabilidad. Esta situación impide el acceso a las nuevas tecnologías por parte de muchas personas que viven en zonas rurales y amplía el desfase de conocimiento entre las zonas urbanas y el resto, que queda aislado del entorno globalizado en que se vive hoy día.
3G y el «espacio en blanco»
Cuando la televisión analógica dejó de funcionar en Europa, quedó libre un espacio del espectro electromagnético: la banda de UHF que va de los 300 megahercios a los los tres gigahercios, conocida como «espacio en blanco». La parte más baja de este rango de frecuencias tiene gran interés para establecer un acceso de Internet móvil rural, por las características antes explicadas de cobertura y estabilidad frente a los accidentes del terreno. En principio, el Ministerio de Industria desea que parte de este rango se use para tales fines. Incluso la Comisión Europea determinó en mayo de este año que la banda de los 800 megahercios se destinara al desarrollo de la telefonía móvil rural.
La Comisión Europea determinó en mayo de este año que la banda de 800 megahercios se destinara al desarrollo de la telefonía móvil rural
Pero no son pocos los grupos que también lo ambicionan para desarrollar sus negocios propios. Uno de ellos es el grupo de las cadenas televisivas, que quieren lanzar programas de televisión digital para móviles en estas frecuencias o bien ampliar sus canales de emisión. Otro grupo de telecomunicaciones que desea hacerse con el «espacio en blanco» son las operadoras de telefonía, que podrían aumentar el ancho de banda de sus servicios 3G y llegar a más clientes.
Tanto un sector como el otro presionan al ministerio para que se pronuncie y reasigne el espacio libre a los diferentes usos posibles, lo que se conoce como «refarming«. Con la intención de apremiar la decisión del ministerio, representantes de los operadores de telefonía se quejaron hace pocas semanas de que las líneas de telefonía móvil actuales amenazaban con el colapso si seguía en crecimiento el consumo de datos por parte de los usuarios.
Mientras las operadoras reclaman el entorno de los 900 megahercios, el ministerio se inclinaba al principio por la zona de los 2,5 gigahercios
En principio, el ministerio estaría de acuerdo en otorgar parte del rango libre a las operadoras, siempre que éstas se comprometan a desarrollar el acceso móvil a la Red en las zonas rurales. Por otro lado, las mismas se beneficiarían a su vez de las ayudas que el Gobierno otorga a las empresas que facilitan el cumplimiento del servicio universal de acceso a Internet. El problema está en la frecuencia que se debe asignar. Mientras las operadoras reclaman el entorno de los 900 megahercios, el ministeriose inclinaba al principio por la zona de los 2,5 gigahercios. Las ondas del entorno de los 900 megahercios cuentan con la ventaja de su amplitud de cobertura, lo que ahorraría a las empresas mucho dinero en antenas al tener que colocar menos para una misma zona. Sin embargo, el ministerio considera que justo por sus bajos costes son idóneas para proyectos ciudadanos y libres.
Ahora falta que se decida a reasignar las frecuencias para que comience el desarrollo de estos servicios por parte de los operadores. Por el momento, Vodafone emitió en fechas recientes un comunicado en el que aseguraba haber comenzado la instalación de infraestructura de desarrollo de su red móvil rural 3G en la franja de los 900 megahercios, si bien esperaba el permiso del ministerio para activarla.