Los recién nacidos se pasan la mayor parte de su tiempo durmiendo. Por eso, la preocupación acerca de cómo tienen que hacerlo es una de las más importantes para sus padres. Este artículo detalla algunas de las condiciones fundamentales que debe reunir el sueño del bebé: siempre debe estar acostado boca arriba, con un colchón firme y resistente, sin almohada al menos hasta los dos años, y ya desde los primeros momentos se debe procurar el establecimiento de unas rutinas, con el fin de inculcar, con el tiempo, unos hábitos de sueño saludables.
El sueño del bebé, siempre boca arriba
Hay algunas pautas precisas acerca del sueño de los recién nacidos. La más importante de ellas es que deben dormir boca arriba. En la década de 1990 varios estudios comprobaron que, en los países donde que se implementaron campañas de salud pública para que los bebés durmieran en esta posición, la incidencia del síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL) se redujo en más de un 50% en relación con los datos de cuando los hacían dormir boca abajo.
La posición boca arriba, llamada en términos técnicos decúbito supino, «es la postura más segura y claramente preferible al decúbito lateral», explica el Grupo de Prevención en la Infancia y la Adolescencia (Previnfad) de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap).
El decúbito lateral (dormir de costado) también reduce el riesgo de SMSL, aunque menos que el supino. En caso de optar por esta postura, se debe adelantar el brazo del niño que queda contra el colchón, para que funcione como tope e impida que el bebé gire mientras duerme y termine boca abajo.
El decúbito prono, la postura boca abajo, «solo puede recomendarse por una indicación médica específica», asegura el Grupo Previnfad. Estas indicaciones pueden ser: reflujo gastroesofágico grave, enfermedades respiratorias activas en prematuros y ciertas malformaciones de las vías aéreas superiores. El riesgo derivado de estos problemas es superior al del SMSL. Salvo en estos casos, el bebé solo debe estar boca abajo cuando esté despierto y con vigilancia.
Un colchón apropiado, y hasta los dos años sin almohada
Otro dato de importancia en relación con el sueño de los niños tiene que ver con el lugar donde han de dormir. El colchón debe ser lo bastante duro para reducir el riesgo de que se asfixie, si se da la vuelta mientras duerme o incluso si está despierto. Por otra parte, se debe procurar que sea resistente y transpirable, de tal forma que el aire pueda circular por su interior.
Por el mismo motivo (el riesgo de asfixia) no debe haber almohadas, cojines ni ningún otro objeto blando en la cuna. La ‘Guía práctica para padres de 0 a 3 años‘, editada por la AEP, desaconseja el uso de almohadas hasta los dos años de edad. Si hiciera falta que el cuerpo del pequeño quedara un poco reclinado, la recomendación es colocar una toalla doblada debajo de uno de los extremos del colchón. De este modo, se logra el objetivo sin que el bebé deje de estar sobre una superficie lisa y sin riesgos.
La cuna debe colocarse, siempre que sea posible, en una esquina o rincón de la habitación, lejos de corrientes de aire y de fuentes de frío o calor excesivos (como aparatos de aire acondicionado o estufas). Y se debe evitar la presencia de cuadros colgados en la pared junto a la cuna, al igual que la de otros objetos sobre estanterías u otros muebles que, por accidente, pudieran caer sobre el pequeño.
Horas y rutinas del sueño del bebé
Los bebés pasan la mayor parte de su tiempo durmiendo. Los recién nacidos duermen entre 16 y 20 horas al día. Pero no es un sueño continuado. Se despiertan cada tres o cuatro horas y no solo porque necesiten que les den de comer y les cambien el pañal, sino también para que les cojan en brazos, les acaricien y les hablen. El vínculo entre el niño y sus padres se fortalece y solidifica en esta etapa.
«Ya en este momento es importante establecer rutinas, tanto diurnas como nocturnas, respetando su ritmo de sueño», se explica en la guía de la AEP. Estas rutinas son fundamentales para crear en los pequeños hábitos de sueño saludables y garantizar que puedan dormir bien. En relación con esto, los pediatras sostienen que «la predisposición de un niño para dormir depende en gran medida de la exposición luminosa que reciba, la hora a la que se haya despertado, los horarios de alimentación, la actividad física realizada así como el estímulo social al que esté expuesto antes de iniciar el sueño«. No hay una fórmula única para crear rutinas y buenos hábitos de sueño en los niños, pero respetar los tiempos y los lugares en que se desarrollen estas actividades ayudará.
A menudo los bebés hacen pequeños ruidos nasales al dormir o movimientos como pequeñas sacudidas. No representan ningún problema. La AEP los incluye en un conjunto de acciones que pueden generar cierta inquietud en los padres, junto con el hipo y los estornudos, y que en realidad no tienen ninguna importancia. «Una observación tranquila del bebé, asegurándonos de su bienestar, es suficiente», afirman los pediatras, y dejan claro que, en tal caso, no hace falta ninguna intervención.
La recomendada posición boca arriba no está exenta de problemas. El más importante es la plagiocefalia postural: la deformación de la parte posterior del cráneo a causa de la presión que él mismo ejerce, por acción de la gravedad, sobre el colchón. Se trata de una presión ligera, pero que en las primeras semanas de vida, cuando el pequeño duerme la mayor parte del día, se realiza durante mucho tiempo.
La plagiocefalia postural es un problema prevenible. Los expertos de la AEP aconsejan cambiar la posición de la cabeza del niño: aunque siempre esté boca arriba, colocarla durante un rato de tal forma que quede apoyada sobre un lado y, luego, sobre el otro. Otro consejo es alternar el tiempo que el bebé esté acostado en su colchón con periodos en que esté en brazos de sus padres y que se quede poco tiempo en sillitas que le obliguen a mantener fija la posición de la cabeza.