Los pacientes y la sociedad en general no pueden esperar más. Es necesario un cambio del planteamiento actual del Sistema Nacional de Salud (SNS) que se dirija hacia un enfoque centrado en el paciente crónico. Pero no se trata de una demanda exclusiva del colectivo de personas con diabetes, sino de una cuestión lógica. Y es que el incremento de la población envejecida, por el aumento de la esperanza de vida, hace que el número de personas con patologías crónicas sea cada vez mayor y, ante esto, el sistema sanitario en España debe estar preparado para dar una respuesta efectiva. En este artículo se insiste en la necesidad de un modelo de salud orientado hacia la cronicidad y se dan las claves para ponerlo en marcha.
La prevalencia de la diabetes
En cuanto a su prevalencia, la diabetes es una patología con los índices más elevados a nivel mundial y, en el caso concreto de España, se sitúa casi en el 14%, lo que supone que unos seis millones de personas tienen diabetes en nuestro país. Sobre estos datos hay que hacer dos puntualizaciones:
- 1. El 90% de las personas con diabetes tienen la tipo 2, es decir, aquella que se puede prevenir o retrasar y en la que más tendría que incidir y actuar un sistema sanitario orientado hacia la cronicidad.
- 2. Se estima que cerca de dos millones de españoles tienen diabetes y no lo saben aún. Es una cifra altísima y muy preocupante, ya que cuanto más tarde sea diagnosticada, más probable es que se puedan generar complicaciones evitables de la misma. De ahí que se deba invertir más en protocolos a través de los que poder realizar una detección temprana.
Los pacientes con diabetes no pueden esperar más: necesitan ahora un sistema sanitario que piense y actúe en clave de cronicidad y que dé respuestas eficaces a las características concretas de esta patología.
Un proceso crónico de gran impacto
La diabetes debe considerarse como un proceso crónico de gran impacto, tanto para los pacientes como para el sistema sanitario público y la sociedad en general. Esta es una patología que puede derivar en numerosas complicaciones que desemboquen en otras enfermedades. La diabetes conlleva, por ejemplo, un importante riesgo de dolencia cardiovascular, problemas de visión o lesiones en riñones. Es esencial contar con un SNS preparado, no solo para asumir estas otras patologías derivadas de la diabetes, sino también para poder prevenirlas o retrasarlas.
El incremento de las patologías crónicas es una de las consecuencias del aumento de la esperanza de vida. Y estas enfermedades de larga duración, y en general de progresión lenta, limitan la calidad de vida de las personas afectadas y de sus cuidadores. Ante esta situación, es necesario que la sanidad pública esté lista para asumir los retos que estas plantean.
La organización actual de los servicios del SNS, centrados en la resolución de patologías agudas, favorece una atención episódica de los problemas de salud con un enfoque curativo, valorando poco los aspectos preventivos, la perspectiva de los cuidados y la responsabilidad de las personas sobre los mismos. Por todo ello, la transformación hacia un modelo mejor preparado para afrontar la prevención y la gestión de la cronicidad resulta imprescindible, si se pretende que el SNS sea, por una parte, sostenible y, por otra, que pueda dar una adecuada respuesta a los pacientes.
Claves para poner en marcha un modelo de cronicidad
Para asumir y poner en marcha un modelo de cronicidad efectivo es necesario implicar a la estructura y organización de la sanidad pública, a los profesionales sanitarios y a los pacientes.
En este sentido, el abordaje de la cronicidad requiere fomentar el trabajo en equipos interdisciplinares, formados por los diferentes profesionales de los servicios sanitarios implicados en la atención a estos pacientes, que garanticen la continuidad en los cuidados con la máxima participación del enfermo y de su entorno. Es preciso concienciar a los profesionales sobre el paciente crónico, ya que es un paciente pluripatológico. Por tanto, es importante que se involucre directamente a la Atención Primaria, ya que son los profesionales de esta rama los que primero ven a los enfermos antes de derivarlos a los especialistas y a los que primero acudirán ante una posible complicación de su patología.
Por otro lado, tras el diagnóstico de una patología crónica es indispensable apostar por la educación del paciente, otro de los pilares en los que se debe basar un sistema centrado en la cronicidad. La formación en diabetes es indispensable para que la persona con esta dolencia conozca bien su diagnóstico, pero también para que la asuma, acepte y ejecute un cambio en su estilo de vida y puedan evitarse a medio y/o largo plazo las complicaciones derivadas de esta. Esta vía llevará a un mejor autocuidado por parte de la persona y, por tanto, supondrá la prevención o el diagnóstico precoz de otros problemas que puedan surgir. Consiste en apostar por el empoderamiento del paciente y, también, por tener en cuenta su opinión en los tratamientos que se le prescriban; ambas cuestiones potenciarán la adherencia a estos, tan importante en las dolencias crónicas.
Además, es necesario una mejor coordinación entre Atención Primaria y Atención Especializada. Esta cuestión resulta indispensable, en primer lugar, para ofrecer una mejor atención al paciente y, en segundo lugar, porque supondrá una mayor eficacia del sistema sanitario y también del empleo de los recursos disponibles, por lo tanto, también implicará un recorte en el gasto sanitario.
En el caso concreto de España, es necesario contar con todas las comunidades autónomas en esta nueva realidad y que se atienda a todos los pacientes crónicos con unas mismas directrices sin importar en qué lugar del país residan.