El aceite de palma no solo está en numerosos productos procesados, sino que, además, es un ingrediente habitual en las leches de fórmula para bebés. Hay que tener en cuenta que el ácido palmítico constituye un ácido graso saturado presente en el aceite de palma y en la leche materna. En esta última supone en torno al 25% del contenido graso y, a pesar de ser una grasa saturada, también resulta necesaria para el desarrollo del niño en una pequeña proporción. En este artículo se aporta más información acerca de los ácidos palmíticos en la leche materna y la de fórmula y lo que dice la ley al respecto en los preparados infantiles.
Dos tipos de ácido palmítico
En un artículo publicado por el Nutrition Journal en 2016, titulado ‘Beta-palmitate-a natural component of human milk in supplemental milk formulas‘ (Beta-palmitato, un componente natural de la leche humana en fórmulas de leche suplementaria), se explica que en función de su procedencia el ácido palmítico tiene dos versiones: el que proviene de la leche materna y el de origen vegetal. El que procede de la leche materna es en su gran mayoría beta-palmitato y el que resulta de aceites vegetales, el usado para casi todas las fórmulas infantiles, es alfa-palmitato. Estas sustancias, a pesar de tener la misma composición química, presentan una pequeña diferencia en su estructura que hace que se comporten de manera distinta en el organismo.
Así, las marcas intentan que las leches se parezcan lo máximo posible a la leche materna y, aunque algunas de estas sustancias puede que nunca lleguen a ser similares, existen cada vez más avances con respecto a otros nutrientes, como es el caso de algunas leches a las que se les añade el ácido palmítico similar al de la leche humana (beta-palmitato), aunque en menor proporción (sobre un 45%) estando en la leche humana entre un 60%-80%.
Por lo tanto, no es comparable la leche materna a una artificial y se debe priorizar la lactancia materna, ya que es la opción más saludable. Sin embargo, en los casos en los que no es posible y se tiene que recurrir a las fórmulas artificiales, es importante elegir las leches que contengan beta-palmitato, que sería el ácido palmítico más parecido al de la leche materna. Al ser mejor opción que el procedente del aceite de palma, el fabricante lo indica en su envase de manera bastante visible.
Qué dice la ley sobre el ácido palmítico en la leche infantil
Los preparados para lactantes y los preparados de continuación se rigen por el Real Decreto 867/2008, de 23 de mayo. Este reglamento prohíbe la utilización de aceites de algodón y de sésamo. En esta norma también se regula la composición en grasas, aunque no hay mención expresa hacia el ácido palmítico. Tal y como han interpretado diferentes nutricionistas y expertos, la inclusión del beta-palminato, el más similar al de la leche humana, depende de cada fabricante puesto que se considera un ingrediente funcional no obligatorio. No obstante, como se ha señalado con anterioridad, médicos, nutricionistas, endocrinos y matronas coinciden en la recomendación de dar leche materna, siempre que se pueda, por los excelentes nutrientes y vitaminas que le reporta al bebé.
Aportaciones de la leche materna
La leche humana contiene partículas que producen efectos químico-sensoriales en los niños pequeños y que, además, se relacionan con su aceptación posterior de nuevos alimentos. Pero esto no solo sucede con sabores habituales en la dieta de la madre, que podría hacer pensar que el bebé los acepta mejor cuando empieza la alimentación complementaria porque ya había estado expuesto a esos sabores y, por tanto, no le resultan extraños. Los niños alimentados con lactancia materna aceptan mejor incluso sabores de alimentos que la madre no consumía. Los pequeños alimentados con leche de fórmula, en cambio, no experimentan esas variaciones de sabor, textura y composición durante el periodo de lactancia exclusiva; su alimento es siempre igual y no tienen, en consecuencia, esa ventaja adaptativa.
Así pues, aunque la dieta de la madre varía el sabor de la leche, ya que hay compuestos responsables del sabor y del aroma que llegan a ella, no es posible establecer un patrón claro dieta-sabor. Además de las variaciones individuales de cada mujer, hay que tener en cuenta otros factores, como la cantidad de alimento ingerido, el resto de la dieta, la composición nutricional de la leche en ese momento, etc.
Por esta razón, no hay motivo para dar consejo dietético a las mujeres lactantes en función de que su ingesta afectará o no al sabor de la leche y a su aceptación por parte del bebé. Eso sí, siempre es buena idea alentar a que se siga una dieta saludable, no ya por lo que influya este factor en el sabor y composición de la leche, sino por el ejemplo que los hábitos de la madre y el padre puedan transmitir a los hijos y sus repercusiones en su salud futura. Por supuesto, es importante recordar que la lactancia materna es siempre la mejor opción y debería ser exclusiva hasta los seis meses.