Quienes fuman han oído infinidad de veces que tienen que dejarlo, que es malo para su salud… En efecto, el tabaquismo es una enfermedad crónica y adictiva reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un trastorno mental y del comportamiento. En la actualidad, supone la enfermedad más prevalente del mundo y se relaciona con la aparición de otras 29 patologías (cáncer, enfermedades pulmonares, enfermedades cardiacas…). Además, como consecuencia de la adicción al tabaco, cada año mueren en España más de 50.000 personas. Entonces, ¿por qué seguir fumando? ¿Qué hace tan difícil dejarlo? En este artículo se analizan las razones de por qué fumar es una conducta aprendida que se convierte en hábito y qué hacer para dejarlo.
Por qué fumamos
El consumo de tabaco es una conducta compleja que se explica en base a dos grandes factores: la adicción física, causada por la nicotina, y los hábitos de comportamiento.
Al igual que ocurre con otras actividades, como lavarse los dientes después de comer, fumar es una conducta aprendida que se convierte en hábito debido a:
- La práctica. Alguien que fuma una cajetilla de tabaco al día durante 25 años habrá repetido el acto de encender un cigarrillo 182.500 veces y se lo habrá llevado a la boca unas 2.737.500 veces. Pocos actos habrá repetido o repetirá en tantas ocasiones a lo largo de su vida. Por ello, la conducta de fumar termina automatizándose.
- La asociación. Cuando una persona fuma, no se queda parada, siempre está haciendo otras actividades a la vez, como conducir, tomar un café, estar con amigos… y su realización termina asociándose a tener un cigarrillo en sus manos. Si no se tuviera uno, se encontraría incómoda e incompleta.
- El refuerzo. Cuando uno fuma cree que cada vez que lo hace tiene consecuencias positivas en su persona, ya que estimula los centros de placer del cerebro.
Por todo ello, una conducta aprendida en un momento, con el tiempo termina convirtiéndose en un hábito de comportamiento estable y mantenido. Por eso, cuando alguien quiere dejar de fumar, además de superar la adicción a la nicotina, tiene que aprender a realizar actividades cotidianas sin acompañarlas del tabaco, lo que muchas veces es muy complicado.
Qué hacer entonces si es tan difícil
Si fuma y quiere dejar el tabaco, lo primero que debe hacer es buscar en su interior la motivación que le ayudará a lograrlo. Si no está motivado, no lo conseguirá; la decisión de dejarlo solo puede proceder de uno mismo. A cada persona le mueven unas determinadas razones, por ello tiene que buscar las suyas. Escriba todas y cada una de ellas, todas son válidas, y compárelas con las que le invitan a continuar fumando. Mire hacia qué lado se inclina la balanza: si cae hacia el lado de abandonar su hábito, no lo dude y comience su nueva vida.
Busque ayuda. No lo haga solo, sobre todo si ya lo ha intentado en ocasiones anteriores sin éxito. Consulte con su médico los diferentes tratamientos psicológicos (conductual y motivacional) y farmacológicos como los tratamientos sustitutivos de la nicotina (parches, chicles, vareniclina o bupropion) existentes y cuyo éxito está clínicamente probado.
Elija qué día comenzar su nueva vida. Es recomendable que sea dentro de unas tres semanas para poder prepararse, y siempre que las circunstancias que rodean a esa fecha sean adecuadas. Es decir, no elija una fecha en la que tenga una excesiva carga de trabajo, exámenes, un evento social… porque entonces será más complicado. El día D tiene que estar enmarcado en unas circunstancias favorables.
Conozca cuál es su hábito de consumo diario de tabaco. Para ello, registre cada uno de los cigarros que fuma durante una semana, anotando la hora a la que lo hace, qué actividad acompañaba a ese cigarro y cómo se ha sentido al fumarlo. Al final de la semana podrá hacerse una idea más concreta de cómo es su hábito.
Durante las dos semanas anteriores a la fecha elegida tiene que reducir el consumo de cigarrillos para favorecer este proceso. Algunos consejos que pueden ayudarle a conseguirlo es que no fume en cuanto le apetezca, deje pasar un tiempo; no acepte cigarros que le ofrezcan; fume marcas de tabaco que no le gusten, si es posible sin nicotina; y alargue el tiempo entre que se levanta y el primer cigarro, y entre que termine de comer y el cigarrillo de después.
El día anterior al Día D deshágase de todo lo que le provoca deseo de fumar y organice actividades para mantenerse ocupado durante el primer día de su nueva vida.
A partir del día elegido, piense al levantarte: «¡Hoy no voy a fumar!». Ese tiene que convertirse en su objetivo diario.
Si precisa ayuda para iniciar su nueva vida, puede descargarse la ‘Guía para dejar de fumar HappyAir‘ y consultar con nuestros profesionales sanitarios especializados a través del correo cuentanos@lovexair.com.