Las ensaladas, en general, se presentan como platos salados. Sus ingredientes principales son verduras y hortalizas, incluso en aquellas que incorporan cereales, como el arroz; carbohidratos, como la pasta; o proteína de origen animal, como el atún, el salmón o el pollo. Otras veces, buscando un contrapunto de textura y de sabor, las ensaladas contienen trocitos de fruta, desde pedacitos de fresa hasta frutas desecadas, como las uvas pasas. Sin embargo, estas son ligeras notas de sabor. En las siguientes líneas te damos cinco ideas para hacer ensaladas donde las hortalizas y las frutas comparten protagonismo.
1. Ensalada de naranja y cebolla
Así, como primera impresión, las cebollas y las naranjas pertenecen a universos paralelos, esos que pueden estar cerca pero difícilmente tocarse. No obstante, combinan muy bien. Unos trozos de naranja y unos aros finos de cebolla roja o dulce quedan muy ricos aliñados con un hilito de aceite de oliva y un toque mínimo de sal.
También se pueden añadir otros ingredientes, como tomate (muy refrescante en verano), un poquito de queso feta (en este caso, no se agregaría sal) o unas láminas finas de rabanitos, que pueden darle una chispa picante.
2. Ensalada de melón y pepino
Si el melón combina bien con jamón… ¿por qué no servirlo con otros alimentos, como el pepino? Esta ensalada, muy fácil de hacer y curiosa a la vista, no deja a nadie indiferente. Los colores de ambos ingredientes quedan bien cuando se sirven juntos y, además, se puede jugar con las formas de corte (en láminas, en rodajas, en bolas, en cubos…).
Al margen de lo gastronómico, una de las cualidades más interesantes de esta ensalada es su capacidad de hidratar, ya que el pepino y el melón son dos de los alimentos con mayor contenido de agua.
3. Ensalada con marisco, sandía y queso feta
También muy fácil de hacer, esta ensalada combina texturas, colores y sabores complementarios. La sandía es la base de este plato refrescante y veraniego. Su dulzor, más bien suave, marida muy bien con el sabor marino del marisco, que se puede incorporar con unos camarones o unos pequeños langostinos.
El elemento verde, la rúcula, aporta un toque de amargor muy interesante, mientras que el queso feta da el contrapunto salado y graso a esta curiosa ensalada.
4. Ensalada waldorf
Esta es, quizá, la más conocida de todas. El elemento estrella de esta ensalada es la manzana verde, que se acompaña de nueces y queso roquefort (u otro queso azul). En su concepción, es bastante similar a las tablas de quesos francesas, que se sirven con un detalle de frutas (muchas veces, uvas).
En el caso de la ensalada waldorf, el sabor algo ácido de la manzana complementa muy bien al del queso azul, que tiene mucha presencia gustativa en el plato. Las nueces dan el toque oleoso y un sabor algo más neutro, además de aportar muchos nutrientes interesantes.
Para hacer esta ensalada, que se presenta con la manzana cortada en trocitos pequeños (o, incluso, rallada), solo hay que tener la precaución de rociarla con un poquito de zumo de limón nada más cortarla, para evitar que se oxide y se oscurezca.
5. Ensalada de manzana verde con remolacha
Esta ensalada, además de tener un aspecto singular y unos colores llamativos, rompe con los patrones clásicos en los que la hortaliza es el elemento salado y la fruta aporta el dulzor. Aquí es al revés. La remolacha (que, en realidad, es una raíz) tiene su característico sabor dulce y una textura blanda y suave, mientras que la manzana verde es más ácida y turgente.
Se puede aliñar con aceite de oliva y una pizca de sal, como también agregar unas semillas por encima (sésamo blanco y negro o lino dorado), que, además de ser saludables, darán un toque de contraste muy bonito.