Ya hace semanas que los arenales están llenos de personas que disfrutan del sol y del mar. A pesar de que ir a la playa es una actividad saludable y placentera si se hace de manera adecuada, puede conllevar algunos riesgos que deben prevenirse, como la exposición excesiva al sol, irritaciones oculares por el agua marina o intoxicaciones alimentarias. El artículo explica cuáles son las principales amenazas de un día de playa y cómo se pueden prevenir.
1. Exposición imprudente al sol
La exposición al sol por sí misma no es perjudicial; tiene efectos positivos si se toma con moderación y se sabe cómo protegerse. Solo así se evitarán los riesgos de permanecer al sol mucho tiempo, uno de los factores de riesgo más importante de cáncer de piel, asociado sobre todo a un patrón de exposición intermitente, pero intensa, con episodios de quemaduras. El melanoma es uno de los tumores malignos cuya incidencia no desciende, pese a las numerosas campañas de prevención que destacan la importancia de protegerse bien de los rayos del sol.
La precaución en este campo es fundamental, y las medidas que ayudarán a hacerlo pasan por evitar estar mucho rato al sol; protegerse con parasoles, gorras, camisetas y gafas de sol; aplicarse siempre protector solar (mínimo de 30) media hora antes de la exposición y repetir cada dos o tres horas, después de sudar o bañarse; extremar las medidas de prevención entre las 11:00 y las 16:00 horas; vigilar en especial a los niños y personas mayores; y beber agua con frecuencia para evitar cuadros de deshidratación.
2. Irritación ocular por el agua de mar
Otro de los puntos sensibles del verano son los ojos, ya que factores como el aumento de la radiación solar, la arena de la playa, el agua del mar o una luz solar más potente favorecen las molestias oculares. Según el Consejo General de Ópticos-Optometristas, exponer los ojos a la sequedad del aire y al agua del mar puede conducir a varios problemas, como cataratas, ceguera temporal o conjuntivitis. Esta última es la patología más común. Consiste en una inflamación o infección causada por virus o bacterias o a una reacción alérgica a agentes irritantes como sustancias químicas que entran en contacto con los ojos. Los síntomas más comunes de la conjuntivitis son picor, ardor, enrojecimiento, lagrimeo excesivo o visión borrosa.
La exposición ultravioleta es acumulativa a lo largo de la vida y está relacionada con el desarrollo temprano de cataratasEs importante tener en cuenta que los rayos ultravioletas llegan en mucha más cantidad a los ojos en lugares como la playa, porque el agua actúa como espejo de estos rayos. Para evitar los riesgos asociados, es aconsejable utilizar gafas de sol con filtros protectores homologados, gorras con visera y no estar al sol durante las horas centrales del día y en exceso. No hay que olvidar que la exposición ultravioleta es acumulativa a lo largo de la vida y está relacionada con el desarrollo temprano de cataratas.
Otras amenazas del ojo son la sal de mar, que puede provocar irritaciones, por lo que es recomendable usar gafas de buceo en el baño o no abrir los ojos debajo del agua, y la arena de la playa, que puede entrar en el ojo. Un remedio efectivo en estos casos son las lágrimas artificiales, que refrescan y calman las molestias más leves.
3. Zambullidas peligrosas
Prácticas tan extendidas como tirarse de cabeza desde espigones o, incluso, desde la misma playa constituyen una de las principales causas de lesión de médula espinal. Según la Federación de Asociaciones de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de la Comunidad de Madrid (FAMMA), con el inicio de las vacaciones y el aumento de la práctica de deportes acuáticos, se aprecia un incremento del número de accidentes y lesiones medulares que pueden derivarse de una inadecuada zambullida en piscinas, ríos o mar, sobre todo en chicos de entre 15 y 30 años. Algunos de los consejos de esta federación son:
Evitar zambullirse con brusquedad y, si se hace, debe efectuarse desde un mínimo de un metro y medio de profundidad. No tirarse desde árboles o balcones.
No tirarse de cabeza en lugares donde no se sepa cuál es la profundidad, ya que un golpe podría provocar una lesión medular. Es mejor tirarse de pie antes que de cabeza. Y si se opta por hacerlo, es fundamental que los brazos se coloquen como prolongación del cuerpo para proteger cuello y cabeza.
No estar en lugares con poca profundidad y agua turbia.
No bañarse en aguas no aptas o por donde circulen motos acuáticas o lanchas.
Ante un accidente, inmovilizar el cuello y procurar no mover la columna. Evitar usar coches particulares para llevar al accidentado.
Además de las zambullidas, otro problema grave son los ahogamientos. Según datos de la Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo (RFESS), el número de muertes por ahogamiento en España en 2016 fue de 437, de las que 226 (un 52%) se produjeron en la playa, sobre todo durante los meses de mayo, junio, julio y, especialmente, agosto. Algunas medidas de prevención pasan por bañarse en aguas habilitadas para ello, sobre todo en zonas vigiladas, y evitar entrar en el agua de forma brusca, sobre todo después de tomar el sol o de comer.
4. Pícnics con riesgos
Las altas temperaturas que se alcanzan en la playa son la mejor condición para que se desarrollen los microorganismos patógenos (en especial E. coli y Salmonella) en los alimentos, responsables de la mayoría de toxiinfecciones alimentarias que suceden en verano. Para mantenerlos bajo control es recomendable consumir productos recién elaborados; hacer una elección del menú sencilla, es decir, que no requiera muchos preparativos ni tener que disponer de mucha infraestructura; lavar bien frutas y verduras y lavarse bien las manos; y no mezclar alimentos crudos con cocinados.
Un aspecto fundamental es conservar la cadena de frío y mantener, con neveras portátiles, la temperatura de refrigeración en los alimentos que así lo requieran. No deben dejarse a temperatura ambiente más de una hora. Es importante tener presente estas precauciones siempre, pero sobre todo en la manipulación de alimentos más sensibles como carnes, aves o huevos. También es recomendable beber agua embotellada.
5. Exceso de calor
El calor, cuando es excesivo y prolongado, obliga al cuerpo humano a un esfuerzo de adaptación para mantener la temperatura corporal normal, por lo que se suda más y las venas se dilatan, según el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. Son especialmente sensibles los niños, las personas mayores, las embarazadas y los lactantes, porque tienen mayor riesgo de deshidratación. Los principales síntomas son sed intensa, pérdida de apetito, fatiga, sensación de malestar, dolor de cabeza y dificultad para concentrarse.
Para evitarlo, el Ministerio aconseja beber mucha agua (evitar bebidas alcohólicas, café o té); permanecer en lugares frescos, en la sombra y tomarse una ducha o baño fresco; bajar las persianas para evitar que el sol entre directamente; ingerir comidas ligeras como ensaladas, frutas, verduras o gazpachos, que permitirán reponer las sales perdidas por el sudor; evitar actividades en el exterior durante las horas de más calor; usar ropa ligera de color claro; y protegerse del sol.