Las terapias denominadas “alternativas” o “complementarias” cada vez tienen más adeptos que buscan una opción distinta a la medicina occidental tradicional. Aunque algunas pueden ser útiles para aliviar algunos síntomas leves, hay que tener en cuenta que no se han demostrado eficaces para el tratamiento de enfermedades agudas ni graves y que, además, no están exentas de efectos secundarios. En este artículo se describe qué se considera una terapia alternativa o complementaria y qué peligro puede suponer para la salud.
¿Terapias alternativas o complementarias?
Dentro de las denominadas terapias alternativas, hay una gran cantidad de técnicas y procedimientos que cada vez más tiene más adeptos. Muchas veces se utilizan los calificativos «alternativas» y «complementarias» de manera intercambiable, sin embargo, son dos conceptos por completo diferentes según su forma de uso.
Si se emplea una práctica no convencional junto con la medicina convencional, se la considera complementaria y, si esta se utiliza en lugar de la tradicional, se la llama alternativa. La mayoría de usuarios combinan los métodos no convencionales como una ayuda a la medicina occidental.
El National Center for Complementary and Integrative Health de EE.UU. cifra en más del 30% de los adultos y cerca del 12% de los niños los que usuan este tipo de terapias desarrolladas fuera de la medicina tradicional occidental o convencional. Uno de los objetivos de este organismo gubernamental que pertenece a los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) es aportar evidencia sobre los enfoques de salud alternativos, para determinar qué ayuda y por qué, qué no funciona y qué es seguro. A grandes rasgos, los clasifica en tres grandes grupos:
- Sistemas integrales, que abarcan la medicina ayurvédica, medicina tradicional china, homeopatía y naturopatía.
- Las terapias naturales, que incluyen una gran variedad de productos como plantas, vitaminas, minerales y probióticos, a menudo vendidos como suplementos dietéticos.
- Prácticas de mente y cuerpo, que incorporan un grupo diverso de procedimientos o técnicas administrados o enseñados por un practicante o maestro entrenado, como el yoga, la quiropráctica, la osteopatía o la meditación. En este grupo también están las técnicas de relajación, el tai chi, el qi gong, el reiki, la hipnoterapia y distintas terapias de movimiento, como el método de Feldenkrais, la integración estructural de Rolfing y la integración psicofísica de Trager.
Riesgos de las terapias complementarias y alternativas
Las terapias alternativas, incluso las basadas en el uso de plantas, pueden provocar efectos secundarios indeseables.
Hay que partir de la premisa de que todos los tratamientos, incluso los convencionales, pueden tener riesgos. Sin embargo, cuando se trata de técnicas sin ninguna prueba científica sobre su eficacia, como en el caso de las terapias complementarias o alternativas, el peligro se incrementa de manera exponencial, y no son pocos los riesgos de las terapias alternativas.
Este tipo de terapias -hasta las que se basan en el uso de plantas, productos naturales o suplementos «dietéticos»– no está exento de efectos secundarios e interacciones si se combinan con fármacos convencionales.
Ante una enfermedad, sobre todo si reviste gravedad para la vida de la persona, como un cáncer, hay que tener cuidado extremo y desconfiar de las terapias alternativas. La razón de esta desconfianza estriba en el peligro que supone oponerse o posponer un tratamiento que se ha demostrado eficaz científicamente y crear una falsa sensación de seguridad. Un reciente estudio publicado en JAMA Oncology señala que cuanto mayor número de terapias complementarias utilizan las mujeres con diagnóstico de cáncer de mama, más probabilidad hay de que rechacen la quimioterapia. Y también apunta que cuando más se alarga el inicio de este tratamiento, las posibilidades de curación disminuyen.
Otro aspecto que no hay que olvidar es que algunos terapeutas alternativos proponen abandonar la medicina tradicional con la promesa de que su procedimiento o técnica es más eficaz para tratar la enfermedad en cuestión.
Cuidado con las terapias alternativas para tratar el cáncer
Desde la Asociación Española contra el Cáncer advierten que hay que ser muy cuidadoso con las terapias alternativas y complementarias. Aconsejan que es fundamental informarse bien de los datos científicos sobre la eficacia del tratamiento y del riesgo que implica.
Y es que, aunque existe una cantidad considerable de información científica que señala que algunos métodos complementarios podrían ayudar a controlar algunos síntomas del cáncer y los efectos secundarios derivados de la quimioterapia, los estudios científicos son limitados. Tampoco hay datos fehacientes que muestren que algún método alternativo consiga curar o frenar el cáncer e, incluso, prevenirlo.
Por ello es vital no reemplazar el tratamiento médico convencional ni retrasarlo y, en el caso de que se esté tomando algún tipo de producto o se prevé utilizar, se consulte siempre con el médico o el especialista de referencia. También insisten en la necesidad de ser muy escrupuloso al escoger al profesional encargado de aplicar la técnica elegida.