Cuando llega el otoño, en centros de salud y en hospitales atienden a muchos bebés con bronquiolitis, una de las enfermedades más frecuentes entre los menores de un año de edad. Aparece sobre todo entre octubre y enero, lo que genera importantes epidemias. En España cada año ingresan entre 12.000 y 14.000 niños con bronquiolitis aguda. La frecuencia de hospitalizaciones en menores de dos años se sitúa entre el 1% y el 3,5%, mientras que la de consultas en Atención Primaria por esta causa es de entre el 4% y el 20%. En plena temporada, este artículo explica todo lo referente a la bronquiolitis: qué es, sus síntomas, cómo actuar y de qué manera prevenirla.
¿Qué es la bronquiolitis?
La bronquiolitis es una infección de las vías respiratorias provocada por algún virus respiratorio. El más frecuente es el virus respiratorio sincitial, también llamado VRS.
Todo el mundo es susceptible de ser infectado por este tipo de virus, pero si bien un adulto puede notar su presencia como un simple resfriado, para un bebé puede llegar a ser un problema muy serio.
La bronquiolitis afecta sobre todo a los más pequeños durante su primer año de vida y cada vez con más frecuencia a los menores de tres meses, incluso en sus primeros 30 días. Estos niños tienen las defensas más débiles y son más vulnerables a los efectos perjudiciales de los virus.
¿Cuáles son los primeros síntomas de la bronquiolitis?
Sus primeros síntomas no se diferencian demasiado de los del inicio de un típico resfriado: presentan mucosidad nasal (a menudo transparente) y tos (que tiende a ser seca). Entonces… ¿cuándo hay que empezar a preocuparse?
Si bien las primeras señales parecen no ser muy alarmantes, a los 2-4 días de su aparición se observa que al bebé le cuesta respirar: respirará más deprisa y hundiéndose la piel entre las costillas. En estos casos, el virus está atacando las pequeñas vías aéreas, el aire tiene dificultades para pasar a través de ellas y el niño tiene que hacer mucho esfuerzo para conseguir que el aire continúe avanzando por las vías respiratorias.
En estas circunstancias, el pequeño se encontrará muy cansado y tendrá dificultades para comer. En algunas ocasiones, es posible que presente algún otro síntoma como fiebre.
¿Qué se puede hacer ante síntomas de bronquiolitis?
Si se ve que el bebé tiene dificultades para respirar, sin duda habrá que acudir al médico. Si es leve, quizá se tenga que pasar la infección en casa, fraccionando las tomas de la alimentación, lavando la nariz de manera adecuada (no dude en acudir a un fisioterapeuta experto en el tema para guiarle) y dejando que el cuerpo luche contra la infección.
Pero en bastantes ocasiones será necesario ingresar al pequeño en el hospital, para administrarle oxígeno, aplicarle nebulizaciones o incluso más ayuda para respirar en la UCI.
En el momento más agudo de la bronquiolitis no se recomienda la fisioterapia respiratoria. Pero cuando la inflamación más aguda ha remitido y hay exceso de mucosidad, las técnicas de fisioterapia que se basan en la espiración lenta pueden mejorar el estado del niño y, sobre todo, prevenir futuras complicaciones por exceso de moco.
La mitad de los bebés que padecen una bronquiolitis quedarán con sus bronquios más sensibles a nuevos virus respiratorios y tendrán bronquitis de repetición durante los primeros años de vida. En estos casos, cuando hay exceso de mucosidad en los pulmones, la fisioterapia respiratoria bien aplicada es un aliado fundamental para la gestión de las infecciones pulmonares.
Cómo prevenir la bronquiolitis
La prevención es fundamental para evitar que aparezca la enfermedad. Como se contagia como un resfriado, las medidas que hay que tener en cuenta serán las siguientes:
- Lavarse siempre las manos con agua y jabón antes de coger o tocar al bebé.
- Utilizar pañuelos de papel desechables y lavarse las manos después de usarlos y tirarlos.
- Limpiar con agua y jabón los objetos que tocan los niños, sobre todo si alguien resfriado los ha tocado.
- Toser hacia otro lado tapándose la boca con el antebrazo.
- Evitar fumar tanto dentro de casa como en el coche. El tabaco hace que las vías respiratorias estén más sensibles al daño originado por los virus. Las partículas del tabaco quedan en el ambiente durante mucho tiempo.
- Ventilar las estancias a diario, sobre todo si hay personas con catarro o gripe.
- Vigilar la calidad del aire, la humedad (alrededor del 30%-40%) y la temperatura.
- Evitar las aglomeraciones y los lugares cargados y cerrados.
- Retrasar al máximo la entrada a la guardería, si es posible.
- Intentar evitar el contacto directo del bebé con personas resfriadas.
Para más información, visite la web de la Fundación Lovexair o contacte con sus profesionales sanitarios a través del correo: cuentanos@lovexair.com