El buen tiempo de la primavera llena de niños los parques infantiles, y de patinetes de tres y dos ruedas, triciclos, motos correpasillos, bicicletas con ruedines y, desde hace unos años, también de bicis sin pedales. Las conocidas como bicicletas de equilibrio o de aprendizaje han desbancado a los métodos tradicionales para enseñar a los más pequeños a andar en bici. En el siguiente artículo se detallan las ventajas de las bicicletas sin pedales y en qué hay que fijarse para comprar una.
El 75 % de los hogares en nuestro país tiene al menos una bici y la media casi llega a las dos unidades por casa, según el último ‘Barómetro de la Bicicleta en España‘. El sondeo, que se hizo en junio de 2017, confirma que un 48 % de la población española mayor de 12 años emplea este medio de transporte. Sin embargo, entre los más pequeños, estas cifras aumentan: más del 70 % de los niños entre 5 y 14 años tienen la saludable costumbre de montar en bicicleta, como refleja el Comité de Seguridad y Prevención de Lesiones Infantiles de la Asociación Española de Pediatría (AEP).
Para que estos datos crezcan, o al menos se mantengan, el trabajo previo es fundamental. Muchos de esos menores se habrán familiarizado con su uso porque sus padres les habrán llevado en la silla de la bicicleta. Y la gran mayoría habrá aprendido a manejarse con las dos ruedas con el método tradicional, es decir, primero subidos en cuatro ruedas, ayudándose de los ruedines, y después, haciendo equilibrios sobre dos.
Ventajas de las bicicletas sin pedales
Pero desde hace un tiempo, un nuevo sistema para aprender a andar en bici está resultando mucho más efectivo. Son bicicletas sin pedales o también llamadas de equilibrio. «Este método también se usa con personas mayores que no han aprendido en su juventud o niñez», recuerdan desde el club ciclista Baraka Bike. «La técnica se basa en bajar el sillín al máximo, de manera que apoyen los pies en el suelo, impulsarse con ellos y, paulatinamente, a medida que se coge equilibrio, ir usando los pedales», describen desde la sociedad deportiva que ha puesto en marcha una Bike Eskola (escuela de bicis) para chavales entre 6 y 14 años.
Con las bicicletas conocidas también como «de aprendizaje» se ayuda a gestionar el equilibrio sin peligro de caerse, un objetivo que se tardaba en conseguir tras utilizar triciclos o los clásicos ruedines. El desarrollo del sentido del equilibrio de forma natural, sencilla y progresiva es la principal aportación de estas bicicletas para los más pequeños que aún no lo han adquirido. Pues a los dos años, que es cuando se puede empezar a andar en estas bicis, todavía no tienen asimilados movimientos como apoyarse con un solo pie (3 años), caminar sobre líneas curvas marcadas en el suelo (4 años) o mantener el equilibrio estático con los ojos cerrados (6 años).
Y este aspecto es más importante de lo que parece. «Si el equilibrio es defectuoso, además de ocuparse de coordinar los movimientos, el cuerpo tiene que gastar energía en una lucha constante contra el desequilibrio y la caída. Esto explicaría la torpeza de algunas personas, la imprecisión, la presencia de sincinesias (movimientos involuntarios e inconcientes por la por la contracción no voluntaria de un grupo muscular) e, incluso, la generación de estados de ansiedad y angustia. De hecho, se ha comprobado la relación existente entre las alteraciones del equilibrio y los estados de ansiedad», recoge la ‘Unidad didáctica: ¡cuidado no te caigas! El equilibrio‘ del IV Congreso Internacional de Ciencias del Deporte y la Educación Física.
Además del equilibrio, el niño adquiere control, seguridad y confianza en la conducción, lo que hace que «pierdan miedos y aprendan muy rápido a andar en bici», apuntan en Baraka Bike desde su propia experiencia con los menores. El pequeño experimenta la velocidad y disfruta de su libertad de movimientos e independencia. Montar en este tipo de bicis fomenta su habilidad psicomotora y mejora su sentido de la orientación. Favorece su fuerza muscular en brazos y piernas y perfecciona sus aptitudes de agilidad y coordinación. En el campo cognitivo, le ayuda a desarrollar la percepción visual que tiene del entorno.
Por otro lado, como cualquier otro deporte, ir en bici le mantiene activo, lo que beneficia su salud física, mental y su aprendizaje y potencia sus habilidades sociales. Y como lo puede hacer desde los dos años, muy pronto comienza a asimilar valores relacionados con el respeto al medio ambiente y el uso de la bicicleta como medio de transporte sostenible, sin olvidarse de que va tomando contacto con las normas de circulación y seguridad vial, como llevar siempre casco.
Comprar una bicicleta sin pedales: qué tener en cuenta
Las bicicletas de aprendizaje son poco pesadas: no llevan pedales ni, por lo tanto, cadenas y la mayoría tampoco frenos, pues un sistema de frenado convencional dificultaría a estas edades el manejo del vehículo. Y, precisamente, esta ligereza es un aspecto importante a la hora de decantarse por un modelo u otro, tanto para el pequeño que tendrá que esforzarse más, como para los padres que tendrán que cargar con ellas en más de una ocasión. Los expertos recomiendan que nunca superen el 30% del peso del niño.
El tamaño de la bici es otro punto que hay que tener en cuenta. Para ello hay que fijarse en el asiento (que sea regulable y que permita al niño mantener la columna a 90 grados respecto del suelo con una ligera semiflexión de brazos y los pies tocando el firme) y los neumáticos (de espuma o de aire).
En cuanto al precio -las hay por 40 euros y por 300 euros-, lo idóneo es decantarse por un modelo intermedio resistente. Y es que, por supuesto, el sillín, el manillar y las propias ruedas tienen que ser de calidad. Da igual que la estructura sea de madera, como las Roda, o de metal. Lo importante es la resistencia.