Comer de todo y no engordar. O, por el contrario, subir de peso con solo mirar el pan de reojo. Muchas veces se escucha este tipo de afirmaciones en las que sobrevuela la idea de que hay personas que tienen un metabolismo privilegiado y que pueden permitirse más excesos con la dieta que otras. ¿Es así? ¿En realidad hay gente con un metabolismo mejor? Y, en todo caso, ¿es posible reeducar el que se tiene? Sobre estas cuestiones trata el siguiente artículo.
¿Podemos cambiar nuestro metabolismo?
El metabolismo es modulable por muchos factores; no viene dado únicamente por la genética. Por tanto, no estamos «condenados» a vivir con el que nos ha tocado para siempre. Hay parte de él que se puede modular.
Para hacer una metáfora sencilla de entender: es como el aspecto físico de cada uno. Hay ciertas características que serán estables durante la vida adulta, o al menos son poco modificables: la envergadura, la altura, el tamaño de los ojos, el tamaño de las manos… Sin embargo, sí es posible hacer un cambio notable en la composición corporal y modificar los compartimentos de masa grasa o masa muscular en el cuerpo.
Esto, llevado al metabolismo, significa que hay cosas que vienen dadas e impuestas por la genética y fisiología general, pero, luego, hay ciertos aspectos del metabolismo que son modificables por cuestiones hormonales, por el entrenamiento (adaptaciones al ejercicio), por los alimentos que se comen (nutrigenómica) o por los hábitos de vida (sueño, descanso, consumo de sustancias, etc.).
Cómo podemos «cambiar» nuestro metabolismo: ejemplos
Cuando se habla de «cambiar el metabolismo» no se refiere a crear nuevas rutas metabólicas o a los aspectos básicos de la bioquímica que rige el cuerpo, sino a cómo se pueden hacer más eficientes o menos eficientes algunos procesos de obtención o de almacenamiento de energía. Por lo tanto, sí, se puede variar, aunque quizás no en el sentido que se pensaba.
Por ejemplo, hoy en día se sabe, entre otras cosas, que no todo el mundo responde igual a la ingestión de los mismos alimentos, que la privación de sueño o del descanso afecta de forma notable al gasto energético de las personas, que modificar el peso tiene repercusiones hormonales (en el tejido adiposo o en las hormonas tiroideas). También es conocido que las condiciones de nuestro entorno, como la exposición al frío, pueden cambiar la cantidad de energía que la persona gasta en su metabolismo basal o, incluso, que entrenar bajo ciertas condiciones de ayuno o con menos reservas energéticas puede provocar adaptaciones. Son ejemplos fascinantes de cómo el metabolismo se puede modular. Por eso hay que considerar estas variables para entender que irán cambiando a lo largo de la vida de la persona.
Por lo tanto, si se tiene en cuenta que el metabolismo basal ya es diferente en cada persona por motivos de composición corporal (coloquialmente determinado por sexo, edad, altura, peso…), y a eso se le añade que se puede modular el metabolismo, sí que es posible afirmar que hay personas que tienen un «mejor» metabolismo que otras, al menos desde el punto de vista de una obtención o almacenamiento de energía más o menos eficiente.
¿Podemos culpar al metabolismo de nuestro estado de salud?
Parcialmente y, depende del caso, en mayor o en menor medida. Hay escenarios en los que las personas tienen una genética o unas condiciones de salud que les dificulta respecto a otras de su entorno a encontrarse en normopeso, a pesar de seguir los mismos hábitos. Son casos en los que las personas pueden: o bien almacenar un mayor porcentaje de energía de la que consumen o, por el contrario, no gastar tanta energía con su metabolismo basal.
Una de las condiciones más conocidas en este sentido es la del hipotiroidismo, una afección hormonal que afecta a la obtención de energía por parte del cuerpo, debido a la baja actividad de las hormonas que segrega la glándula tiroides. Al ser muy conocida y extendida, esta clase de afecciones hormonales muchas veces siembra en la población el mito de que está en sobrepeso única y exclusivamente por culpa de su metabolismo.
¿Puedo decir que estoy engordando por mi metabolismo?
Sin duda, el metabolismo influirá en el balance y resultado final, pero atribuir esa ganancia de peso solo al «mal» metabolismo sería un error. Incluso en personas que tienen problemas hormonales, se puede corregir con terapia y buena alimentación.
Además, no hay que olvidar que el cuerpo no es capaz de generar energía de la nada. Iría contra las leyes de la termodinámica que una persona que estuviese consumiendo una dieta muy baja en energía acabase almacenando esa energía en forma de grasa. Es físicamente imposible acumular más energía de la que se toma.
Muchas veces, el argumento de «engordo por mi metabolismo» se usa como pantalla de humo de la realidad, para colocar fuera la responsabilidad. Las personas suben de peso porque siguen una mala alimentación que provoca, por diferentes motivos, ingerir un exceso de kcalorías: falta de saciedad, consumo de alimentos muy palatables, alta densidad energética de la dieta, etc.
El metabolismo sí se puede cambiar, y que incluso se puede «entrenar», pero no hay que caer en el error de lanzar balones fuera diciendo que es el responsable único de llevar a la gente al sobrepeso y la obesidad. Ese mal metabolismo es un campo abonado para que se facilite y se desarrolle esta condición, pero para ello hay que sembrarlo con una mala alimentación, semilla que es la verdadera responsable de que florezca.