No se parecen en nada a una novela, pero, una vez que se aprende a descifrar los secretos que albergan, las etiquetas alimentarias pueden contar historias igual de interesantes, sobre todo cuando se trata de seleccionar alimentos saludables y entender lo que se está comprando. Para ayudar en esta tarea, conviene repasar los elementos generales del etiquetado, acompañados de claves para saber en qué fijarse. A continuación se dan siete.
1. Denominación
Es la descripción técnica del producto, en la que se especifica exactamente qué se ofrece. Se hace en base a la denominación jurídica del alimento establecida por la Unión Europea y, en caso de que esta no exista, se recurre al nombre con el que este se conoce habitualmente o a una descripción (por ejemplo, «preparado lácteo a base de leche desnatada»). A veces, si la formulación es sencilla (mantequilla, zumo de uva…), ayuda a despejar dudas en caso de que el nombre comercial no sea claro.
2. Nombre comercial e identificación de la empresa
La forma en la que un producto se presenta ante el consumidor es relevante, ya que, junto al nombre, muchos alimentos contienen reclamos como «receta artesana», «elaboración casera» o «ingredientes naturales». Los expertos recomiendan no dejarse llevar por estos mensajes publicitarios, puesto que, en la mayoría de los casos, o son demasiado ambiguos, o solo hacen referencia a una de las múltiples características del alimento, lo que puede acabar llevando a engaño.
En cuanto a la identificación de la empresa, debe constar el nombre y la dirección del fabricante para posibles reclamaciones.
3. Los ingredientes
En este apartado se incluye una lista donde se recogen todos los componentes del producto y se indica, con una tipografía distinta, aquellas sustancias que pueden causar alergias o intolerancias. Lo más interesante es que los ingredientes aparecen enumerados de mayor a menor, en función del porcentaje de los mismos presente en el alimento. Es decir, el ingrediente mayoritario aparecerá en primer lugar, y así de forma sucesiva.
Esta información resulta muy útil para comprobar, por ejemplo, si en los productos basados en un ingrediente en concreto, como los palitos de cangrejo o los yogures de frutas, es este el que prima, o no, sobre los demás. También se puede ver la cantidad de pescado que hay en los palitos de merluza o de carne en las salchichas.
Otra curiosidad es que el porcentaje de alcohol solo se especifica en las bebidas que contengan un volumen superior al 1,2 %, lo que hace que, en proporciones muy bajas, este pueda estar presente sin que aparezca reflejado.
4. Fecha de duración mínima y de caducidad
La fecha de caducidad indica el momento después del cual la ingestión del alimento puede entrañar riesgo para la salud. Sin embargo, un consumo preferente señala que, pasado un periodo determinado, ciertas características físicas del producto «como el olor, el color, el sabor o la textura» pueden verse alteradas, pero sin que su ingesta llegue a resultar peligrosa.
5. Condiciones especiales de conservación y uso
En este apartado se especifican las recomendaciones básicas sobre el correcto almacenamiento del producto una vez abierto. Así, es posible saber si este se debe conservar o no refrigerado y de cuánto tiempo se dispone para su consumición antes de que se eche a perder.
6. Tabla nutricional
Según el Ministerio de Sanidad, la tabla nutricional aporta información sobre el valor energético del producto, expresado en kilojulios (kJ) y kilocalorías (kcal), y la presencia obligatoria de los siguientes nutrientes: grasas, grasas saturadas, hidratos de carbono, azúcares, proteínas y sal.
Solo es de obligado cumplimiento en aquellos casos en los que el producto haga una declaración nutricional del estilo «bajo en sal», «sin azúcares añadidos», «rico en vitamina B12», etc. Sin embargo, muchos fabricantes optan por dar esta información siempre por transparencia. Los productos sin transformar o curados que incluyen un solo ingrediente, agua, sal, especias, té, vinagres y los aditivos alimentarios están exentos de contener esta información.
Los valores se presentan por cada 100 gramos o 100 mililitros, lo que permite comparar productos entre sí, y se acompañan del porcentaje que representan estas cantidades sobre la ingesta diaria de referencia por persona. Esta última es una estimación que se hace para un adulto medio que ingiera 2.000 kcal al día, por lo que las proporciones no se ajustan por igual a todos los consumidores, ya que entran en juego el peso y la actividad física de cada uno.
Según la Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA), un alimento es alto en un nutriente específico cuando tiene el 20 % o más de la ingesta de referencia, y bajo, cuando tiene el 5 % o menos. Esta institución recomienda platos que contengan cantidades altas de calcio, fibra, potasio, vitamina A y vitamina C, mientras que desaconseja abusar de grasas (en especial las saturadas), colesterol y sal.
7. Lote de fabricación
Señala el conjunto de unidades de un producto fabricado y envasado en condiciones homogéneas, para que las autoridades puedan retirarlo en caso de riesgo. Se indica con la letra «L» seguida de un número, que puede identificarse con la fecha siempre que esta incluya al menos el día y el mes.