Si viajará en los próximos meses a otro país, tendrá ya reservados los vuelos y hoteles, se habrá hecho con alguna guía turística y hasta pensado qué llevará en la maleta. ¿Aún no ha ido a su médico de familia o un centro especializado en medicina del viajero? Desde el Ministerio de Sanidad es la primera recomendación que hacen para quienes tienen previsto hacer un trayecto internacional. Y ya empiezan a acumularse las solicitudes. Y es que, por prevención, hay que programar con tiempo los aspectos sanitarios de las vacaciones, sobre todo en caso de padecer alguna enfermedad que requiera de algún medicamento específico. Y no son pocos. A continuación, se desgranan seis puntos que se deben tener en cuenta para que el viaje transcurra con salud.
1. Documentación y seguro médico
En España, es suficiente con llevar la tarjeta sanitaria. Pero en los países del Espacio Económico Europeo y Suiza, la Tarjeta Sanitaria Europea (TSE) permite el acceso a sus sistemas nacionales de salud, en las mismas condiciones que los habitantes de esos países.
Para obtener el mismo trato en el resto del extranjero, hay que suscribir un seguro médico que tenga plena cobertura (asistencia médica, traslados al hospital, rehabilitación…) en caso de enfermedad o accidente durante el viaje, incluida la repatriación en avión. Y es que, como recuerdan desde el Ministerio de Asuntos Exteriores, la evacuación de un enfermo en avión medicalizado desde EE.UU. puede costar «en torno a los 50.000 euros o, sobre los 20.000 euros», si el regreso del paciente encamado es en un vuelo regular acompañado por un médico.
Quienes cuenten ya con seguro médico, antes de partir deben verificar qué coberturas tiene y, después, llevar la tarjeta sanitaria personalizada con el número de póliza y con el teléfono al que llamar en caso de emergencia. De todas formas, lo mejor es acudir a las Direcciones Provinciales del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS), donde informan de los acuerdos sobre prestaciones de asistencia sanitaria que España tiene establecidos con otros países.
¡Importante! Si en el viaje se desarrollarán deportes de riesgo, como submarinismo o parapente, es conveniente confirmar que el seguro contratado cubre todas las actividades. Las relacionadas con el mundo del motor (ralis, motos de agua y nieve, canopy, etc.) suelen precisar de una cobertura específica. Y en el caso de deportes de elevado riesgo (alpinismo, espeleología, etc.), la cobertura de la póliza debe incluir expresamente la realización de esa actividad en el extranjero y ser suficiente para hacer frente a todo lo que tenga que ver con el rescate, la evacuación médica o el traslado de restos mortales. Tener un accidente al hacer trekking en Mongolia o recorrer el desierto de Marruecos en moto podría resultar muy caro.
2. Vacunación
«No hay que viajar asustados, pero sí tomar precauciones con cabeza. No nos la podemos jugar por una malaria, cuando tenemos medios para evitar contraerla «, sostiene Fernando de la Calle, uno de los siete médicos de la Unidad de Medicina Tropical y del Viajero del Hospital La Paz-Carlos III de Madrid. Por ella pasan al año unas 10.000 personas en busca de consejos, atención personalizada y administración de vacunas por un viaje al extranjero.Este centro de vacunación internacional es uno de los 101 que existen en España donde poder informarse de todo lo relacionado para viajar con salud. Incluso tiene una unidad para niños viajeros. Para ser atendido en ellos hay que pedir cita previa, y cuanto antes. No solo porque a estas alturas del año ya se empiezan a acumular las solicitudes, y pedirla tarde supondría quedarse sin vacunas e igual sin viaje (hay países donde exigen el certificado vacunal); sino porque, «para que sean efectivas, las vacunas necesitan generar anticuerpos (7-10 días), algunas precisan de dosis de refuerzo y tienen efectos secundarios que es mejor no pasarlos de vacaciones», recuerda el especialista.
Hoy en día, es obligatoria la vacunación contra: la fiebre amarilla en África y América del Sur (últimamente en zonas de Brasil como Río de Janeiro o Sao Paulo); la meningitis meningocócica en Arabia Saudí a todos los peregrinos que visitan La Meca; y la poliomielitis a los viajeros procedentes de países con notificación de presencia de poliovirus salvaje que quieran viajar a países libres de esta enfermedad. Pero hay muchas más recomendables, según la región y el viajero. El dengue y la fiebre de chikungunya en India o el zika en el sudeste asiático son algunas de las enfermedades tropicales más nombradas en los últimos años, frente a las que se aconseja este tipo de prevención.
3. Botiquín de viaje
Llevar en el botiquín de viaje un medicamento para la diarrea salvó el safari en Kenia que María Calvo habría soñado tras su boda. «Había agua embotellada para todo, pero mi marido, al lavarse los dientes, bebió un poco de agua del grifo y se puso fatal. Menos mal que preparamos el botiquín a conciencia», rememora. Y es que el idóneo, además de ligero y resistente y ocupar poco espacio, debe contener lo necesario, según el lugar de destino y la duración del viaje.Para los destinos tropicales, por lo tanto, no solo albergará por prevención un desinfectante y material de cura de fácil aplicación, sino también cremas solares, un repelente de mosquitos, medicamentos contra la malaria y sales de rehidratación oral. En los centros como el madrileño informarán si es necesario llevar antibióticos o preparados contra la diarrea del viajero. Y por si hubiera que administrarse un medicamento inyectado, lo recomendable es incluir jeringas y agujas desechables.
Por su parte, los enfermos crónicos deben llevar consigo un informe detallado y actualizado (en castellano e inglés) de su médico de familia, donde se recojan sus afecciones y tratamientos. Además, se tienen que proveer de las recetas necesarias, pero también de más cantidad de medicación en diferentes zonas del equipaje (en el de mano fundamental), pues algunos fármacos, aun con receta, a veces son muy complicados de conseguir en determinados países y hasta, en ocasiones, «son falsos, del mercado negro», apunta De la Calle. Los alérgicos deben ser previsores e informarse de estación del año en la que se estará en el lugar, pues se podría sufrir una crisis durante el periplo. Y en los diabéticos, el cumplimiento terapéutico es fundamental.
4. Consejos en destino
Durante los trayectos largos, hay que seguir una serie de indicaciones (levantarse cada hora, caminar un poco, hacer estiramientos) para evitar el síndrome de la clase turista y, ya en el destino, también habrá que hacer lo propio para minimizar los efectos del desfase horario o jet lag.
Pero las vacaciones pueden complicarse por las peculiaridades de los países, por lo que habrá que tener en cuenta los consejos generales que trasladan desde Sanidad Exterior:
- Mayores, niños y embarazadas. Se debe extremar la protección contra el sol y el calor en países tropicales por el riesgo de insolaciones y deshidrataciones. Un estado de deshidratación aguda puede provocar la muerte del pequeño en pocas horas.
- Vestuario cómodo. Es conveniente que la ropa sea de fibras naturales (algodón, lino, etc.), ligera, no ajustada y de colores claros, mientras que se recomienda usar un calzado amplio y ventilado para evitar infecciones por hongos. Sacudir todas prendas y plancharlas con mucho calor servirá para prevenir picaduras.
- Altitud, sol, humedad y calor. Atención a los signos de agotamiento, pérdida de líquidos y sales minerales o golpe de calor. Tomar té y bebidas ricas en sales minerales (zumos de frutas y legumbres, caldos de verduras, etc.) puede ayudar a reponerse. La protección solar con sombreros, gafas y cremas servirá de prevención ante insolaciones y quemaduras. Aclimatarse a las altitudes elevadas requiere de unos cuantos días, pero no en el caso de las personas con algunas enfermedades pulmonares, para quienes están contraindicadas.
- Cuidado con el agua. Este líquido es un importante transmisor de enfermedades infecciosas, por lo que es aconsejable beber agua embotellada y precintada o bebidas calientes, como té o café; cubitos de hielo, no. «En el caso de zonas rurales, como aldeas de Nepal, las pastillas potabilizadoras no deben faltar», recomienda el médico.
- Atención a los alimentos. La diarrea del viajero es la enfermedad más frecuente. Así que no son pocas las medidas de prevención: no ingerir verduras ni moluscos crudos; las carnes y los pescados deben estar bien cocinados; consumir solo fruta pelada; no tomar leche ni sus derivados sin higienizar; y prestar especial atención a la repostería y los helados. El crucero soñado puede convertirse en pesadilla con Salmonella y norovirus como compañeros de viaje.
- Ojo con los baños. En aguas dulces de los trópicos, mejor ni entrar. Solo son seguras las piscinas con agua clorada. Mientras, en el mar habrá que tener cuidado con las picaduras de medusas y usar calzado que proteja de las mordeduras y picaduras de los peces, contra la dermatitis por los corales y contra los crustáceos, mariscos y anémonas de mar tóxicos.
- Protección contra los animales. Hay que evitar el contacto con cualquier animal, incluidos los domésticos, pues cabe la posibilidad de que no estén controlados sanitariamente y contagien de la rabia o ciertas fiebres hemorrágicas virales, por ejemplo. Especial cuidado habrá que tener por la noche ante serpientes y escorpiones y, por supuesto, ante los vectores que transmiten enfermedades infecciosas, como la malaria (mosquito Anopheles) o la encefalitis centroeuropea (garrapata). Acampar en Centroeuropa o en plenas montañas rocosas de EE.UU., viajar en tren por India o hacer un crucero por el río Nilo sin atender a estos consejos, puede ser contraproducente.
- Infecciones de transmisión sexual. Las ITS como la hepatitis B, el VIH/SIDA y la sífilis han aumentado en todo el mundo, por lo que se insiste en utilizar siempre el preservativo, ya que es la medida más eficaz para evitar el contagio.