La insuficiencia cardiaca es la primera causa de ingreso hospitalario para los mayores de 65 años. A partir de los 45 años, afecta a casi el 7 % de la población, y con 80 lo hace al 20 %. ¿Por qué se produce? Los especialistas responden que no se puede determinar una sola causa. El corazón puede estar debilitado debido a una hipertensión arterial padecida durante varios años o por haber pasado por alguna enfermedad coronaria como infarto o angina de pecho. También puede deberse a valvulopatías y enfermedades del miocardio o del pericardio. En los países industrializados, estos son los principales desencadenantes de la insuficiencia cardiaca, mientras que en los que están en vías de desarrollo se achaca a causas infecciosas. En este artículo se detalla en qué consiste la insuficiencia cardiaca y las maneras de evitarla, además de cómo influye el déficit de hierro en ella.
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Pero ¿en qué consiste esta patología por la que 45 personas mueren a diario en nuestro país? «Es una situación en la que el corazón es incapaz de bombear sangre en cantidad suficiente para llevar riego a todos los órganos del cuerpo», explica el doctor Javier Segovia, presidente de la Sección de Insuficiencia Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), quien añade que se manifiesta principalmente de dos formas:
- por un lado, la falta de riego en los órganos se traduce en fatiga, falta de fuerza muscular y palidez, entre otros síntomas.
- y, por otro lado, la sangre que no es capaz de bombear el corazón se va acumulando en ciertos órganos, y eso puede dar lugar a encharcamiento en el pulmón, que produce fatiga, y a edemas o hinchazón en los tobillos, piernas y abdomen.
Cómo evitar la insuficiencia cardiaca
La mejor manera de evitar tener que lidiar con una insuficiencia cardiaca es mantener un estilo de vida saludable en el que se cuide la alimentación con una dieta sana y equilibrada, reduciendo en todo lo posible el consumo de sal y controlando el azúcar.
Si se combina esa alimentación con la práctica de ejercicio diario a una intensidad moderada y uno se olvida del tabaco, se mantendrán a raya los factores de riesgo cardiovascular (obesidad, hipertensión, niveles de colesterol elevado, diabetes), ayudando a cuidar la salud del corazón, que es el método más efectivo para evitar la aparición de la insuficiencia cardiaca.
Si la enfermedad ya ha sido diagnosticada, su tratamiento consiste en combatir la causa que la haya provocado, realizando una revascularización con angioplastia o baipás si es por falta de riego, por ejemplo. En otros casos será necesario implantar dispositivos como Resincronizadores de la Contracción Ventricular (TRC) o Desfibriladores Automáticos Implantables (DAI). En caso de que no se observara mejoría con ninguna de estas técnicas, el trasplante cardiaco podría ser una opción en determinados casos.
El hierro es un micronutriente esencial para el organismo, y su déficit tiene consecuencias: entre ellas, cansancio, fatiga o dificultad para llevar a cabo cualquier tarea que requiera cierto esfuerzo físico. Los pacientes con insuficiencia cardiaca que tengan bajos niveles de hierro experimentarán estos síntomas al igual que el resto de la población con déficit de este mineral; pero en su caso es aún más importante controlar los niveles de hierro.
Como explicó el doctor Alberto Esteban, cardiólogo de la Unidad de Insuficiencia Cardiaca del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, en el VI Foro de Salud Cardiovascular para pacientes y familiares, el paciente con insuficiencia cardiaca que tiene déficit de hierro suele ingresar con más frecuencia en el hospital por episodios de descompensación cardiaca y presenta mayores índices de mortalidad, si se compara con los pacientes con insuficiencia cardiaca que no tienen déficit de hierro.
Por eso es vital controlar los niveles en estas personas, entre las que se da con frecuencia ese déficit: se calcula que alrededor del 50 % de los pacientes con insuficiencia cardiaca tienen bajos niveles de hierro.