La leche como alimento único a partir de los seis meses no proporciona la energía y los nutrientes que precisa el lactante a partir de esta edad, y además, como sus funciones digestivas han madurado, se debe incluir una alimentación complementaria, siguiendo unas normas regladas.
No se recomienda introducir nuevos alimentos antes de los cinco o seis meses, aunque tampoco es aconsejable hacerlo más allá de los seis, porque la falta de diversificación es motivo frecuente de anorexia (pérdida de apetito), a la vez que se desaprovecha una época muy válida para la educación del gusto y la adaptación progresiva a una alimentación equilibrada, variada y suficiente.
La forma habitual de introducir la alimentación complementaria es ir sustituyendo, de una en una, las tomas de leche que recibe el lactante por los distintos componentes de la alimentación complementaria (papilla de cereales, zumo de fruta, puré de verdura…). Se probará la tolerancia del bebé a los alimentos antes de introducir uno nuevo, dando tiempo a la adaptación de su organismo. Esto ayudará a los padres y madres a identificar cualquier alergia o intolerancia a alimentos específicos.
Las frutas
Se empezará a partir de los 5 meses con zumo de frutas (preferentemente de cítricos), y más adelante con una papilla de frutas, garantía de un alto aporte vitamínico. Nunca hay que sustituir una toma de leche, sino complementarla, para garantizar el aporte adecuado de calcio y proteínas, principalmente.
Se aconseja emplear frutas variadas (naranja, manzana, pera, uva, ciruela), para contribuir a educar el gusto, y es preferible evitar las más alergénicas como la fresa, el fresón, la frambuesa, el kiwi y el melocotón. Suelen introducirse después de que se ha conseguido la aceptación de los cereales, aunque puede hacerse a la inversa. No deben endulzarse con azúcar.
No tiene base nutricional ofrecer zumos de fruta antes de los 4 meses ya que son muy probables las reacciones adversas. No obstante, a partir de los 5 meses, conviene administrar unos sorbos de zumo de frutas cítricas (mandarina o naranja, por ejemplo) junto con la papilla de cereales.
La vitamina C del zumo de cítricos hace que se duplique la biodisponibilidad (porcentaje que se absorbe) del hierro que se encuentra en la papilla de cereales. De esta forma tan sencilla se puede evitar la anemia de los lactantes.