El ejercicio físico es imprescindible para cuidar la salud, a nivel general, y para el buen control de la diabetes, a nivel particular. Por eso, el verano y las vacaciones no pueden ser una excusa para dejarlo de lado. En la Federación Española de Diabetes (FEDE) han elaborado una serie de consejos para practicar ejercicio de manera segura, y así seguir en forma en la época estival. Los recogemos en el siguiente artículo.
El ejercicio físico tiene numerosos beneficios para la salud, tanto a nivel psicológico como corporal. Por lo que respecta al primero, favorece el bienestar, puesto que la actividad física impulsa la liberación de endorfinas, que contribuyen a disminuir la sensación de estrés o ansiedad y facilitan el descanso. Y a nivel físico, mejora la resistencia cardiorrespiratoria, el tono muscular y la salud ósea.
Además, y en concreto para las personas con diabetes, el ejercicio contribuye al buen control de los niveles de glucosa en sangre, ya que mejora la sensibilidad del organismo a la insulina. Asimismo, el aumento del gasto calórico ayuda a lograr un peso adecuado, un reto para el 90 % de las personas con diabetes tipo 2, que padece obesidad o sobrepeso. Esto hace que la práctica de ejercicio de forma regular, junto con una alimentación saludable, sea uno de los grandes pilares del tratamiento de la diabetes, que en muchas ocasiones se acompaña de fármacos orales e insulina.
Por todo ello, desde FEDE, se anima a las personas con diabetes a practicar y planificar el desarrollo de ejercicio y actividad durante el verano y las vacaciones, en coordinación con el equipo médico, teniendo en cuenta los siguientes consejos para que la actividad resulte segura:
1. Mantener una buena hidratación
Se recomienda beber 350 ml – 500 ml de agua en las horas previas al ejercicio y comprobar que el color de la orina sea pálido. Durante la actividad, debe mantenerse el equilibrio hídrico, bebiendo 500 ml cada 30 – 60 minutos de ejercicio, que se complementarán tras el mismo. En caso de que la actividad física haya sido muy intensa, podría aconsejarse la ingesta de algún tipo de bebida isotónica, contando con el consejo previo de un profesional sanitario.
2. Ajustar la alimentación a la actividad
El ejercicio impulsa la absorción de glucosa por parte de los músculos y la sensibilidad a la insulina tras el mismo. Por esa razón, es necesario controlar los niveles de glucosa en sangre antes y después del ejercicio, además de ajustar la ingesta de hidratos de carbono a la intensidad del esfuerzo y las necesidades nutricionales de cada persona, para evitar picos de azúcar. Por si se produjese una hipoglucemia, es conveniente contar con algún aporte de hidratos de carbono de absorción rápida.
3. Vigilar las dosis y zonas de inyección de la insulina
En función de la intensidad del ejercicio, es posible que sea necesario realizar alguna modificación en las dosis de insulina, que se deben concretar con el equipo médico de referencia. Además, en la rotación de las zonas de inyección, es apropiado evitar las partes que se quieran ejercitar, por ejemplo las piernas, en caso de que el ejercicio suponga el movimiento intenso de estas extremidades, puesto que puede afectar a la absorción de la insulina.
4. Protegerse del sol y del calor
Es recomendable evitar el ejercicio físico al aire libre en las horas del día de mayor calor y proteger la piel durante la exposición directa al sol, utilizando cremas solares.
5. Cuidar los pies
Será necesario usar un calzado adecuado, para evitar rozaduras, y calcetines sin costuras y que permitan la correcta transpiración de los pies. Tras el ejercicio y la higiene, estos deberán hidratarse de modo correcto.
El verano es una época adecuada para practicar ejercicio al aire libre, aprovechando las buenas temperaturas, y probar nuevas actividades. Y por ello, son muchas las asociaciones y federaciones de personas con diabetes -miembros de FEDE- que organizan iniciativas donde se promociona la realización de ejercicio físico. Un ejemplo de esto son las jornadas «Camina con ADEBI», de la Asociación de Diabéticos del Bierzo (ADEBI), con el fin de fomentar el ejercicio físico en entornos naturales para el control de la diabetes. También están los campamentos de verano para jóvenes con diabetes, como el de la Asociación de Diabéticos de Zaragoza (ADE Zaragoza), que resultan de gran interés por su contenido lúdico y formativo.
El ejercicio para prevenir la diabetes tipo 2
Desde FEDE recuerdan también que la actividad física no solo es beneficiosa para las personas con diabetes. En este sentido, diversos estudios apuntan que la práctica de ejercicio físico, siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), podría reducir hasta en un 26 % el riesgo de padecer diabetes tipo 2, por lo que es también una actividad beneficiosa para prevenir la patología.
En este sentido, la OMS aconseja dedicar un mínimo de 150 minutos semanales a la práctica de actividad física aeróbica, de intensidad moderada o, bien, en caso de que la intensidad sea superior, el tiempo mínimo semanal recomendado es de 75 minutos. No obstante, muchas personas no llegan a este objetivo y el sedentarismo se está convirtiendo en una de las grandes amenazas para la salud, junto con la obesidad, responsable de buena parte de los nuevos casos de diabetes tipo 2, en jóvenes y adultos.