Entre los 9 y 15 años, el reloj biológico activa el hipotálamo y el sistema endocrino y las hormonas hacen de las suyas en los niños y niñas. El inicio de la pubertad depende de la edad, el sexo, el estrés, la nutrición, la hormona de crecimiento y las hormonas tiroideas, así como de factores sociales y genéticos. El cuerpo sufre cambios. Aparece la menstruación en las chicas. Los chicos dan el estirón. La pubertad da paso a la edad fértil. Desde que surge la pubertad hasta que entran en la adultez, lidiar con los chavales resulta complicado y surgen muchas dudas, como las que se plantean a continuación, y que intentamos resolver.
Cómo hablar con los hijos
«Con naturalidad e intentando que se sientan respondidos». Así es como hay que tratar con los hijos la nueva etapa que inician, apunta Raquel Hurtado, sexóloga, psicóloga y coordinadora del área de intervención social de la Federación de Planificación Familiar Estatal (FPFE).¿Y cómo conseguirlo? No hay una única fórmula, pues puede ser que no se le cuente nada, y el chico note que tiene una contestación por parte de sus padres. «No se trata tanto de dar una respuesta complejísima, como de que nuestro hijo sepa que vamos a estar ahí siempre que haga una pregunta para contestarle y para hacer que se sienta respondido», reconoce la experta. «No tengo ni idea, pero voy a buscar la respuesta y te lo cuento», «Vamos a buscar la información juntos» o «Vamos a este sitio, que seguro que te van a atender y responder» son algunas recetas.
Cuándo ir al ginecólogo
Los expertos recomiendan que las niñas tengan su primera visita al ginecólogo en torno a los 12-13 años. Aun así, según Núria Parera, jefa de la Unidad de Ginecología de la Infancia y de la Adolescencia de Dexeus Mujer, del Hospital Universitario Dexeus de Barcelona, no hay que retardar la visita al especialista en los siguientes casos: dolores durante o fuera de las reglas; picor o irritación en la vulva o la vagina; flujo vaginal o vulvar diferente al habitual; cambios en las mamas (nódulos, secreciones, dolor…); ciclos menstruales muy irregulares o sangrado muy abundante; retraso menstrual; a los 15 o 16 años aún no hay regla; trastornos de la pubertad; acné o exceso de vello; abuso sexual; necesidad de información sobre anticoncepción….Dónde buscar información
Además del ginecólogo o los programas de salud sexual y reproductiva del sistema sanitario de la comunidad autónoma correspondiente, los jóvenes tienen más lugares donde informarse sobre las visitas al médico experto en las enfermedades de la mujer y mucho más. Son servicios amigables de atención a la sexualidad que ofrecen una atención integral y sin cita previa, como los de la FPFE, que también organizan talleres en los centros escolares. «Es importante que conozcan su cuerpo (los genitales, para qué sirven y cómo funcionan) y ver que, igual que cuando algo del cuerpo no funciona bien, nos molesta o preocupa, acudimos al médico, también aquí hay que ir al especialista», cuenta la psicóloga.Abordar la educación sexual en la familia
Muchas veces los padres y madres no sienten que tengan las herramientas de comunicación suficientes para poder abordar con sus hijos los temas de educación sexual. En los talleres de la FPFE que dan a los progenitores, por ejemplo, les conectan con los recursos necesarios y les derivan a sus propios servicios o a la consulta de atención primaria o ginecológica.Pero las familias tienen dos papeles fundamentales y diferentes a los del personal sanitario, que se centra en hablarles de hechos científicos y de cómo actuar con menos riesgos. «Cuando hago un taller de educación sexual no comparto mis valores con el grupo; hablamos de cosas que tienen un poso más científico. La familia debe inculcar valores, actitudes propias que sus hijos se encargarán de verificar o de desterrar en su vida, y hacer que ellos se sientan dignos de ser queridos, respetados, cuidados… algo esencial de cara a las relaciones de pareja», confiesa Hurtado.
Y es que los jóvenes de hoy en día tienen mucha información, pero no las herramientas para poder filtrarla. Por eso, hay que aprovechar momentos de la vida cotidiana (una noticia, una escena de una película o serie, una canción…) que den pie a ir trabajando la educación sexual. «Yo lo llamo ‘echar cañitas’ y a ver si tu hijo pica para comentar según qué cosas. Continuamente hay situaciones para poder hablar de sexualidad. A raíz del caso de La Manada, por ejemplo, se pueden abordar las relaciones de pareja, la erótica, el consentimiento, el decir ‘sí’, el ‘no’, la posición de los hombres y las mujeres…», ejemplifica.
Cuidado con las modas
No es una duda muy frecuente en las consultas, pero las chicas ya se atreven a formularla: ¿y si me hago un piercing genital? Las modas, como los tatuajes, empiezan a interesar a estas edades, aunque hasta los 16 años no está permitido sin el permiso de los padres. Y el consejo, siempre es el mismo: consultar con un profesional.Según el ginecólogo Manuel Marcos, de HM Hospitales, «no es recomendable realizarse perforación cutánea que afecte al área genital, por el riesgo de rechazos, desgarros e infecciones». La sexóloga también es tajante: «Somos únicos y diversos, nuestros deseos son diferentes, como también las cosas que nos producen placer. Tiene que ver más con las preferencias personales y el contexto, que por el elemento».