España ya sufre los efectos del cambio climático, dicen los expertos. Una amplia investigación reciente advierte de que el incremento de la temperatura del planeta estos cuatro próximos años será mayor del previsto. Lo apunta un estudio sobre los efectos del calentamiento global publicado en la revista Nature. Y esto tiene consecuencias para todos, pero de forma especial para nuestro país y el resto de los países mediterráneos. Esto significa, según los científicos especialistas en clima consultados, que las temperaturas en España no solo serán más elevadas de lo que pensábamos, sino que “no habrá respiro térmico hasta 2020” y que los días de meteorología extrema serán más frecuentes. ¿Qué hacer para frentar esta situación? A continuación damos tres ideas.
«Las ciudades españolas tienen que incrementar las zonas verdes y el arbolado», dice Elisa Sainz de Murieta, geóloga experta en clima«El estudio de Nature supone un avance metodológico importante para la modelización de la variabilidad natural del clima», explica Sergio Faria, científico del Centro Vasco para el Cambio Climático. Los físicos del Centro de Oceanografía de Southampton (Reino Unido), que ha liderado esta investigación, han construido una gigantesca red de medición del clima que permite cruzar datos y predecir el tiempo que hará en los próximos años con una mayor exactitud de lo conocido hasta el momento.
Aunque, advierte Faria, este trabajo no cambia las conclusiones ya sabidas de estudios e informes anteriores, incluyendo las del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). «España y el resto de países del Mediterráneo sufrirán un aumento de las temperaturas mayor que el resto y, además, padecerá los efectos de la sequía antes que la media global», apunta.
Y puede ser aún peor. Esta investigación se centra en el estudio de la tendencia climática, pero solo tiene en cuenta el calentamiento natural del planeta. Y «excluye el calentamiento antropogénico (debido a la acción del hombre)«, señala el experto en clima. El problema es que precisamente es este calentamiento el que más preocupa a los científicos. «Este último es la principal causa del calentamiento y es la parte del calentamiento ante la que nos toca hacer algo», apunta.
Aunque ocho de cada diez españoles creen que el cambio climático es un problema «muy serio» (datos del Eurobarómetro), las emisiones contaminantes no dejan de crecer. Nuestro país lanza 340 millones de toneladas de CO2 cada año a la atmósfera. Y es, junto con Portugal, uno de los Estados europeos en los que más crecieron las emisiones contaminantes de gases, según cifras de la Comisión Europea.
¿Qué puede hacer España para frenar el calentamiento global (y sus consecuencias)?
El requisito indispensable para detener los peores efectos del calentamiento es el ya largamente apuntado por la comunidad científica internacional y consensuado por (casi) todos en la Cumbre del Clima de París: es urgente reducir las emisiones de CO2 para el 2020 a fin de lograr que el aumento de la temperatura media del planeta no exceda de los 1,5 ºC, máximo 2 ºC. El Acuerdo de París es la hoja de ruta que la comunidad internacional ha aprobado para luchar contra el cambio climático, pero establece que es preciso mitigarlo y adaptarse a sus efectos.
«Ambas políticas no son excluyentes, sino complementarias y necesarias», apunta la geóloga experta en clima Elisa Sainz de Murieta. «La mitigación del cambio climático consiste en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, pero incluso aunque alcancemos objetivos ambiciosos con ella, habrá cambios a los que necesitamos adaptarnos en España, debido a la inercia del sistema climático», sostiene.
La cuestión requiere hacer a nuestro país y sus ciudadanos más resilientes: más resistentes y preparados para afrontar los efectos negativos. «Para lograrlo, ciudades, regiones y comunidades autónomas tendrán que hacer frente a diferentes retos e impactos del cambio climático», añade la científica. Por ejemplo, las zonas costeras tendrán que lidiar con el aumento del nivel del mar y, probablemente, con fenómenos meteorológicos extremos que pueden ser más frecuentes y de mayor magnitud.
Los impactos serán diferentes local o regionalmente. Por eso, apunta, es fundamental que cada comunidad autónoma, cada municipio analice los impactos más probables y qué medidas se adaptan mejor a su contexto ambiental, geográfico, económico y social.
Tres ideas para reducir los efectos del calentamiento en la ciudad
Este verano, el calentamiento global se hizo presente en España, a través de varias olas de calor y temperaturas extremas. De hecho, las ciudades son especialmente susceptibles a este fenómeno, debido a lo que se conoce como «isla de calor», un proceso de acumulación de calor por las superficies asfaltadas, la falta de arbolado o zonas verdes, así como por la falta de corrientes en la trama urbana.Pero existen diferentes tipos de medidas de adaptación que pueden impulsarse para evitar las consecuencias más graves. En primer lugar, hay que prevenir la acumulación de calor con el incremento de espacios verdes en las ciudades y el aumento de arbolado. Se trata de potenciar las áreas con sombras, pero también de usar pavimentos especiales que retengan menos el calor. Unas medidas muy relevantes en el caso de nuevos desarrollos urbanos.
Además, hace falta mejorar la eficiencia energética y el aislamiento de las viviendas. Para lograrlo, pueden incluir el apoyo público a las inversiones individuales o comunitarias en viviendas, pero también la aprobación de ordenanzas y códigos técnicos que establezcan criterios para las nuevas construcciones.
Y la tercera idea: medidas de prevención de los efectos sobre la salud, que incorporen planes de alerta temprana, formación a profesionales sanitarios, especialistas y colectivos vulnerables (enfermos crónicos, personas ancianas…) o la implementación de planes de emergencia, entre otros.
El mensaje fundamental, comenta la geóloga, es que las instituciones deben ser conscientes de que en España ya estamos sufriendo los impactos del cambio climático. «Es necesario, por ello, en primer lugar, conocer cómo pueden afectarnos estos efectos y, en segundo lugar, diseñar políticas que nos permitan ser más resilientes ante estos cambios», concluye.