Bruno, Gracie, Monty, Jones… Es fácil pensar en los kiwis como una familia gracias a los nombres que tienen algunos de sus miembros. Y, si atendemos a las estadísticas de consumo, también es sencillo comprender lo apreciados que son. En España, la producción e importación de esta fruta no ha parado de crecer en los últimos años. Ahora contamos cuáles son sus bondades y cómo incorporarlos a la dieta.
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De auténticos desconocidos a miembros habituales de nuestra cesta de la compra. En apenas tres décadas, los kiwis han dejado de ser una rareza exótica para ganarse un lugar en la frutería, en la cocina y, lo más importante, para conquistar nuestro paladar. No solo se ha disparado su importación, también hemos impulsado su cultivo y su consumo. Hoy comemos unos tres kilos de kiwi al año por persona y destinamos importantes extensiones de tierra a producirlo. Solo en Galicia, que lidera la producción nacional de esta fruta, hay 700 hectáreas cultivadas, el equivalente a 980 campos de fútbol. Gol del kiwi por toda la escuadra.
Ya sea en grandes producciones o en pequeñas novedades gourmet -como el cultivo de baby kiwis, en los campos extremeños-, esta fruta de origen chino y esplendor neozelandés ha llegado a nuestro país para quedarse. Pero ¿cuál es la clave de su éxito? ¿Qué tiene de especial? Una posible respuesta está en sus propiedades nutricionales, ya que del kiwi solo se escuchan maravillas. ¿Son ciertas? Los datos científicos nos ayudan a reescalar el entusiasmo.
Sin duda, se trata de un alimento muy saludable, de esos que conviene tener siempre a mano para el desayuno, como tentempié o para disfrutar como postre. Nos ofrece unos cuantos nutrientes de interés, desde la fibra dietética y el potasio hasta la vitamina C, cuyo contenido es superior al que encontramos en las naranjas. Diversos estudios científicos han relacionado su consumo habitual con una disminución del riesgo cardiovascular y han constatado su capacidad para saciarnos y mejorar el tránsito intestinal.
Sin embargo, esto no es muy diferente a lo que nos ofrecen otros alimentos de origen vegetal. Algunos tendrán más potasio y otros, menos folatos, pero los vegetales en conjunto son una fuente indiscutida de salud que desempeñan mejor su papel cuando se complementan. Es decir: cuando todos tienen cabida en nuestra alimentación cotidiana. De ahí que los expertos de la asociación 5 al día hagan hincapié en aumentar la cantidad de frutas y hortalizas que comemos en lugar de fomentar el consumo de una sola variedad.
Las llamadas «dietas milagro» son la antítesis de este planteamiento. Se enfocan en la promoción de un alimento concreto, en detrimento del resto, y ensalzan sus propiedades nutricionales como si fuesen exclusivas y tuviesen efectos mágicos. El kiwi no escapa a esta tendencia y, de hecho, es muy fácil dar con páginas en Internet que lo promocionan como un superalimento capaz de obrar milagros. Es aquí donde hay que andarse con cuidado y recordar que esta fruta es igual de saludable que unas manzanas o unas peras, aunque estas últimas no hayan tenido nunca ese halo de exotismo que tuvo el kiwi alguna vez.
Kiwis para todos los gustos
Existen unas cuantas variedades de kiwis. Algunas de ellas tienen nombres curiosos, como Bruno, Gracie, Monty, Hayward o Jones, y son femeninas. Pero también hay masculinas, entre las que encontramos, entre otros, a Tomuri, Matua y M-3. En España, el kiwi más cultivado es el Hayward: tiene la piel resistente, alcanza un buen tamaño y presenta un tono verde brillante muy atractivo y un sabor que equilibra muy bien el toque dulce con el punto ácido.
Además de este ejemplar (el más conocido y consumido), hallamos el kiwi amarillo. Sus propiedades nutricionales son prácticamente las mismas (vitamina C, fibra, folatos, potasio), pero tiene una particularidad: un elevado contenido en carotenoides y antocianinas. Estos elementos, también muy saludables, son los responsables del color amarillo (incluso naranja) que se expresa en esta variedad. Tiene tal cantidad que consigue enmascarar el típico color verde de esta fruta, muy rica en también en clorofila.
Verdes o amarillos, los kiwis son estupendas opciones para incorporar a nuestra alimentación diaria. Al comprarlos, hay que elegir los ejemplares intactos, sin manchas y no demasiado blandos. En casa se conservan muy bien, ya que la maduración es muy lenta. A temperatura ambiente, duran hasta 15 días; y en la nevera, hasta un mes.
Se pueden comer tal cual, en ensaladas, combinados entre sí, mezclados con otras frutas… Si estamos fuera de casa, no hace falta pelarlos: basta con cortalos por la mitad y tomarlos con una cucharilla. Y si tenemos algo más de presupuesto, podemos llevar un puñado de baby kiwis: tienen el tamaño de un tomate cherry, se comen con piel y son exquisitos. Caben en el bolsillo, aunque también lo exigen porque cuestan, de media, más de 20 euros el kilo.