No hace tanto, tropical era sinónimo de exótico, pero esto ha empezado a cambiar. Hoy en día, frutos como el mango, los aguacates o el caqui nos resultan familiares y forman parte de nuestra alimentación. Su presencia aumenta en el mercado y en los recetarios; también en nuestros campos, sobre todo en las provincias del litoral mediterráneo, donde se cultivan mangos, piñas o papayas, entre otras variedades. Los datos refrendan lo que se ve en las fruterías: según un informe reciente de Alimarket, la venta de frutas tropicales en España continúa al alza, un crecimiento que ya preveía la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en el año 2000. Hemos escogido seis ejemplares que seguro aportarán color, sabor y novedad a tus recetas. Algunos son más conocidos que otros, pero todos son deliciosos. Contamos cómo son, de qué manera elegirlos en el mercado y qué saber para utilizarlos en la cocina.
1. Lulo
No se llama del mismo modo en todos los países. Naranjilla, coconilla, uva de monte o nuquí son otros nombres con los que también se conoce al lulo. Ovoide, de unos cinco centímetros de diámetro, y de color anaranjado o amarillo, este fruto sería casi igual al tomate (incluso por su pulpa y sus semillas), si no fuese porque algunas variedades tienen la piel cubierta por unos vellos muy finos. Su principal característica nutricional es su elevado contenido de vitamina C, además de rico en fibra, hierro y calcio.
- Sugerencia de consumo: se puede comer entero, como fruta fresca, o emplearse para elaborar lulada, un batido muy rico y refrescante. Esta bebida se prepara mezclando bien un par de lulos (pelados y picados), el zumo de un limón, un par de cucharadas de azúcar moreno, agua y hielo picado. ¡Delicioso!
- Al comprar, recuerda que los ejemplares naranjas están en su punto de maduración. Si los coges amarillos, déjalos madurar en casa a temperatura ambiente.
2. Chirimoya
¿Es una alcachofa? ¿Un aguacate? ¿Una manzana verde? Nada de eso, aunque se asemeja un poco a todos. La chirimoya es una fruta de piel verde y pulpa blanca, dulce y jugosa que conquista paladares del mismo modo que cautivó a los primeros expedicionarios europeos en América. La llamaron «el manjar blanco», seguramente por su textura y sabor: la chirimoya aporta mucha agua y azúcares en forma de glucosa y fructosa. También es buena fuente de potasio y vitamina C y tiene propiedades antioxidantes.
- Sugerencia de consumo: fresca, al natural. Córtala por la mitad, rocía su pulpa con un poco de zumo de lima o limón, para evitar que se ennegrezca en contacto con el aire, y cómela con cucharilla, utilizando la propia piel como recipiente.
- Al comprar, si la comerás al momento, elige ejemplares de color verde claro. Si quieres tener en casa para los siguientes días, escoge los de piel verde oscuro y déjalos madurar a temperatura ambiente.
3. Kiwano
Verde por dentro, rojizo por fuera y de piel irregular, con protuberancias que parecen espinas. Así es el kiwano, una fruta originaria del vecino continente que también se conoce como pepino africano, melón africano espinudo, melón de gelatina y fruto del paraíso. Buena parte de estos nombres describen su procedencia, textura o aspecto. Pero ¿y su sabor? Una curiosa mezcla de kiwi, plátano y pepino, que tiende más a un gusto o a otro según con qué alimentos se combine. Muy rico en fibra, potasio, fósforo y magnesio, sabe más a pepino cuando se sirve en un plato salado y es más afrutado cuando se sirve con alimentos dulces.
- Sugerencia de consumo: combínalo con otras frutas en una macedonia o con carnes a la plancha, justo antes de servir. Le aportará un toque ácido muy interesante.
- Al comprar, elige un ejemplar que esté bien maduro. Cuanto más naranja o rojizo luzca, mejor. Comprueba, eso sí, que sea firme al tacto, para evitar que esté pasado.
4. Tamarindo
Tiene la piel entre amarronada y beis, y crece en vainas, como las judías verdes. Un parecido más que razonable, ya que el tamarindo también pertenece a la familia de las leguminosas. Esto explica que, además de ser muy rico en algunos minerales (como el potasio, el fósforo, el magnesio o el calcio), sea una fuente estupenda de ácido fólico e hidratos de carbono. En cuanto al gusto, como cantaba Celia Cruz, es sabroso y agridulce, pero varía. Los ejemplares más jóvenes son ácidos (como lo cítricos), mientras que los maduros tienden a ser más dulzones.
- Sugerencia de consumo: úsalo como condimento, en salsas, sopas o estofados (añádelo poco a poco y prueba el sabor, para que tus platos no queden en exceso ácidos). También puedes mezclar la pulpa con agua, hielo y azúcar (o edulcorante) para elaborar un refresco casero.
- Al comprar, puedes comenzar por los envasados. En España lo encontramos procesado, con la pulpa ya triturada, lo que agiliza su uso en la cocina.
5. Guayaba
Puede ser verde, amarilla e incluso rojiza, según la variedad y el momento de maduración, pero lo más llamativo de esta fruta es su pulpa, que luce un color rosa intenso. De ella destaca, sobre todo, su altísimo contenido en vitamina C (casi seis veces más que una naranja), en vitamina A y en fibra dietética, imprescindible para cuidar la salud. También nos aporta potasio e hidratos de carbono, una combinación que ayuda a recuperar energía y tono muscular, lo que la convierte en la opción de preferencia de muchos deportistas.
- Sugerencia de consumo: cómela fresca, al natural, o en batidos y compotas (como si fuese una manzana). Queda muy bien en mermelada y, al igual que los higos, resulta exquisita cuando se combina con queso y yogur.
- Al comprar, elige los ejemplares de color verde amarillento, que aún no estén del todo maduros pero que ya hayan comenzado a perder su firmeza. Déjala madurar a temperatura ambiente hasta que adquiera un color amarillo y ceda ligeramente a la presión con el dedo.
6. Papaya
Dulce, refrescante y de consistencia blanda y jugosa, la papaya es una fruta muy agradecida en la cocina. El color naranja de su pulpa alegra la presentación de cualquier plato, y su composición nutricional hace de ella un ingrediente valioso para cuidar la salud. Es rica en fibra y vitaminas (sobre todo, A y C), posee sustancias de acción antioxidante y contiene papaína, una enzima que ayuda a descomponer las proteínas. Por eso esta fruta marida tan bien con las carnes, ya que facilita su digestión.
- Sugerencia de consumo: añádela a una ensalada con brotes verdes, lascas de queso y nueces; será un acompañamiento perfecto para platos con carne. También puedes utilizarla en el postre (o el desayuno), combinada con otras frutas, en una macedonia.
- Al comprar, elige los ejemplares que tengan la piel de tomo más amarillento. Este color, un aroma dulzón y el hecho de que cedan ligeramente a la presión de los dedos indican que están maduros.