Por raro que suene, las vacaciones estresan. Hay que hacer la maleta, escoger el itinerario, acertar con los hoteles y reservar billetes de tren, avión y conexiones, si ya lo aprovechas para conocer mundo. Y todo esto, cuando se supone que el periodo de asueto es para relajarse y descansar. Los expertos lo han bautizado como “estrés vacacional”. Y nosotros hemos preguntado a un especialista sobre cómo podemos minimizar esta ansiedad. Aquí van algunas estrategias que funcionan.
El estrés es un proceso químico que se activa cuando nos enfrentamos a situaciones a las que hay que dar respuesta. Una emoción natural de adaptación del individuo a su medio que nos pone en alerta ante la posibilidad de obtener un resultado negativo. «El estrés es un estado que las personas sufren cuando el medio propone un reto que necesita un despliegue de recursos para poder satisfacerlo», explica Borja Farré, coordinador de la Unidad de Ansiedad y Estrés del Hospital Universitario Dexeus.
El problema surge cuando creemos no disponer de las herramientas necesarias para poder afrontarlo. Entonces, el estrés se sostiene dando lugar al malestar y a problemas de salud. La Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS) apunta que las personas con mayores niveles de estrés desarrollan síntomas físicos como cansancio, molestias digestivas o intestinales, dolores musculares, afecciones respiratorias y de piel y hasta problemas cardiovasculares. Luego están los efectos psíquicos de la ansiedad, que incluyen señales como dificultades para concentrarse, preocupación, miedo, insomnio, nervios y tristeza, entre otros.
Un viaje puede suponer un estrés, sobre todo para personas que bien no están habituadas a viajar o bien tienen vulnerabilidad para sufrir ante la incertidumbre o la necesidad de control. Asimismo, un viaje implica una serie de retos en los que el individuo tiene que adaptarse, desde trasladarse en un medio de transporte, pernoctar fuera de casa, cohabitar con gente de otra cultura o el dichoso jet-lag. Y todo esto no hace más que aumentar la ansiedad. Pero es posible disminuirla con las siguientes estrategias.
1. Decide qué dejar en casa
El primer reto de viajar es decidir qué dejar atrás. No todo cabe en una maleta y para muchos ahí empieza el problema. «El equipaje supone la preparación de los recursos que uno va a necesitar una vez esté fuera de su entorno cotidiano. Y hay personas a las que les tranquiliza llevar más cosas de las necesarias, para intentar cubrir posibles imprevistos«, dice Borja Farré.
Si viajas en una autocaravana o con vehículo propio y pocos ocupantes que compitan por el espacio en el maletero, ser generoso con tus bultos te ayudará a relajarte. Si no es el caso, necesitas organizarte y seleccionar con calma qué llevar contigo y qué dejar en casa.
2. El truco para que no te falte ropa limpia
Si tu idea de viaje es de tipo mochilero o visitarás distintos destinos durante las vacaciones, toca reducir los bultos. Y hay trucos para que no te falte ropa limpia. Si dura más de una semana y necesitas aligerar el equipaje, recuerda reservar unas horas a mitad de viaje para hacer la colada. O incluye en tu presupuesto unos euros para pagar un servicio de lavandería.
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3. Planifica más
«La planificación casi siempre es buena porque, cuando alguien tiene que afrontar algo desconocido, ayuda a mejorar el rendimiento«, manifiesta el médico. En el caso de un viaje, por ejemplo, prepararlo con calma permite disfrutar más de la experiencia.
Esta fórmula funciona para muchos: tener un itinerario trazado desde casa permite saber qué harás al día siguiente, y eso reduce el estrés. La planificación abarca desde escoger las fechas, revisar el clima y el tiempo que hará, hasta decidir los sitios que se visitarán. Y resulta una buena estrategia para aumentar el control y reducir la ansiedad.
4. O haz listas con lo que no quieres perderte
A veces, tener todo el itinerario cerrado y lleno de sitios que visitar también nos hace ir con prisa, porque no llegamos a tiempo al siguiente destino. Si eres de los que se agobian con las preparaciones, puede servirte hacer todo lo contrario: planifica menos y estarás menos estresado.
Pero esto no significa que no prepares tu viaje. Haz una lista de todo lo que no quieres perderte, pero proponte no correr. A veces admitir que no verás todo ayuda y te permite pasar más tiempo en los lugares que más te sorprendan.
5. Mete el mindfulness en la maleta
El estrés debe rebajarse aumentando el control y ajustando las expectativas. Un viaje siempre contiene elementos imprevisibles, por lo que rebajar las perspectivas y hacerlas más realistas servirá para no sufrir ante estos imponderables.
Además, la capacidad para disfrutar de los viajes pasa por centrarse en lo que se está haciendo. Por eso, Farré recomienda técnicas basadas en el mindfulness que pueden ser de utilidad. Este tipo de técnicas de meditación se centran en la concentración en el momento presente, con diversas combinaciones de atención, conciencia y focalización en el cuerpo.