Son muchos los motivos que se esconden detrás de los síntomas de estrés y nerviosismo que se manifiestan en vacaciones. Los expertos señalan que poner demasiadas expectativas en estos días o el cansancio acumulado por exceso de actividades pueden traducirse en agotamiento, frustración y angustia. En este artículo se explican las causas más habituales por las que algunas personas sufren ansiedad durante sus vacaciones, además de ofrecer consejos para pasarlas sin que esta reacción emocional haga acto de presencia.
Para la mayoría, el verano es el periodo del año más esperado, un espacio para relajarse, descansar y disfrutar de amigos y de actividades de ocio. Sin embargo, en estos días, aumentan los estados de ansiedad.
¿Ansiedad en vacaciones? ¿Por qué?
La ansiedad es un mecanismo adaptativo que ayuda a superar la sensación de estar ante una situación de peligro, un acontecimiento estresante o de incertidumbre. Es útil porque permite a la persona estar alerta o ser más cuidadosa siempre que surge la posibilidad de tener un resultado negativo para los intereses de cada uno. No obstante, en condiciones normales, finaliza, y es necesario que lo haga cuando el factor que la desencadena concluya.
Durante este tiempo de descanso temporal pueden darse algunas situaciones que provoquen un estado de inquietud y tensión, como, por ejemplo, la posibilidad de que no se cumpla algún objetivo o alguna expectativa que uno se había creado.
Para Antonio Cano, miembro de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid, con frecuencia «nos generamos un estrés diferente, pero a veces intenso, que lógicamente irá acompañado de reacciones de ansiedad. Así, el exceso de actividad o las actividades que desbordan pueden acarrear no solo el cansancio típico del estrés, sino, además, anticipaciones y temores ansiosos». A veces, aspirar a pasarlo demasiado bien y tener grandes expectativas del periodo de descanso puede convertirse una carga. Intentar realizar demasiadas cosas puede suponer agotamiento, frustración y sensación de inquietud y desasosiego. El también presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés puntualiza que, con frecuencia, el rol de turista lleva a hacer actividades que, de por sí, no apetecería hacer en la ciudad de origen o en la vida cotidiana.
Para algunas personas, abandonar su actividad laboral y centrarse más en la vida familiar o de pareja puede conllevar un estrés añadido, sobre todo, para aquellas con problemas de pareja. Otros, cuando la envidia surge, pueden estar más preocupados por lo que hacen sus vecinos y amigos en sus vacaciones, que en disfrutar de las suyas propias.
Para el especialista es importante tener en cuenta que la ansiedad depende también de aspectos subjetivos y, por lo tanto, se pueden hacer interpretaciones erróneas o adaptadas a la realidad. En el primer caso, puede ser que la persona vea amenazas posibles donde otros no las vean. Esto hace que, ante las mismas situaciones, no todos los individuos sufran reacciones de ansiedad.
Vacaciones sin estrés ni ansiedad
La mejor recomendación para manejar el estrés y la ansiedad durante las vacaciones es ser realista y pensar que el descanso es un premio a la actividad que se ha desarrollado a lo largo de todo el año, por lo que el simple hecho de no hacer nada y descansar ya puede ser muy gratificante. Además del descanso, el doctor Cano aconseja programar alguna actividad diferente a lo que se hace de manera habitual, ya sea de tipo familiar, ocio, deporte o conocer algo nuevo; todo ello puede resultar estimulante siempre que no agote.
También «saber adaptarnos a nuestro estado de salud, económico o a nuestras obligaciones familiares puede ser de gran ayuda para disfrutar de nuestro tiempo libre, sin la necesidad de generar unas expectativas que no podremos cumplir y que nos llevarían a la frustración y a la ansiedad», insiste el experto.
Por último, es muy importante saber valorar lo que cada uno posee, ya que ayuda a disfrutar más de ello. «Tenemos que saber guardar un equilibrio entre la ambición de lo que no tenemos y el disfrute de lo que poseemos», aclara el doctor Cano.
Para controlar el nerviosismo y el estrés, una buena opción es aprender cuatro sencillas pautas que pueden ser, además, de mucha ayuda en momentos puntuales.
- Aprender ejercicios de relajación y reservarse unos minutos al día para llevarlos a cabo ayuda a disminuir el nerviosismo. Además, es una herramienta muy útil para poner en práctica en los momentos de más tensión y nerviosismo.
- Leer libros divulgativos de autoayuda, basados en la investigación científica, ayudan a deshacerse de ideas perjudiciales y a tener un pensamiento más positivo.
- Cuando una situación genere pánico, lo mejor es exponerse a ella de forma progresiva; de lo contrario, puede provocar mucha angustia. Aceptar los propios miedos también es un paso hacia su tolerancia y ayuda a que el organismo no reaccione con tanta ansiedad. Cuando uno no es capaz de sobreponerse a estas situaciones, lo mejor es acudir a un especialista.
- Aprender a decir que no y ponerlo en práctica. Aunque cueste al principio, es empezar a poner los propios límites y tomar el control sobre la vida de uno mismo. En ocasiones, la demanda que pueden hacer las otras personas sobre el tiempo de uno mismo puede menoscabar su espacio vital. Esto hace que la persona se sobrecargue de tareas o actividades que, en realidad, no se hacen desde el deseo propio, sino más bien, desde las ganas de complacer a terceros.