La microbiota, antes conocida como “flora intestinal”, es el conjunto de bacterias y otros microorganismos que habitan en el intestino. Estos microorganismos desempeñan funciones digestivas y ejercen una función de barrera contra las alergias o las respuestas autoinmunes. Pero no solo eso. Las investigaciones más recientes apuntan que su desequilibrio o ausencia puede estar detrás de problemas de salud en apariencia tan distantes como el autismo, el asma, el párkinson, la diabetes o la obesidad. En el siguiente artículo ofrecemos las claves del que probablemente será uno de los principales avances médicos del futuro.
Jeffrey Gordon, director del Centro para las Ciencias Genómicas y los Sistemas Biológicos, de la Universidad de Washington, en St. Louis (EE.UU.), cree que el trasplante de bacterias sanas generadas en el tracto intestinal supondrá la curación de muchos males que no solo están relacionados con el aparato digestivo (como el colon irritable), sino también problemas neurológicos, como el párkinson, o respiratorios, como el asma alérgica o la rinitis.
Los estudios de este investigador, último premio Fronteras del Conocimiento por sus trabajos sobre la importancia de la microbiota en la salud, están demostrando que entre la microbiota y el estado de salud general hay una conexión íntima. Pero, como él mismo alega, «es una disciplina que aún está en pañales y no es un concepto nuevo: hace 100 años ya se preguntaban hasta qué punto los microbios determinan nuestra salud. Lo que es nuevo es la caja de herramientas para estudiarlos. Ahora podemos usar nuevas tecnologías como la secuenciación del ADN«.
Y lo nuevo es también que, según los estudios científicos, el ser humano no está compuesto tan solo por «células humanas», sino que, además de los genes propios de su especie, y que conforman el famoso mapa genético, necesita «algo más» para desarrollar sus funciones vitales. Este plus se aloja en las bacterias que se cobijan en los intestinos, que contienen muchísima información genética y esencial para que el organismo realice todas sus funciones de modo correcto. De ahí que la comunidad científica ya considere que la microbiota es un «órgano» más del cuerpo humano. Y, además, uno de los más importantes.
Al igual que cuidamos la piel, el corazón o las vías respiratorias, debemos mimar nuestros microorganismos, «intimar» con ellos a través de nuestros hábitos y estilo de vida, ya que, como sostiene Gordon, «en Occidente se ha perdido diversidad de especies de microbios. La ecología nos enseña que la pérdida de diversidad crea vulnerabilidad, empeora la capacidad del sistema de resistir cambios». Para el especialista, «los alimentos procesados que consumimos y el uso abusivo de antibióticos ponen en riesgo la diversidad».
6 claves para saber más sobre la microbiota
Imagen: Aaron_Amat
- 1. ¿Qué es? La mayoría de las personas desconoce que en nuestros intestinos se halla un mundo microscópico viviente que condiciona en gran medida nuestro funcionamiento como seres humanos. Eso es la microbiota, una serie de bacterias, virus, parásitos, arqueas y otros microorganismos que aún no conocemos y que hasta hace muy poco no los tomábamos en cuenta como parte de nuestro organismo. Sin embargo, los expertos hoy la consideran incluso como un nuevo «órgano» cuyas funciones específicas son claves en el mantenimiento de nuestra buena salud.
- 2. ¿Dónde se localiza? En cuanto a volumen y número, este conjunto de microorganismos se encuentra principalmente en el tracto gastrointestinal —desde la boca hasta el ano—, pero con mayor presencia en el intestino grueso. En menor medida, habita también en la piel, cavidad oral, nariz, oídos, tracto urinario, vejiga y vagina; es decir, en todas las mucosas del cuerpo humano.
- 3. ¿Para que sirve? Las funciones más estudiadas son las gastrointestinales. La microbiota tiene una función de barrera contra las alergias o las respuestas autoinmunes, interviene en el proceso digestivo y produce vitaminas y energía en colaboración con otros compuestos. Aunque gran parte de nuestros microbios se concentra en el intestino, su influencia llega incluso al cerebro. «Se han encontrado diferencias entre las comunidades microbianas de distintos grupos de individuos que se asocian con trastornos del desarrollo neurológico, como el autismo, y también enfermedades degenerativas como el párkinson», afirma Jeffrey Gordon. Y, lo que es muy relevante, en la calidad y cantidad de microbiota podría hallarse la clave para adelgazar y combatir la obesidad.
- 4. ¿Qué tiene que ver con la obesidad? Un estudio realizado en el Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño de Jalisco (México), realizado por la bióloga celular Marisela Gonzáles Ávila, ha revelado que las personas con obesidad cuentan con pocos microorganismos en su microbiota y la mayoría de ellos tiene la función de ahorrar energía, lo que se traduce como una acumulación de grasa corporal en el huésped. En contraste, una persona sana y delgada tiene otro tipo de microbiota con bacterias especializadas en gastar energía. De hecho, modelando la microbiota a través de los cambios en los hábitos de vida y la ingesta de determinados alimentos, demostró que se puede cambiar el metabolismo y perder peso.
- 5. ¿Es igual en todas las personas? No, en cada individuo la microbiota es distinta, casi como una huella digital, pues cada persona ingiere bacterias que se adaptan a su organismo. De ahí que influya mucho en su cantidad y calidad, además de la genética, lo que llamamos estilo de vida y, sobre todo, lo que comemos y bebemos. De hecho, afirma Gordon, «en las sociedades más avanzadas se ha perdido diversidad de especies de microbios». En otras palabras, la microbiota de la gente «rica» es muy pobre, una paradoja que Occidente intenta resolver a base de ingerir esos microorganismos benévolos que están en boca de todos: los probióticos.
- 6. ¿Funcionan de verdad los probióticos para mejorar su estado o son un cuento chino? ¿Sirve de algo introducir microorganismos en el intestino a través de productos específicos para crear, regenerar y nutrir la microbiota? Jeffrey Gordon no tiene mucha fe en su eficacia. «Los probióticos suelen ser microorganismos procedentes de fermentos lácteos, con una dudosa capacidad para instalarse y persistir en las paredes del tracto digestivo», señala. No son dañinos y pueden ayudar mínimamente a reparar la flora intestinal después de una ingesta de antibióticos, por ejemplo. En el futuro, los probióticos serán microbios derivados del intestino humano, bacterias que se han «criado» en el tracto digestivo con funciones muy específicas y que ayudarán a curar muchas enfermedades tan variopintas como el párkinson, el autismo, algunos cánceres e, incluso, la diabetes y la obesidad mórbida, pero el científico considera que las magníficas propiedades que muchos probióticos actuales anuncian no están del todo claras.