El 27 % de la población padece o padecerá algún tipo de trastorno o enfermedad mental a lo largo de su vida. La mitad de estos problemas se desarrollan antes de los 14 años, y el 75 % antes de los 18, asegura la Confederación Salud Mental España. Se calcula, además, que el 30 % de las personas de entre 15 y 29 años han sufrido algún tipo de problema de salud mental, y es el suicidio la segunda causa de mortalidad entre ellos. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la prevalencia de los trastornos mentales continúa aumentando, y esto causa efectos considerables en la salud de las personas, así como graves consecuencias de tipo socioeconómico en todos los países. Para arrojar luz sobre este problema de salud global, hemos hablado con el psiquiatra Pedro Martínez y el psicólogo clínico Calixto Plumed Moreno, de la Clínica Nuestra Señora de La Paz (Madrid).
¿Qué es la salud mental?
Según la OMS, la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de afecciones o enfermedades. “El concepto de salud mental resulta controvertido y no existe una definición universalmente aceptada”, advierte Pedro Martínez. El experto afirma que, en consonancia con la definición de salud que ofrece la OMS, se podría conceptualizar la salud mental como un estado relativamente perdurable en el cual la persona se encuentra bien adaptada, hace una valoración satisfactoria de sí misma y de sus circunstancias vitales y se siente autorrealizada. “La salud mental depende de cómo uno se siente frente a sí mismo y frente a otras personas, y en qué forma uno responde a las demandas de la vida”, explica el psiquiatra.
¿Qué es la enfermedad mental?
“Se trata de un trastorno mental caracterizado por una perturbación de los procesos psíquicos y del equilibrio normal de la personalidad”, resume Calixto Plumed, mientras Martínez realiza una descripción más amplia. Por un lado, las enfermedades mentales propiamente dichas son las psicosis, “en las que se produce una ruptura biográfica por la aparición de síntomas como las alucinaciones o los delirios y que suponen la pérdida del juicio de realidad”. Por otro, los trastornos mentales se caracterizan por “la aparición de un estado emocional o conducta que, por su intensidad o duración, generan un malestar que impide o dificulta realizar las actividades cotidianas diarias”.
¿Cuál es la diferencia entre una enfermedad y un trastorno?
En los trastornos mentales nos resulta más fácil “ponernos en el lugar” del otro o hacernos una idea de lo que está experimentando esa persona, “por ejemplo, una reacción de tristeza por la pérdida de un ser querido”, indica Pedro Martínez. En cambio, “la enfermedad mental es una alteración del normal funcionamiento psíquico en la que aparecen fenómenos que no nos resultan familiares desde nuestra propia experiencia”.
¿Cuáles son las enfermedades más frecuentes en los adultos?
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“Hay una gran variedad de trastornos mentales, cada uno de ellos con manifestaciones distintas. En general, se caracterizan por una combinación de alteraciones del pensamiento, la percepción, las emociones, la conducta y las relaciones con los demás”, afirma el psicólogo clínico Plumed. Según el estudio ESEMeD-España, los trastornos más prevalentes son los depresivos (el 15 % de las mujeres y 6 % de los hombres padecen, al menos, un episodio depresivo a lo largo de su vida) y los de ansiedad (que también sufren el 13 % de las mujeres y el 6 % de los hombres); seguidos por los trastornos de la personalidad y por uso de sustancias (en torno al 8-10 %) y los trastornos psicóticos (5 %).
¿Y en los niños y jóvenes?
El doctor Plumed explica que las enfermedades mentales en estas etapas responden a rasgos psicóticos, como la anorexia o la bulimia, o a conductas desestructuradas debido a problemas familiares, acoso o bullying. A estos problemas, en los últimos años se han añadido las dependencias de las nuevas tecnologías que les lleva incluso a romper vínculos con la sociedad y a una falta de relaciones que más tarde deriva en otros problemas. Calixto Plumed asegura que el hecho de que los niños y jóvenes pasen mucho tiempo solos, se aíslen en su habitación o no quieran salir a la calle o ir al colegio pueden ser señales de alarma.
¿Qué tabúes hay en torno a estas enfermedades?
“Algunas de las características comúnmente atribuidas a las enfermedades mentales es que son crónicas o incurables, que tienen lugar en personas frágiles, perezosas o inestables y que conllevan riesgo de conductas agresivas o impredecibles”, dice el psiquiatra Martínez. Para Plumed, muchos de esos estigmas vienen derivados de los medios de comunicación. “Los medios alarman frecuentemente más que colaboran, y ayudan poco a la mejor comprensión de la enfermedad. El enfermo mental es noticia cuando aparecen agresiones, violaciones u otras actuaciones que fomentan nuestro morbo social. Dependiendo de qué enfermedad se trate, depresión, alcoholismo, drogadicción, demencia, psicosis… solemos reaccionar con cierta dosis de lástima en unos casos, o de recelo en los restantes”, lamenta el psicólogo.
¿Cómo afectan estos estigmas al enfermo?
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Plumed explica que cuando las personas que tienen un trastorno mental asimilan los estereotipos que se les atribuyen socialmente, los asumen como propios y se los autoatribuyen. “Este proceso suele tener consecuencias devastadoras, ya que perciben que forman parte de una categoría social que está asociada a características negativas”, asevera, y expone que cuando las personas con trastorno mental perciben el estigma, pierden la autoestima, se aíslan y se autoatribuyen esas connotaciones negativas.
¿Cómo ayudar a quien padece una enfermedad mental?
Pedro Martínez recomienda, en primer lugar, evitar la asignación de prejuicios estigmatizantes. También, establecer una actitud lo más comprensiva y cercana posible y propiciar que el enfermo pida ayuda especializada. Plumed añade que, además de la ayuda que prestan los servicios de salud, es necesario prestarles apoyo y atención social. Participar en programas educativos, ayudarles a encontrar un empleo y una vivienda son claves para poder vivir con normalidad y sentirse activos en su entorno social. En este sentido, el doctor en psicología clínica considera fundamental el apoyo familiar: “El establecimiento de rutinas diarias, fijando momentos concretos para las comidas, el juego, el aprendizaje, el contacto con los demás y el sueño, es vital para evitar el estrés innecesario”. También es importante que los servicios de salud hagan un seguimiento regular a los niños y adultos que presentan trastornos de desarrollo y que se mantengan en contacto con sus cuidadores.