A principios de este año, la Asociación Española de Pediatría incluyó entre sus recomendaciones sobre alimentación complementaria el Baby-led Weaning (BLW) o alimentación autorregulada por el bebé.
Se trata de un método con el que el niño, a partir de los seis meses, se inicia en la alimentación de manera autónoma. La idea es presentar los alimentos al bebé y que este pueda tocarlos, olerlos y llevárselos a la boca en función de su apetito y preferencias, es decir, interactuar con los alimentos como lo hacen con los juguetes.
Atentos, pero sin imponer nada
“Acostumbrar a los niños a los alimentos saludables solo en forma de papillas o puré supone un problema a largo plazo. Si siempre se los ofrecemos triturados, no les estamos dando la posibilidad de que degusten cada alimento por separado. Este método es una oportunidad para que puedan acostumbrarse a las verduras y probar cada alimento en su sabor original”, explica Marisa Burgos.
Se aconseja que este modelo esté guiado por un nutricionista colegiado o un pediatra y, siempre, supervisado por un adulto. Hay que tener en cuenta varios requisitos:
Dónde. El niño debe estar sentado en un espacio cómodo, generalmente una trona, en el que pueda desarrollar sus destrezas motoras, tanto para tragar y masticar como para sujetar, abrir y cerrar el puño.
El tamaño. La idea es empezar con alimentos blandos y consistentes, como verduras cocidas: zanahoria, brócoli, pepino, pimiento o judía verde. El tamaño de los trozos debe ser el de un dedo de un adulto para que pueda agarrarlos con las manos.
Otras presentaciones. Para que los niños puedan manipular alimentos como el arroz o las lentejas también pueden presentarse en forma de croquetas (un ejemplo de receta serían las croquetas de arroz y calabaza, utilizando huevo para ayudar a apelmazarlas).
Precauciones. Para minimizar el riesgo de atragantamiento, hay que evitar los alimentos duros o con formas redondeadas, como los frutos secos o desecados enteros (los pueden comer triturados), la manzana o la zanahoria crudas, las aceitunas, cerezas o uvas enteras.
Imagen: avitalchn
Con esto no se juega
- El pez espada, el atún rojo, el tiburón y el lucio. Estos pescados no son aptos para menores de 3 años, por la presencia de metilmercurio. Y, entre los 3 y los 12 años, la ingesta de estas especies no debe superar los 50 gramos a la semana. Estas precauciones deben seguirlas también las embarazadas, pero no el resto de adultos, porque las cantidades de esta sustancia son tan pequeñas que no suponen un riesgo para el resto de grupos de población.
- Atención al contenido en sal del pescado en lata. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo de sal en niños de entre 2 y 7 años no debe llegar a 3 g al día y, entre 7 y 10 años, el límite es 4 g/día. En el caso de 0 a 2 años, conviene no añadir sal a sus platos y preparaciones. Hay que fijarse en el etiquetado y decantarse siempre por conservas de bajo contenido en sal: aquellas en las que la cantidad es igual o inferior a los 0,25 g por cada 100 g.
- Cuidado con el anisakis. Si el pescado se quiere consumir crudo o con preparaciones que no matan el parásito (como los marinados o la salmuera), es necesario congelarlo durante al menos cinco días a -20 ºC. Cocido, horneado, frito o a la plancha, será seguro si se alcanzan los 60 ºC durante al menos un minuto en toda la pieza.