El nivel de sedentarismo en los adolescentes es preocupante. Tanto, que para la Organización Mundial de la Salud (OMS), resulta necesario adoptar “medidas urgentes” con el fin de incrementar la actividad física entre los niños de 11 a 17 años, pues su salud actual y futura está en juego. Según el mayor estudio sobre ejercicio físico en los jóvenes realizado a escala mundial por la OMS, el 80 % adolescentes en edad escolar (el 85 % de las niñas y el 78 % de los niños) no llega al nivel mínimo recomendado de una hora al día. En España, estamos un poco mejor: la media alcanza el 76,6 %, que en el caso de los chicos baja al 69,8 % y en el de las chicas sube al 83,8 %. ¿Qué podemos hacer? En las siguientes líneas explicamos cuáles son los beneficios de la actividad física a estas edades, qué pautas podemos seguir como padres para que nuestros hijos hagan más y qué medidas poder tomar al respecto desde centros educativos y administraciones públicas.
La evaluación de la OMS, publicada en noviembre en la revista The Lancet Child & Adolescent Health, tuvo en cuenta todos los tipos de actividad física: el tiempo dedicado al juego activo, las actividades recreativas y los deportes, las tareas domésticas activas, los desplazamientos a pie y en bicicleta u otros tipos de transporte activo, la educación física y el ejercicio planificado. Y coincide en las conclusiones con las del ‘Estudio Pasos’ (septiembre 2019). En este informe de la Gasol Foundation se afirma que en España el 63,6 % de los niños y adolescentes entre 8 y 16 años no hace esos 60 minutos diarios de actividad física moderada o vigorosa. Y, además, constata que este incumplimiento destaca entre las chicas (el 70,4 % de las niñas no llega al nivel recomendado frente al 56 % de los niños) y entre los adolescentes (el 72,4 % de los alumnos de secundaria no cumple la recomendación, frente al 55 % de los de primaria).
De la brecha de género también alertaba en mayo el estudio ‘La participación de la mujer joven en la actividad física’, elaborado por el Observatorio de la Vida Activa y Saludable, con la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) y Fundación Mapfre. En él se muestra que solo el 23,8 % de las chicas de entre 12 y 17 años hacen ejercicio 60 minutos al día —un 16 % menos que los hombres— y que el 83 % de las niñas y adolescentes españolas no hacen deporte de forma habitual.
¿Por qué tus hijos no hacen más actividad física?
¿Por qué esta situación? El abuso que se hace en el tiempo libre de las pantallas (ordenador, móvil, videoconsolas, televisión o tabletas) tiene mucha culpa de este sedentarismo. En el ‘Estudio Pasos‘ se alerta de ello. Víctor Arufe, director de la Unidad de Investigación del Deporte Escolar, Educación Física y Psicomotricidad (UNIDEF) de la Universidad de A Coruña, también considera que otro factor es la falta de educación hacia un estilo de vida saludable. “Si las familias no se preocupan por educar a los niños y adolescentes hacia hábitos y rutinas saludables, estos raramente tomarán la iniciativa”, sostiene. Además, la escasez de entornos seguros y alimentación poco saludable con tantos productos ultraprocesados tampoco ayudan.
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En el caso de las chicas, además, se dan otras circunstancias que el informe de la URJC recalca: la elevada carga académica a la que están sometidas y el hecho de que creen que tienen menos habilidades y destrezas para el deporte y un mayor sentimiento de miedo al ridículo cuando interactúan con los chicos. Y apunta que las mujeres comienzan a abandonar la práctica deportiva a partir del Bachillerato. La causa principal, comentan en el estudio, es su madurez y sentido de responsabilidad, que les hace preocuparse más por sus estudios y su futuro que por la realización de actividad física.
Pero también influye que las chicas no encuentren una oferta deportiva adaptada a sus motivaciones y que cuenten con menor apoyo de la familia y su entorno próximo para seguir haciendo deporte. “Todavía existen estereotipos y prejuicios en relación a la mujer y deporte. Sigo escuchando a padres que consideran que si su hija hace deporte puede desarrollar músculo e iría en contra de su estética corporal, al igual que observo a familias decir que a su hijo no lo apunta a patinaje porque son todo chicas”, confiesa el profesor Arufe.
Qué beneficios se están perdiendo
Tanto unos como otros, si no hacen la actividad física suficiente (una hora o más cada día), se pierden muchos de los beneficios que aporta para la salud durante esta etapa de la vida y que, en su mayoría, se mantienen en la edad adulta. Según el también autor del blog Educación, Innovación y emprendimiento, la actividad física produce beneficios en cinco grandes esferas:
- Mejora de la condición física aumentando las capacidades físicas como la fuerza, resistencia, etc.
- Contribuye en el aspecto social fortaleciendo las relaciones sociales, cumplimiento de normas, valores, ética, etc.
- En aspectos psíquicos y emocionales, permite actuar a neurotransmisores como la dopamina, serotonina, norepinefrina… que generan sensación de bienestar, mejoran la atención, conducen a un estado de calma y felicidad, etc. Dentro de estos beneficios también se encuentran mejoras a nivel de procesamiento de la información, mecanismos de la atención, neurogénesis, potenciación de la memoria de trabajo, etc. lo que puede conducir a una mejora en el rendimiento académico.
- La cuarta esfera hace referencia a las mejoras en la prevención y rehabilitación de diversas patologías, en especial las asociadas al sedentarismo, como el sobrepeso o la obesidad. En este sentido, la OMS destaca también que la actividad física mejora de la capacidad cardiorrespiratoria y muscular, la salud ósea y cardiometabólica. Además, como recientemente ha defendido durante su tesis en la Universidad Pública de Navarra (UPNA) la doctora María Medrano, el ejercicio físico supervisado combate la aparición de hígado graso no alcohólico (esteatosis hepática).
- Y por último, la actividad mejora todo lo relativo a las habilidades motrices y componentes de la psicomotricidad que, junto a la condición física, influyen en diversas variables psicológicas como la autoestima, autoconcepto o autoconfianza.
Qué podemos hacer para que realicen más actividad física
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Los informes citados revelan otro dato preocupante: la falta de actividad física a estas edades es una tendencia que se mantiene desde hace 15 años y que no presenta señales de cambio. Sin embargo, animan a variar esta predicción. ¿Cómo?
Las investigadoras de la OMS plantean ampliar “urgentemente” las políticas y programas que han demostrado ser eficaces para aumentar la actividad física de los adolescentes, como la campaña británica This Girl Can, destinada a fomentar el deporte femenino. También consideran que hay que adoptar medidas multisectoriales que den oportunidades a los jóvenes para llevar una vida activa, en ámbitos como la educación, el urbanismo y la seguridad vial.
Como padres, desde bien pequeños se les puede ir introduciendo en rutinas deportivas que les hagan crecer de forma saludable. “Si un niño pequeño ve que el deporte es una rutina que hay que hacer para crecer saludablemente, en primaria lo seguirá practicando y en secundaria también. Tenemos que conseguir que los niños adquieran un matrimonio con la práctica deportiva”, apunta el profesor.
Cuando apenas andan juegos en el suelo o actividades supervisadas en el agua (piscina o bañera) sirven. Juegos cotidianos en el colegio o en el parque, como el escondite o saltar a la comba, para los menores de 5 años y 30 minutos al día de ejercicio deportivo fuera del ámbito escolar para niños entre 5 y 12 años son una manera de promoverlo, según la estrategia InfaSEN (Sueño, Ejercicio, Nutrición) o Infancia con Sentido, desarrollada por un equipo multidisciplinar de profesionales sanitarios de cuatro hospitales públicos gestionados por Quirónsalud. También plantean para mayores de 12 al menos una hora de ejercicio fuera del ámbito escolar y 30 minutos 2-3 días a la semana de ejercicio de fortalecimiento (rocódromo, atletismo). Y todo ello, sin pasar más de una hora al día con juegos de pantallas.
Caminar, ir en bicicleta y subir las escaleras, en vez de desplazarse en coche o en otros medios de transporte o usar ascensores y escaleras mecánicas, ya es un paso. Bailar, llevar las bolsas de la compra, pasear al perro o ayudar en el huerto o jardín también vale. Ir al cole andando o en bici y hacer deporte como actividad extraescolar son opciones. Senderismo, artes marciales, deportes de equipo como el baloncesto o el fútbol y otros algo menos sociales, como la natación, el tenis o el patinaje, pueden ayudar a fomentar en ellos la actividad deportiva. Con reglas, con restricciones mínimas, de riesgo (escalada, surf), de aventura (toboganes, parques acrobáticos forestales, paintball)… como se propone en este documento oficial contribuirán a ello. Lo importante es que las actividades sean divertidas e interesantes para los niños, de modo que mantengan una actitud positiva hacia la actividad física durante la adolescencia y de adultos.
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Para la Gasol Fundation, es fundamental incrementar las horas y la calidad de la educación física en los centros educativos, como también que el Consejo Superior de Deportes, junto a las comunidades autónomas y municipios, refuercen las iniciativas de fomento de la actividad física y el deporte fuera del ámbito escolar.
Un mínimo de tres horas semanales de Educación Física en primaria y secundaria, como ha propuesto al Gobierno el Consejo General de la Educación Física y Deportiva, es una fórmula que va tomando cuerpo. Comunidades como Andalucía, Castilla y León y País Vasco ya han aumentado sus horas lectivas de esta asignatura hasta tres. Sin embargo, Arufe apuesta por que colegios e institutos ofrezcan una hora al día, como piden desde la plataforma Change.org. “No podemos conformarnos ni con una, dos o tres horas. Ante una sociedad tan sedentaria como la que tenemos, la escuela debe responder y adaptarse con una hora de Educación Física diaria. Pecamos de una escuela que prima y se centra solo en la memorización. Debemos caminar a una escuela activa. Y no solo la escuela, sino que las universidades deberían de promover en todos sus estudios una hora de actividad física”, advierte.
“Con una sociedad llena de problemas de salud y con enfermedades hipocinéticas como principales causas de muerte, la escuela debe actuar en consecuencia al ser un escenario donde los niños pasan mayoritariamente su tiempo diario”, comenta el profesor. De ahí que, además de la hora diaria, habría que tener en cuenta otras opciones: potenciar el uso de patios activos, disminuir la carga de deberes escolares…
¿Más medidas que impliquen a gobiernos y padres? Construir más parques, dejarles más tiempo de juego en la calle y menos de pantallas, potenciar el uso de la naturaleza como alternativa para realizar actividad física… En definitiva, Arufe ve necesaria una “educación integral que aborde un incremento de la actividad física paralelamente con una buena alimentación y rutinas y hábitos saludables. Aunque un niño haga una hora de Educación Física diaria, si después, al llegar a casa, ingiere alimentos con muchísimas calorías, grasas e hidratos de carbono y pasa el resto de su día sentado, de poco le sirvió esa hora”, concluye.