Las filas interminables de ciudadanos a las puertas de los supermercados y los lineales por completo arrasados protagonizaron las imágenes más impactantes en los primeros días de la pandemia. La covid-19 afectó de manera directa a un aspecto tan básico y fundamental como es de la alimentación. Y, como en muchos otros ámbitos, ha dejado una serie de lecciones para tener en cuenta en el futuro. Giuseppe Russolillo, director de la Academia Española de Nutrición y Dietética, y Sergio González, del centro de nutrición y entrenamiento NutriHeart, analizan las consecuencias y aprendizajes derivados del confinamiento en términos de alimentación y salud.
1. Nuestra sociedad no estaba preparada en materia de alimentación y salud para un confinamiento
Las situaciones de histeria iniciales advirtieron rápidamente de que la sociedad española no estaba preparada para afrontar una situación de confinamiento como la que generó la covid-19. «Nadie está preparado para afrontar un confinamiento total. Es muy complicado prevenir algo así», considera Sergio González. Giuseppe Russolillo va mas allá: «La población no tenía unas pautas ni unos conocimientos para saber cómo responder. No hubo recomendaciones de alimentación, de compra, de ética ni de responsabilidad», afirma, y apunta a las instituciones, reclamando un plan para posibles rebrotes en un futuro. «Ahora es el momento de tomar y preparar un plan de emergencia sanitaria en materia de alimentación, porque se ha visto que no se ha sabido manejar algo tan importante como las necesidades básicas alimentarias para la población en una situación de estado de alarma».
2. Compra responsable: no hace falta arrasar con el supermercado
En caso de que volvamos a enfrentarnos a situación similar, lo primero que tenemos que tener en cuenta es que no es necesario arrasar con ningún artículo. «No hay que olvidar el caos y las compras desproporcionadas en la semana previa al confinamiento. No había problemas de desabastecimiento y las instituciones no respondieron a ese comportamiento de supervivencia», opina Russolillo. Las pautas son claras: hay que comprar con moderación, de una manera ética y responsable y abastecerse de lo que realmente se necesita, sin tener que estar hiperabastecido.
3. Niveles que hay que seguir al hacer la lista de la compra
Comprar alimentos frescos y saludables es la primera recomendación a la hora de hacer la compra. Es importante tenerlo siempre presente, pero aún más ante un periodo de confinamiento. Russolillo describe tres niveles que se deben tener en cuenta al elaborar la lista de la compra:
- 1. Garantizar el consumo de frutas y verduras frescas, y si no es posible, en conserva o congeladas.
- 2. Proveerse de pastas, arroces y legumbres, y la harina para poder elaborar el pan en casa si fuese necesario.
- 3. Hacerse con carnes, pescados, huevos y lácteos.
Unos consejos muy similares a los que plantea Sergio González. «Hay que potenciar el consumo de frutas, verduras y hortalizas en lugar de pasta, arroz, cereales, pan o galletas. Además, hay que intentar consumir alimentos proteicos en cada comida (huevos, pescados, legumbres, carnes o lácteos), ya que nos ayudarán a mantener la masa muscular y sacian bastante, y consumir grasa de calidad (aceite de oliva virgen, frutos secos, semillas, aguacate, pescados azules) controlando la cantidades», valora.
4. El valor de cocinar en casa
Aunque todavía no se han podido analizar al detalle los comportamientos de la población durante la cuarentena, los primeros indicios son positivos. El hecho de estar en casa y de cocinar todos los días provocó un incremento de los productos frescos. «Hemos tenido tiempo para cocinar y eso ha permitido controlar mucho mejor lo que se come», apunta Sergio González, y coincide con él Russolillo. «Esto es muy positivo, porque la compra de productos frescos reduce la presencia de los alimentos procesados o ultraprocesados. Esta tendencia, igual que el reclamo de harinas y levaduras para hacer pan o bollería casera, ha estado vinculada al hecho de poder cocinar recetas de nuestra cultura en familia», señala.
5. Evita los procesados y ultraprocesados: no sucumbas a la ansiedad
Y, por el contrario, a la hora de ir al supermercado tenemos que ser capaces de evitar los alimentos ultraprocesados. En este sentido, los indicios que muestran un aumento en las ventas de bebidas alcohólicas, galletas o snacks son preocupantes y arrojan una idea de los malos hábitos instaurados entre la sociedad. «Consumir estos alimentos en una situación de sedentarismo pone en riesgo la salud de la población, especialmente en los grupos más vulnerables: los niños. Había que limitar el consumo de este tipo de comida por lo energética y calórica que es y por la falta de ejercicio físico», valora Russolillo. «Son alimentos muy altos en kilocalorías, que no sacian y ante los que nos es difícil controlar las cantidades», coincide Sergio Gónzalez.
Los expertos reconocen que una situación así, que potencia la ansiedad y el estrés, no facilita controlar su consumo. «Estudios previos de situaciones similares nos decían que podían ir vinculadas a un comportamiento alimentario no saludable, como comer demasiado, comer alimentos a modo de recompensa, recurrir a snacks, dulces, precocinados», afirma Russolillo. «Por eso, lo mejor es no tenerlos en casa. Y en caso de que queramos, comprar exclusivamente para ese momento», recomienda González.
6. Menos gasto energético, menos consumo: no necesitamos tanto
Estas reacomodaciones de compra, importantes en nuestro día a día sea cual sea la situación, se acrecientan ante un confinamiento debido a un aspecto evidente: el sedentarismo. El hecho de estar todo el día en casa reduce nuestra actividad física y, por lo tanto, disminuye el gasto energético. Esto se traduce en aumento de peso ante el que solo se puede luchar reduciendo el consumo. «Una persona que daba 10.000 pasos al día, y que, además, completaba sesiones de entrenamiento de calidad semanales, habrá bajado considerablemente su gasto energético. Por lo tanto, para mantener el peso habrá tenido que rebajar el consumo. Esta es la única alternativa que ha tenido la población para controlar el peso y la composición corporal», argumenta González. «Era más importante que nunca hacer una alimentación saludable y cuidada en cuanto a energía», amplía Russolillo.
Pero la complejidad de controlar el consumo en una situación de encierro, estrés y ansiedad invita a los expertos a intuir que un porcentaje alto de la población española habrá salido de la cuarentena con un incremento de peso. «Claro que lo ideal era hacer una dieta más baja en calorías, pero por las situaciones emocionales era muy complicado hacer un cambio tan radical. Por eso se ha previsto un aumento de peso en la población —avanza el director de la Academia Española de Nutrición y Dietética—. Nos han quitado un aspecto fundamental para controlar el peso, como es movernos. Eso, sumado a que de por sí los hábitos nutricionales de la población no son buenos en general, ha provocado que la salud de la mayoría haya empeorado durante el confinamiento».
7. La importancia de una alimentación saludable: el sobrepeso es un factor de riesgo ante la covid-19
La importancia de llevar a cabo una alimentación saludable se ha evidenciado a causa de la covid-19. Los estudios aseguran que las personas con sobrepeso son consideradas como población de riesgo ante el virus, estando expuestas a un pronóstico más grave y una peor evolución. Esto es un motivo más para promover y ayudar a llevar una alimentación saludable y un estilo de vida activo.