Si la alimentación es muy importante en cualquier etapa de nuestra vida, durante la gestación resulta primordial. Llevar una dieta equilibrada, actuar ante un déficit de nutrientes o preservar especialmente la seguridad alimentaria son claves. Pero ¿y antes de quedarse embarazada? También. Te contamos en las siguientes líneas qué debes saber (y poner en práctica) en cuanto a alimentación si estás deseando tener un bebé en los próximos meses. Y ¡ojo! El futuro padre también deberá poner de su parte.
Cuando una mujer está intentando quedarse embarazada, cuidar su alimentación se convierte en una prioridad, ya que una dieta adecuada durante, al menos, los cuatro meses anteriores a la concepción, puede contribuir a que consiga antes su objetivo. De hecho, está demostrado que trastornos alimentarios como la anorexia, así como el padecimiento de obesidad y el excesivo consumo de tabaco, cafeína y alcohol, pueden condicionar una disminución de la fertilidad. Por otra parte, las deficiencias en ácido fólico, vitamina A, C, D, E, B1, zinc, selenio, yodo, calcio y hierro han sido señaladas como las responsables de algunos casos de subfertilidad (dificultades para concebir), por lo que una alimentación equilibrada resulta clave.
Una visita al médico es muy recomendable para detectar esas deficiencias. Con ayuda del especialista, a través de una adecuada alimentación, se puede promover una buena calidad de los óvulos; aportar nutrientes y antioxidantes para el apoyo mitocondrial, es decir, para que el embrión tenga la suficiente energía para crecer y se produzca la división celular; colaborar a que el embrión se implante adecuadamente y asegurarle un buen flujo sanguíneo que permita su supervivencia.
Consejos de alimentación para mejorar la fertilidad
Las doctoras María de la Calle y Onica Armijo, ginecólogas del Servicio de Obstetricia del Hospital de La Paz (Madrid), ofrecen una serie de recomendaciones para mejorar la fertilidad en su libro ‘La dieta de la fertilidad y el embarazo’.
? Aumentar la ingesta de alimentos antioxidantes. Estos actúan contra los radicales libres, que pueden dañar nuestras células y contribuir a una deficiente salud del óvulo y el esperma. Los encontramos en las siguientes vitaminas y minerales: vitamina C (tomate, naranja, kiwi, col rizada, brócoli, espinaca), vitamina E (legumbres, arroz integral, aguacate, aceite, guisantes, vegetales de hoja oscura), betacaroteno (zanahoria, pimiento rojo y amarillo, brócoli, espinacas, calabaza) y selenio (cebollas, huevos, arroz integral, pollo).
? Evitar alcohol y cafeína durante los cuatro meses anteriores al inicio de los intentos de concepción (esta recomendación también es válida para el padre).
? No comer crustáceos, moluscos y pescados grandes del océano (lucio, pez espada, tiburón y atún rojo), ya que pueden tener trazas de mercurio. Optar, mejor, por salmón salvaje, caballa o sardinas: aportan gran cantidad de proteínas y grasas “buenas” y favorecen el equilibrio hormonal.
? Evitar grasas saturadas y productos procesados artificialmente. Las grasas se aportarán con el aceite de oliva, frutos secos y semillas, así como productos lácteos enriquecidos en vitamina D, no demasiado grasos como yogures y quesos.