Durante décadas, el mercado de productos para la regla ha estado dominado por las compresas y los tampones. Hasta ahora. Nuevas alternativas, como la copa o el disco menstrual, las braguitas menstruales o las compresas de tela reutilizables, han sabido ganarse la confianza de las consumidoras más jóvenes, quienes, a pesar del factor precio, han comenzado a optar por ellas. ¿Qué debemos saber de estos artículos? En las siguientes líneas, y con ayuda de la ginecóloga Marian Chávez, explicamos cuáles son las nuevas alternativas para la higiene íntima y aclaramos las principales dudas sobre su uso, precio, funcionamiento y calidad.
Alternativas a las compresas y los tampones
♀️ Copa menstrual
Es un recipiente de silicona hipoalergénica, aunque algunas marcas lo realizan en látex ecológico –por lo que puede provocar reacciones alérgicas–, que se introduce en la vagina y recoge la menstruación. A diferencia de tampones y compresas, que absorben la sangre, la copa la acumula. No produce pérdidas, aunque su colocación puede resultar difícil al principio y, tras un máximo de 12 horas (aunque algunos expertos recomiendan no superar las ocho horas), hay que sacarla y vaciar el contenido. Se lava con agua en cada vaciado y se hierve al final del periodo. Se puede reutilizar durante unos 10 años.
♀️ Disco menstrual
Tiene la misma función que la copa, pero cuenta con un diseño más plano, en forma de disco, que se introduce por la vagina hasta colocarse justo debajo del cérvix. Está hecho de silicona hipoalergénica y una de sus ventajas es la posibilidad, por su colocación, de mantener relaciones sexuales durante la menstruación sin sufrir ninguna fuga. Se recomienda cambiarlo a las ocho horas, se esteriliza entre periodos y dura unos dos años.
♀️ Compresas de tela reutilizables
Pueden durar de tres a cinco años. Cuentan con diferentes capas internas, pero el núcleo central es un tramado hecho con un tejido natural especial que absorbe el flujo y permite que la sangre no traspase ni manche. Se lavan a mano o en lavadora.
♀️ Braguitas menstruales
Ropa interior normal, realizada con un tejido técnico especial antibacteriano, transpirable y que absorbe el flujo menstrual para no tener que llevar nada más durante la menstruación. Se lavan a mano o en la lavadora y se vuelven a utilizar. Pueden durar hasta 60 lavados.
♀️ Tampones y compresas 100 % de algodón orgánico
Su aplicador está elaborado con cartón biodegradable. Son de usar y tirar, pero la diferencia está en el material. Los tampones no orgánicos son de rayón, poliéster y algodón no orgánico y, las compresas, de una mezcla de polietileno, polipropileno (plástico) y viscosa.
Imagen: PatriciaMoraleda
Mitos y verdades sobre productos para la regla
✔️ Algunas opciones reutilizables son más sostenibles
Verdadero. Sobre todo, si se comparan con las compresas convencionales, que están fabricadas en su mayoría con plástico (en un 90 %; solo el núcleo absorbente es de algodón). Según un reciente estudio de la Comisión Europea, las compresas y tampones son el quinto producto de plástico más presente en los mares. Pueden tardar hasta 500 o 600 años en descomponerse, pero aún así, y según el Instituto Real de Tecnología de Estocolmo, el mayor impacto ambiental de las compresas (también de los tampones, compuestos de algodón y rayón) está en la etapa de procesamiento de la materia prima, y en particular del polietileno de baja densidad, que es el plástico usado en las compresas y en los aplicadores de los tampones.
🟰 Los nuevos productos son más caros
Depende. Una caja de tampones de 18-22 unidades cuesta entre 3,50 y 4,50 euros, dependiendo de la marca (unos 0,22 por tampón). El precio de un paquete de compresas de 24 unidades es, aproximadamente, de 4 euros (0,16 euros por unidad). Unos importes relativamente bajos si se comparan con los de la copa menstrual, que está entre 15 y 30 euros. Las braguitas menstruales cuestan unos 30 euros; las compresas de tela reutilizables, de 10 a 15 euros por unidad, y el disco menstrual, unos 10 euros.
Sin embargo, todos estos últimos productos son reutilizables, por lo que, al final, salen más baratos. Por ejemplo, la copa dura unos 10 años, por lo que se necesitarían unas tres o cuatro en todo el periodo fértil (unos 100 euros en total). En 10 años se usan unos 1.800 tampones, lo que supone aproximadamente un gasto total de 396 euros y hasta 1.500 euros si extendemos su uso hasta la menopausia. Lo mismo ocurre con las compresas. Por ciclo menstrual, la mujer utiliza 25 de media (cuatro-cinco por día), unas 300 al año. Al final supone unos 48 euros anuales, mientras una compresa de tela reutilizable puede durar, según sus fabricantes, de tres a cinco años.
❌ Hay ingredientes tóxicos en los productos convencionales
Falso. Que las nuevas alternativas sean más sostenibles no quiere decir que las convencionales lleven tóxicos entre sus componentes. No existe ningún informe científico que asegure que un tampón o una compresa hechos 100 % con algodón orgánico sean más seguros que los convencionales. El rumor de que lo no orgánico podría ser dañino llega de la inquietud provocada por las dioxinas, un posible disruptor hormonal que se suelta al blanquear con cloro el algodón del tampón. Un método que ya no se utiliza.
Ahora, para purificar el algodón se emplean procesos libres de cloro elemental (ECF) o totalmente sin cloro (TCF). Este último es el que usan los tampones y las compresas orgánicas (que también deben ser blanqueados), en un proceso que también acarrea sus inconvenientes: se necesita más agua y energía, y también libera, aunque en menor proporción, compuestos clorados al medio ambiente. El proceso ECF que actualmente utilizan los productos convencionales también emite dioxinas, pero a un nivel insignificante. Los estudios realizados por la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA) han encontrado únicamente trazas en una cantidad que no supone riesgo alguno para la salud.
❌ La copa menstrual puede propiciar fugas o pérdidas
Falso. La copa menstrual no es algo nuevo: se lanzó al mercado en Estados Unidos en 1987, pero desde hace unos años goza de una nueva popularidad. En 2019, las ventas de este producto se incrementaron un 25 %, según datos del fabricante Íntima. Ese aumento coincide con la publicación de un estudio en la revista The Lancet, en el que se revisaron 43 trabajos diferentes con datos de 3.300 mujeres: llegó a la conclusión de que su empleo era totalmente seguro, al mismo nivel que las compresas y los tampones, y no producía fugas ni pérdidas. También probó que su uso no estaba vinculado con ningún riesgo de infección o daños en la flora vaginal o en el tejido del cérvix.
✔️Con el tampón existe riesgo de sufrir el síndrome de shock tóxico (SST)
Verdadero. El síndrome de shock tóxico (SST) es una infección poco frecuente (2-5 casos cada 100.000 personas) provocada por ciertos tipos de bacterias y que se manifiesta por la aparición repentina de fiebre, bajada de tensión (sensación de mareo o desmayo), confusión, diarrea, vómitos, dolor de cabeza y debilidad. En casos muy extremos ha llegado a ocasionar la muerte. Esta infección se asocia con la absorbencia excesiva del tampón (puede crear el ambiente ideal para la bacteria) y con la duración de su uso. Por eso se recomienda utilizar el tamaño de tampón adecuado a la cantidad de flujo y cambiarlo con frecuencia (cada cuatro a ocho horas).
❌ La copa menstrual acaba con el riesgo de SST
Falso. El riesgo es el mismo. Se han descrito casos del síndrome de shock tóxico en mujeres que han usado la copa menstrual, pero también en quienes utilizan el diafragma o la esponja vaginal como métodos contraceptivos, ya que las bacterias pueden permanecer en el material de estos dispositivos. Por ello, es fundamental higienizarlas correctamente antes de su empleo y extremar precauciones higiénicas como el lavado de manos durante su manipulación. Para las que quieran minimizar el riesgo, cualquier tipo de compresa o las braguitas menstruales serían la mejor opción.
✔️ Las alternativas ayudan a mejorar alergias y pieles atópicas
Verdadero. Para algunas mujeres con especial sensibilidad a los productos sintéticos, las nuevas alternativas realizadas con materiales orgánicos, sin perfume e hipoalergénicos, pueden significar una mejora en su salud vulvovaginal. Evitando el roce con productos que contienen pigmentos, y materiales como plásticos, rayón o poliéster, se atenúan la molestia, los picores, las irritaciones y la alergia de muchas mujeres cuya piel es extremadamente sensible.