Las restricciones a la movilidad han provocado un descenso en el número de pasos que efectuamos a diario. Atrás quedaron los 10.000 pasos diarios que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS) para mejorar nuestra función cardiorrespiratoria y muscular y la salud ósea y reducir el riesgo de enfermedades no transmisibles y de depresión. Este forzoso sedentarismo, unido al hecho de que durante la pandemia hemos relegado nuestros pies a un segundo plano, ha tenido consecuencias negativas: dolor, heridas y problemas en la piel. Descubrir qué hemos hecho mal con ellos nos enseñará a no minusvalorarlos y a prevenir molestias que pueden degenerar en algo más serio.
Llegamos a diciembre sorteando los múltiples obstáculos que por el camino nos ha ido colocado la pandemia. Una de estas trabas ha sido la dificultad a la hora de alcanzar los famosos 10.000 pasos diarios recomendados por la OMS. El reto de realizar esos siete kilómetros al día ha sido muy complicado de llevar a cabo durante los meses más duros del confinamiento, en los que hubo que estar obligatoriamente encerrados entre cuatro paredes. El parón nos convirtió de golpe, y a pesar del imperioso deseo de actividad de muchos, en una población sedentaria. En concreto, según un informe de la Fundación Podoactiva, de una media de 7.409 pasos en 2019 hemos pasado a dar unos 3.829, lo que supone un bajón del 49 % respecto al año anterior.
Queda claro que nuestros pies se han movido poco, pero también se han movido mal. Con ello queremos decir que hemos andado demasiado tiempo descalzos y abusado más de la cuenta de la chancla y de la zapatilla de estar por casa. Tampoco nos hemos cortado a la hora de practicar running en el pasillo, crossfit en el salón o de bailar zumba en la terraza. Todo ello, sin el calzado adecuado. Además, la imposibilidad de acudir a la revisión del podólogo ha acumulado y empeorado durezas, uñas encarnadas y callos.
Todo esto es lo que han observado los especialistas tras la apertura gradual de sus clínicas. “La consulta se ha llenado de personas afectadas por problemas biomecánicos (los relacionados con la marcha del pie, como la fascitis plantar) y dérmicos (papilomas, verrugas plantares, hongos)”, enumera la presidenta del Colegio Oficial de Podólogos, Elena Carrascosa. “Pero también hemos recibido a pacientes con heridas y golpes accidentales, como esguinces o fracturas del quinto dedo (el meñique), o casos de empeoramiento de patologías más serias y degenerativas, relacionadas sobre todo con el pie diabético y reumático”. La especialista añade que aprender todo lo que hemos hecho mal con nuestros pies “nos enseñará por fin a cuidar como se merece a la extremidad que nos permite caminar y soporta el peso del cuerpo”.
Imagen: yogaphysique
? Uña encarnada (onicocriptosis)
? Qué es una uña encarnada
Cuando el borde de la uña del pie penetra en la piel del dedo, este reacciona como si se tratara de un cuerpo extraño con un enrojecimiento e inflamación que provocan dolor.
? Qué causa una uña encarnada
Son muchas las causas, desde una malformación genética de las uñas hasta la forma de caminar (que muchas veces afecta a la parte lateral de la uña), un mal corte o un calzado pequeño y estrecho. El problema llega cuando la uña clavada en la piel causa herida, ya que esta es fácil que termine infectándose y provoque un absceso (pus) que puede resultar extremadamente doloroso. De ahí que sea imprescindible tratarla para evitar que ocurra.
La onicocriptosis se puede agravar por el envejecimiento (la uña tiende a hacerse más gruesa y a curvarse) o la diabetes. Esta enfermedad, al afectar a los nervios de las piernas y producir una disminución del riego sanguíneo, puede provocar lo que se conoce como el pie diabético. Esta patología consiste en una disminución de la sensibilidad en el pie (neuropatía) y de la circulación de la sangre (isquemia).
? Cómo prevenir una uña encarnada
Un buen corte de uñas es clave. ¿Cómo hacerlo?
- Nunca se deben utilizar tijeras de punta afilada, sino un cortaúñas o alicate recto. En los niños hasta los dos años de edad se pueden emplear tijeras de punta roma o cortaúñas de bebé.
- Utilizar una lima de cartón.
- Hay que hacerlo con buena luz y, si es necesario, con una lupa y espejo. Mejor tras el baño o la ducha, ya que las uñas están más blandas. La forma del corte tiene que ser en forma recta y evitando cortar los lados (que se puede limar ligeramente con la lima de cartón).
- Después hay que hidratar para prevenir grietas.
? Durezas y callos
? Qué son las durezas de los pies
Las durezas (hiperqueratosis) son el engrosamiento (acúmulo de queratina) de la capa más superficial de la piel del pie a causa del aumento de células muertas y descamadas. Cuando esta lesión crece hacia capas más profundas de la piel y tiene los bordes más definidos recibe el nombre de heloma plantar o callos.
? Qué provoca los callos en los pies
Demasiada presión en la pisada, falta de hidratación, calzado inadecuado (sobre todo tacones altos), sudoración, roces…
? Cómo prevenir los callos
Con un cuidado diario que se debe realizar así:
- Tres veces por semana, frotar la zona con ayuda de la piedra pómez. Se debe hacer con los pies limpios (después de haberlos tenido unos minutos en agua tibia y jabón o tras la ducha) y realizar movimientos circulares, de forma superficial, alrededor de los talones o donde suelen aparecer las durezas o callos. Después de usarla, hay que lavar la piedra pómez con agua y jabón y, de vez en cuando, hervirla unos cinco minutos. Nunca hay que compartirla con otros miembros de la familia.
- Hidratar a diario los pies con cremas específicas para ellos.
? Cómo tratar las durezas y los callos
Las durezas y los callos no son graves, pero muchas veces se pueden confundir con otras patologías, como una verruga plantar, causada por una infección a consecuencia del virus del papiloma humano. Por ello, antes de realizar un tratamiento, el podólogo tendrá que diferenciarlas.
En consulta, lo más común es hacer una deslaminación de las durezas, pero si son recurrentes, el podólogo también podrá considerar un estudio biomecánico de la pisada para conocer los puntos de mayor presión o incluso recomendar plantillas para que no vuelvan a aparecer.
“Lo que desaconsejamos los especialistas son los callicidas. Principalmente porque los pacientes no saben al 100 % si la lesión que están viendo es un callo, una dureza o una verruga (o cualquier otra patología). Pero también porque no son la solución definitiva al problema, ya que no eliminan la causa que lo ha generado (pisada, mal calzado…), sino que simplemente generan una herida que cicatrizará y, una vez la piel esté reparada, volverá a aparecer la dureza o el callo. Además, su mecanismo de acción es mediante agentes químicos como el ácido salicílico, que producen una quemadura que también afecta a la piel sana, provocando más irritación y dolor”, explica la podóloga Carla Lanuza.