Pese a su rigidez y resistencia, los huesos del cuerpo son extremadamente sensibles. En ocasiones, un sobreesfuerzo físico, un golpe muy fuerte o la repetición constante de impactos sobre el suelo, como sucede en el caso del running, pueden dañar la zona interior del hueso. Cuando esto ocurre, el organismo se resiente mediante una inflamación muy dolorosa y aguda, que necesita reposo, paciencia y tiempo hasta que desaparece. Así es el edema óseo, una lesión que, si no se trata a tiempo, puede provocar una fractura. Una alimentación sana y equilibrada ayuda a prevenir esta dolencia, común entre muchos corredores y deportistas.
¿Qué un edema óseo?
Consiste en la inflamación de la parte medular del hueso, conocida como hueso esponjoso. Al igual que sucede con cualquier otro tejido cuando sufre una contusión, este se inflama y duele. En el caso del edema óseo, su origen está en una desestructuración del sistema de trabéculas del hueso, que se puede producir por un gran traumatismo, sobrecarga física, un golpe o una caída, pero también por microtraumatismos (impactos repetitivos), que generan una acumulación del líquido inflamatorio.
Es lo que pasa, por ejemplo, durante una carrera o en caminatas de cierta exigencia. “La suma de muchos de estos pequeños impactos en el cuerpo podría causar un edema óseo, y si estos prosiguieran, el edema se podría convertir en una factura por estrés”, explica el cirujano podólogo Álvaro Iborra. La columna y el cuello del fémur, en la zona próxima a la articulación de la cadera, son las partes del organismo más expuestas a padecer esta dolencia.
¿Cuáles son sus síntomas?
El dolor agudo y localizado en el hueso es su síntoma más característico. Empeora cuando hay actividad física, ya que el tejido está inflamado, y disminuye con el reposo. Cuando el paciente descansa, su sistema trabecular óseo se desinflama y el dolor remite. “En el caso del pie, el hueso del calcáneo es muy propenso a desarrollar edemas óseos. Es importante no confundir estos síntomas con los de la fascitis plantar, que es un dolor matutino que mejora con la carrera y empeora tras el reposo”, prosigue el doctor Iborra. Para diagnosticar un edema óseo, es necesario realizar una resonancia magnética, ya que la radiografía es insuficiente.
Causas de un edema óseo
Son múltiples y, en ocasiones, desconocidas. La causa más común son los traumatismos o microtraumatismos, que a su vez pueden verse favorecidos por una alteración del metabolismo óseo, tiroides, falta de vitamina D, calcio, déficit de densidad ósea (osteoporosis) u otras enfermedades endocrinas. En el caso del pie, el edema óseo se diagnostica con frecuencia en corredores de larga distancia y en mujeres con osteoporosis.
Alimentos que pueden ayudarte
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Es importante seguir una dieta equilibrada en proteínas, vitaminas y minerales. Por eso se aconseja consumir alimentos que contengan vitaminas C, D y E, selenio, zinc, cobre, manganeso y ácidos grasos poliinsaturados. Entre los más recomendables destacan los siguientes:
- Frutos secos y semillas como sésamo, pipas, piñones, almendras, nueces, avellanas, pistachos, cacahuetes.
- Legumbres, en especial la soja.
- Cereales integrales, como trigo, arroz integral, avena y quinoa.
- Verduras de hoja verde: acelgas, espinacas, brócoli.
- Frutas secas, como higos y dátiles.
- Pescados, aves y carnes magras.
- Verduras y hortalizas como cebollas, ajos, puerros, col, coliflor y lombarda.
- Aceite de oliva.
También beneficia tomar el sol. “Basta con que los rayos solares bañen la cara o los brazos para que se estimule el metabolismo de la vitamina D, C y el calcio. Y es recomendable hacer ejercicio moderado en el caso de las mujeres en fase pre y posmenopáusica”, apunta Álvaro Iborra. En determinadas ocasiones, deben ingerirse aportes extras de calcio, vitamina D y fármacos para estimular la formación de hueso (bifosfonatos, entre otros).
Tratamientos para el edema óseo
Su principal tratamiento es el reposo, ya que de esta manera evitaremos que acabe en una lesión de mayor gravedad. Y, por lo general, se alarga entre cuatro y seis semanas. Durante este tiempo, conviene mantener en movimiento tanto la musculatura como las articulaciones con ejercicios en piscina o de descarga de toda la pierna.
Asimismo, desde el inicio de la rehabilitación es importante someterse a magnetoterapia, pues los campos magnéticos van a favorecer a la recuperación, reabsorción y cicatrización del hueso. También se recomienda ingerir vitamina D, calcio y vitamina C. Además, la infiltración de células madre ayuda a acortar la recuperación.
Una vez superado el reposo, llega el momento de los ejercicios en carga de manera progresiva hasta que el hueso esté de nuevo en perfectas condiciones.