Oat Latte: un apellido que incumple la ley
Este producto da a entender que es una bebida de avena, cuando en realidad solo lleva harina de avena. Además, el uso que hace de la palabra “latte” no cumple la legislación. En la Unión Europea solo está permitido usar el término “leche” (y sus equivalentes en otros idiomas de la UE, como “latte”) para referirse a la secreción mamaria de animales de ordeño. En este caso, la leche de avena (oat latte) no está entre esas excepciones permitidas, por lo que incumple la norma.
Avena: parece su ingrediente principal, pero no lo es
El ingrediente más destacado en el envase es la avena: aparece en grande, tanto en tipografía como en dibujo. Esta presentación obliga al fabricante a indicar su cantidad en la lista de ingredientes, como así hace. La avena que incluye este producto se presenta en forma de harina y supone solo un 4 % del total del producto. Es decir, si bebemos una taza de agua de 200 ml con 16 g de producto, estamos consumiendo solo 0,64 g de harina de avena.
Café: el otro destacado
También está destacado con dibujos en el etiquetado el café, así que tiene que indicarse su cantidad en la lista de ingredientes. Supone solo un 12 % del peso del producto, por lo que en cada taza de 200 ml consumimos 1,92 g de café soluble, aproximadamente la misma cantidad (2 g) que se recomienda como ración para preparar un café. El tipo de café que incluye este producto es el soluble: un extracto de café que se obtiene al pasar agua sobre los granos de café tostados y concentrándola posteriormente para conseguir un polvo que contiene los compuestos solubles y aromáticos del café.
Azúcares añadidos: los verdaderos (y excesivos) protagonistas
Aparecen con los nombres de jarabe de glucosa y azúcar, y son los ingredientes mayoritarios del producto. Lo sabemos porque son los primeros de la lista. ¿Cuánto azúcar tomamos en cada ración de este producto? Una taza preparada con un sobre de 16 g de producto y 200 ml de agua aporta 4,8 g de azúcares simples, procedentes en su práctica totalidad de estos azúcares añadidos. Es decir, los azúcares simples suponen casi un tercio del producto y aportan el 29 % de las calorías. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda limitar el consumo de este tipo de azúcares a un máximo de 25 g diarios, por lo que, si en una taza de café ya ingerimos una quinta parte de ese máximo recomendado, es muy fácil que en un día superemos esa barrera de azúcares libres.
Los almidones: pasan desapercibidos, pero importan
Además de los azúcares, este producto contiene otros hidratos de carbono que, en total, suman 10,4 g. De ellos, 5,6 g son hidratos de carbono complejos que proceden en su mayoría del jarabe de glucosa y de la harina de arroz refinada, por lo tanto, son almidón. El almidón es fácilmente digerible y eleva rápidamente la glucosa en sangre, haciendo trabajar al páncreas para producir insulina y conseguir que la glucosa pase al músculo y al hígado. El almidón aporta más de un tercio de las calorías totales.
Grasa: cuál es el origen
Cada taza de 200 ml aporta 2,3 g de grasa, de la que 1,9 g es saturada. Procede de la grasa de coco y supone más de un 30 % del valor energético del producto. A pesar de su reputación, la evidencia disponible no avala el uso de la grasa de coco para reducir el peso o aumentar la saciedad y, por su efecto sobre el colesterol, no puede recomendarse como alternativa a los aceites vegetales ricos en ácidos grasos insaturados. En una taza hay la misma cantidad de grasa saturada que de café soluble. Por tanto, es mejor tomar un café con bebida de avena, que no aporta ningún tipo de grasa saturada.
¿Es apto para veganos?
Aunque está previsto hacerlo, en la UE todavía no está regulada la mención “vegano” ni “vegetariano”. El sello V-label que se puede ver en este envase es una marca privada promovida por la European Vegetarian Union e identifica los alimentos como vegetarianos o veganos en base a unas normas que establece la marca. La identificación de este producto como “vegano” implica que no contiene ningún producto derivado de animales.
Nescafé Gold Oat Latte: Nutri-Score y conclusiones
Imagen: Eroski Consumer
La valoración del producto se hace sobre 100 ml del alimento reconstituido siguiendo las instrucciones del fabricante, es decir, sobre 100 ml de agua con 8 g de Nescafé Gold Oat Latte (aunque el producto se presenta en monodosis de 16 g). Está penalizado por un aporte de energía elevado y por la presencia de azúcares simples. Aporta una pequeña cantidad de fibra y de proteína que no es suficiente para contrarrestar la puntuación negativa.
Cerca del 33 % del producto lo forman azúcares añadidos y almidón, ingredientes sin interés nutricional, y un 12 % del mismo son grasas saturadas. Utiliza el reclamo “latte”, de uso exclusivo para productos elaborados con leche, salvo determinadas excepciones recogidas legalmente entre las que no se encuentra la leche de avena (ingrediente que, por otra parte, no figura en la composición). Cada ración de 16 g prevista para una taza de 200 ml tiene un coste de 42 céntimos. Por el mismo precio podemos prepararnos una taza de café soluble con 200 ml de bebida de avena sin azúcares añadidos que contiene 17 g de avena y no aporta grasas saturadas ni azúcares libres. Es un producto nutricionalmente no recomendado.