El sol es el origen y la fuente de vida. Es imprescindible para la vida y tiene efectos beneficiosos sobre el organismo, además de que mejora el ánimo y el humor. Sin embargo, también tiene algunos efectos negativos, ya que la exposición inadecuada al sol se ha convertido en uno de los hábitos de vida más dañinos de nuestro tiempo. Produce quemaduras en la piel y favorece su envejecimiento prematuro. Además, las radiaciones solares siguen siendo el principal factor de riesgo del cáncer de piel. De ahí lo vital que es la protección solar, que no solo implica darse crema, como veremos en las siguientes líneas, y donde también te contamos qué fotoprotector elegir según el tipo de piel o la actividad a realizar y cómo y cuándo aplicarlo.
La exposición excesiva a la luz solar natural o artificial puede llegar a ser muy dañina para la piel humana. Los efectos negativos que aparecen paulatinamente en la piel son consecuencia de la suma de las radiaciones solares recibidas a lo largo de los años. La exposición a ellas de forma continuada es tan nociva como una exposición intermitente pero intensa como ocurre, por ejemplo, durante las vacaciones.
Las radiaciones solares siguen siendo el principal factor de riesgo del cáncer de piel, por lo que, como sabemos, el empleo del protector solar es de gran importancia. Pero, ¿tenemos claro qué protector elegir y cómo hacer un buen uso para que nos ayude a protegernos de los rayos solares? Existe tanta variedad en el mercado que, muchas veces, no tenemos claro cuál es el que debemos utilizar o cómo debemos usar cada uno de ellos. De esta forma, si escogemos el producto erróneo, pese a nuestra buena intención, al final no estaremos realizando la protección solar adecuada.
Recomendaciones generales de protección solar
Para empezar, hay que tener en cuenta que la protección solar pasa no solo por utilizar una crema para el sol, sino también por seguir las recomendaciones generales de protección solar:
- Bebe agua con frecuencia. Una piel bien hidratada te cuidará contra los rayos solares.
- En verano es importante estar a la sombra entre las 12:00 y las 16:00 horas.
- Intenta protegerte también en días nublados y durante todo el año.
- Utiliza gorra, gafas, camiseta… y en la playa, siempre sombrilla.
- Usa cremas con el nivel de protección recomendado. Renueva cada dos horas o después de un baño.
- Evita la exposición sin protección.
También es importante saber que tomar el sol no es solo estar tendido en la playa; sino también andar por ella, montar bicicleta, acudir a una piscina no techada, caminar por la montaña o estar muchas horas expuesto en la calle al trabajar, pasear, hacer deportes o, simplemente, trasladarse de un lugar a otro.
¿Qué fotoprotector elegir?
Teniendo claros estos consejos, la siguiente pregunta sería qué fotoprotector elegir para mi tipo de piel o para la actividad que vaya a realizar.
- Respecto a los tipos de protectores, hay que tener en cuenta que el grado de protección frente a las radiaciones ultravioleta viene determinado por el índice FPS (factor de protección solar) o también llamado IPS (índice de protección solar). Indica el número de veces que el fotoprotector aumenta la capacidad de defensa natural de la piel frente al eritema (enrojecimiento). Por ejemplo, si una persona tarda cinco minutos en quemarse, con un filtro de FPS 30 tardaría 150 minutos.
- Siempre debemos elegir fotoprotectores que contengan filtros frente a los rayos UVA y UVB.
- También tenemos que comprobar si es un producto homologado por la Unión Europea (con el logotipo CE)
- Es muy importe ver si está destinado para la cara o zona específica o lo es para todo el cuerpo.
- Otra recomendación es buscar un formato que sea fácil de extender, según tengamos una piel más grasa o más seca.
En resumen, se considera una protección baja por debajo de 6; una protección media entre 6 y 12; alta entre 12 y 25; y muy alta entre 30 y más de 50. Nuestra recomendación usar una protección muy alta (de 30 en adelante).
Por último, respecto a actividades específicas, debemos recordar que en la montaña o en la nieve se debe aplicar siempre un fotoprotector alto.
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¿Cuándo y cómo aplicar la crema de sol?
Una vez elegido el protector adecuado, para que este sea realmente eficaz hay que saber cómo usarlo.
- Para empezar, hay que utilizar la cantidad suficiente cubriendo toda la superficie corporal. Muchas veces nos acordamos de zonas como la cara (que necesita una crema específica para esta zona) o los hombros, pero olvidamos proteger otras como las orejas, la parte trasera del cuello o el cuero cabelludo en el caso de los niños pequeños. No olvidemos que no se puede exponer directamente a las radiaciones solares a menores de tres años.
- El fotoprotector debe aplicarse siempre con la piel seca. Esto es importante para repetir la protección después del baño, ya que si la piel está mojada, las gotas funcionan como una lupa y aumentan el riesgo de que se produzcan quemaduras.
- Respecto a cuándo debe ser la primera aplicación, siempre se ha dicho que debe ser 30 minutos antes de la exposición solar. Sin embargo, últimas investigaciones han demostrado que la estabilización de la absorción del protector es efectiva 10 minutos después. Por ello, es mejor aplicarse la crema un poco antes de exponerse al sol.
- ¿Repetimos? Hay que tener en cuenta que parte del producto puede desaparecer con la fricción de la ropa o el sudor. Por ello es importante que, aunque la primera aplicación sea previa a la exposición, repitamos el proceso cada dos horas. Igualmente, será imprescindible dar fotoprotector de nuevo después del baño.
- ¿Y podemos utilizar el mismo fotoprotector del año pasado? En este sentido hay que tener en cuenta que todo compuesto químico tiene un periodo de eficacia. Por eso, los fotoprotectores tienen fecha de caducidad una vez abiertos (tres o seis meses).
La importancia de la prevención del cáncer de piel
No debemos perder de vista que todas estas precauciones son claves para prevenir el cáncer de piel. Las radiaciones solares siguen siendo el principal factor de riesgo, ya que estas radiaciones son capaces de producir mutaciones en el material genético (ADN) de las distintas células que componen la piel e impedir su reparación, iniciándose así el proceso de la carcinogénesis o formación de un cáncer.
También debemos recordar que las lámparas solares y las cámaras de bronceado también emiten radiación ultravioleta, que puede resultar cancerígena sin una protección adecuada.
Pese a tomar todas estas medidas para prevenir este tipo de tumores, siempre es recomendable realizar una revisión anual de la piel por parte de un dermatólogo, para determinar si tenemos lunares, marcas de nacimiento o áreas pigmentadas cuyo color, tamaño o forma esté fuera de lo normal.
Una protección adecuada frente al sol y una consulta al dermatólogo ante la menor sospecha de cambios en la piel son las medidas necesarias para disminuir la incidencia del cáncer de piel. Y su diagnóstico precoz siempre supondrá un mejor pronóstico de la enfermedad.