Ya solo con ver su envase o envoltorio, identificamos con rapidez que estamos ante un helado infantil. Colorido, lleno de mensajes con referencias a los niños y hasta con personajes muy conocidos para ellos. Pero ¿de verdad están pensados para ellos? Te lo contamos a continuación. Pero antes veremos las diferencias que hay entre un helado de hielo y uno de nata —de leche— y cuál es mejor nutricionalmente.
🍦 Helados de agua o de nata
La clasificación popular de los helados en dos grupos (“de hielo” o “de nata”) no es rigurosa y puede despistarnos, sobre todo porque no todos los “de nata” contienen este ingrediente, como explicamos en este artículo sobre la composición nutricional de los helados infantiles.
Sin embargo, en cierto modo, este criterio sí puede ser útil para orientarnos y ayudarnos a elegir los helados más sanos: los primeros —“de hielo”— están compuestos básicamente por agua (aquí entrarían los “helados de agua” y los “sorbetes”) y los segundos —“de nata”— están elaborados principalmente con leche, en concreto leche en polvo desnatada.
Las diferencias no se reducen solo a su composición, sino también a su forma de elaboración:
- En los helados de agua y los sorbetes se mezclan los ingredientes hasta conseguir un resultado homogéneo. La combinación obtenida se introduce en un molde donde se congela con la forma deseada.
- En el segundo caso, cuando llevan leche, lo que se hace es batir los ingredientes mientras se incorpora aire a temperaturas de congelación. El objetivo es lograr que se forme una estructura en la que queden atrapadas burbujas de aire, para que la textura sea ligera, y se formen cristales de hielo de pequeño tamaño, para que no sea arenosa.
🍦 ¿Es mejor un helado de leche o uno de hielo?
Se suele pensar que los helados “de hielo”, es decir los helados de agua y los sorbetes, son peores que el resto porque “no alimentan” y contienen ingredientes como aromas y colorantes. Por eso es habitual que se prefieran los helados “de leche” para los niños, es decir, los de la categoría helados. Sin embargo, ambos son productos insanos, con una elevada proporción de azúcares.
El aporte de nutrientes positivos de los helados “de leche” no hace que sean preferibles (en los casos analizados en nuestra Guía de Compra de helados infantiles aportan apenas 1 g de proteínas por ración). Además, contienen una cantidad considerable de grasas, unos 5 g por ración, lo que hace que tengan también un mayor aporte calórico. Hay que tener en cuenta, por otra parte, que algunos helados de agua o sorbetes también pueden contener grasas y un aporte calórico considerable (Fantasmikos, Frigochuches).
En definitiva, todos ellos son insanos. Las diferencias nutricionales que presentan no deberían ser trascendentes, dado que se trata de productos que deberíamos destinar a un consumo muy puntual (no para comer cada tarde ni cada dos días, sino, por ejemplo, para un cumpleaños).
🍦 ¿Helados pensados para niños?
En los envases de algunos productos se muestran diferentes reclamos relacionados con la salud. Por ejemplo, en algunos se promociona el contenido de frutas.
En muchos envases se incluyen, además, distintos sellos que hacen referencia a la nutrición infantil —por ejemplo, “Created for kids” (creado para niños) en productos Nestlé o “Comprometidos con la salud infantil” en Frigo—. Y añaden mensajes genéricos —“específicamente formulados para niños”, “tienen la proporción adecuada”, “vendemos de forma responsable”— que en realidad no ofrecen información concreta acerca de sus características.
Es cierto que la composición de muchos de estos productos está “adaptada” a la población infantil; por ejemplo, en general contienen menos cantidad de azúcares que los helados para adultos (unos 10 gramos por ración frente a los 18 gramos de un producto para adultos). Y lo mismo ocurre con las grasas. Pero estos mensajes no deben llevarnos a pensar que estamos ante productos saludables, ni siquiera aunque contengan zumos de fruta.
En España los niños y adolescentes consumen una gran cantidad de azúcares añadidos (unos 50 gramos por persona y día, según el estudio ANIBES, 2017), sobrepasando las cantidades que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda no superar (menos de 25-45 g para esos rangos de edad), lo cual contribuye al sobrepeso y la obesidad infantil. En definitiva, son productos que se deberían reservar únicamente para ocasiones puntuales.