Cada vez vemos más noticias en las que se habla de la calidad del aire. Fenómenos naturales, como la erupción volcánica en La Palma o las nubes de polvo sahariano que hemos sufrido este verano en la península, y otros factores bien distintos, como la contaminación que ocasionamos debido a las fábricas, el tráfico, el consumo de energías no renovables o el aumento de residuos, están empeorando la calidad del aire que respiramos. Y esto puede tener consecuencias serias sobre nuestros pulmones. Te contamos cuáles son, qué personas presentan más riesgos y qué medidas de prevención debemos tomar ante la polución.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha publicado recientemente las nuevas directrices sobre la calidad del aire, cuyo objetivo es evitar millones de muertes debidas a la polución. Se calcula que, cada año, la exposición a la contaminación del aire causa siete millones de muertes prematuras y provoca la pérdida de otros tantos más millones de años de vida saludable.
En los niños, esto podría suponer una reducción del crecimiento y las funciones pulmonares, infecciones respiratorias y agravamiento del asma. En los adultos, la cardiopatía isquémica y los accidentes cerebrovasculares son las causas más comunes de muerte prematura atribuible a la contaminación del aire exterior. También empieza a haber evidencia de otros efectos, como diabetes y enfermedades neurodegenerativas. Esto sitúa la carga de morbilidad atribuible a la contaminación del aire en el mismo nivel que otros importantes riesgos para la salud a nivel mundial, como la dieta malsana y el tabaquismo.
¿Qué es la contaminación atmosférica?
Tanto en los países desarrollados como en los que están en vías de desarrollo, la contaminación del aire representa un importante riesgo medioambiental para la salud. Se entiende por contaminación atmosférica la existencia de ciertos contaminantes en la atmósfera en proporciones que repercuten de manera negativa en la salud humana, el medio ambiente y el patrimonio cultural.
El origen de los contaminantes es tanto antropogénico, es decir, causado por la actividad humana, como natural, debido a erupciones volcánicas, incendios forestales y tormentas de arena.
La erupción volcánica, una causa natural de contaminación ambiental
Una causa natural de la contaminación ambiental son las erupciones volcánicas como la que estamos viviendo en la isla canaria de La Palma. En las erupciones volcánicas se liberan gases y sustancias tóxicas entre los que se encuentra el dióxido de azufre (SO2). Cuanta mayor cantidad de magma expulse el volcán, mayor será la concentración de gases expulsados.
Las altas concentraciones de SO2 pueden provocar irritaciones de las mucosas, lagrimeo e inflamación de las vías respiratorias que puede llegar a convertirse en bronquitis, alveolitis y neumolitis, según advierte la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR).
¿A todos nos afecta por igual la contaminación ambiental?
Imagen: Marcin
Aunque la contaminación del aire afecta a todo el mundo, no nos daña a todos en la misma medida y forma. En las zonas urbanas, por ejemplo, hay más personas expuestas. Los grupos más vulnerables son aquellos que padecen enfermedades cardiovasculares crónicas, las personas con patologías y alergias que afectan a las vías respiratorias, los ancianos y los bebés.
En palabras del doctor Hans Henri P. Kluge, director regional de la OMS para Europa, “el aire limpio debería ser un derecho humano fundamental y una condición necesaria para que las sociedades estén sanas y sean productivas. Sin embargo, a pesar de algunas mejoras en la calidad del aire en los últimos tres decenios, millones de personas siguen muriendo prematuramente, lo que afecta a menudo a las poblaciones más vulnerables y marginadas”.
¿Cómo protegernos de la contaminación del aire?
Para reducir el riesgo de exposición a estos gases invisibles, el doctor Michael Hernández, neumólogo de atención crítica afiliado con Baptist Hospital y South Miami Hospital (EE.UU.), recomienda poner atención al Índice de Calidad de Aire según la región geográfica donde se resida. “Si demuestra niveles altos, indicados de color naranja o rojo en el mapa, se deberían limitar las actividades en exteriores, especialmente aquellas como hacer ejercicio o trabajos que aumenten la respiración. En estos días es recomendable permanecer en espacios cerrados, pero si no fuera posible, se sugiere el uso de mascarillas para filtrar el aire que llegue a los pulmones”.
En el caso de la erupción volcánica, Germán Peces-Barba, jefe de Neumología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz (Madrid), comenta que para evitar el contacto con los gases tóxicos es recomendable no salir de casa y mantener las ventanas y puertas bien cerradas, evitando que el aire entre por ranuras. Además apunta, que al tratarse de gases, no hay ninguna mascarilla que pueda proteger contra ellos, aunque sí protegen de otras partículas como las cenizas.
La calidad del aire, un tema de salud pública
Abordar todos los factores de riesgo de las enfermedades no transmisibles —incluida la polución— es fundamental para proteger la salud pública. Pero la mayoría de las fuentes de contaminación del aire exterior están más allá del control de las personas, y requieren medidas por parte de los gobiernos. Pero ¿cuáles son estas políticas para reducir la polución ambiental? Según la Organización Mundial de la Salud, estas son algunas de las medidas que se pueden poner en marcha:
- Industria: utilización de tecnologías limpias que reduzcan las emisiones de chimeneas industriales; gestión mejorada de desechos urbanos y agrícolas, incluida la recuperación del gas metano de los vertederos como una alternativa a la incineración (para utilizarlo como biogás).
- Energía: garantizar el acceso a soluciones asequibles de energía doméstica limpia para cocinar, calentar y alumbrar.
- Transporte: adopción de métodos limpios de generación de electricidad; priorización del transporte urbano rápido, las sendas peatonales y de bicicletas en las ciudades, y el transporte interurbano de cargas y pasajeros por ferrocarril; y uso de vehículos pesados de motor diésel más limpios y vehículos y combustibles de bajas emisiones, especialmente combustibles con bajo contenido de azufre.
- Planificación urbana: mejora de la eficiencia energética de los edificios y concentración de las ciudades para lograr una mayor eficiencia.
- Generación de electricidad: aumento del empleo de combustibles de bajas emisiones y fuentes de energía renovable sin combustión (solar, eólica o hidroeléctrica); generación conjunta de calor y electricidad; y generación distribuida de energía (por ejemplo, generación de electricidad mediante redes pequeñas y paneles solares).
- Gestión de desechos municipales y agrícolas: estrategias de reducción, separación, reciclado y reutilización o reelaboración de desechos, así como métodos mejorados de gestión biológica de desechos tales como la digestión anaeróbica para producir biogás, mediante métodos viables y alternativas económicas en sustitución de la incineración de desechos sólidos. En casos en que la incineración sea inevitable, será crucial la utilización de tecnologías de combustión con rigurosos controles de emisión.
Además de la contaminación del aire exterior, el humo en interiores, dentro de los hogares, representa un grave riesgo para la salud de los 3.000 millones de personas que cocinan y calientan sus viviendas con combustibles de biomasa y carbón, sobre todo, en los países de ingresos bajos y medianos.
Si tienes dudas sobre tu salud pulmonar, consulta con un profesional sanitario. Fundación Lovexair cuenta con recursos online y gratuitos para brindar orientación y apoyo a las personas con problemas respiratorios.