Heredar ropa (y zapatos) de hermanos o primos mayores es una costumbre muy arraigada, y que alivia las economías domésticas. Sin embargo, con el calzado conviene tener cuidado, ya que un zapato no se adapta a todos lo pies y cada pie necesita una horma distinta. De hecho, un zapato heredado, en la mayoría de ocasiones, está deformado y desgastado tanto en la suela como en otras partes (talón, empeine, plantilla), al haber sido utilizado antes por otro niño. Y, como explicamos en este artículo, puede provocar futuros problemas en la espalda o las articulaciones de los pequeños, entre otras dolencias.
Por qué no heredar zapatos de otros niños
La morfología de cada pie, la manera de pisar, el desgaste de la suela por un lado más que por otro… Todo ello supone que, si otra persona utiliza ese zapato, podría sufrir diversas dolencias.
👞 De 0 a 3 años
Hay que tener en cuenta que el desarrollo correcto del pie en niños desde los 0 a los 3 años «es clave para el posterior desarrollo, influyendo en la columna vertebral«, explica Luis Espejo Antúnez, vicesecretario del Colegio de Fisioterapeutas de Extremadura. Por eso, salvo en los meses que van del nacimiento a los primeros pasos (cuando se usan patucos y zapatos blandos y suaves), ponerse zapatos heredados puede causar problemas en los pies. ¿Por qué? Hay varias causas:
- La adaptación realizada a la horma del zapato por un uso previo puede generar cambios en la forma en la que el pie se asienta en el suelo.
- También en el momento de la marcha, las fuerzas que recibe el pie por el propio apoyo a través del zapato pueden provocar alteraciones, en ocasiones relacionadas con síntomas inmediatos y otras en cambios «invisibles» que pudieran asociarse con adaptaciones a distancia, sobre el tobillo, la rodilla o la cadera en edades posteriores.
👞 Entre 4-6 años
Las alteraciones «comienzan a dilucidarse cuando el niño o la niña comienza a tener más actividad», señala Espejo, por lo que, a partir de los 4 años, al correr se puede observar lo que los padres denominan «meter los pies hacia dentro«.
👞 A partir de los 6-7 años
En esta edad, con una mayor actividad pueden aparecer otros problemas como apoyos irregulares, con molestias en la planta del pie, en las rodillas, etc.
Imagen: Norma Mortenson
¿Qué problemas puede causar usar zapatos heredados?
Utilizar zapatos de otro niño puede causar diversas y muy variadas dolencias, aunque «siempre como factor predisponente, nunca como única causa», advierte el experto.
Entre las afecciones se encuentran, desde las más simples a otras de mayor gravedad:
- Dolor de dedos de los pies.
- Al no coincidir la zona de los dedos, el crecimiento de las uñas se puede ver afectado y producirse uñas encarnadas (el extremo superior o el costado de una uña del pie ingresa en la carne blanda), que origina hinchazón, dolor, enrojecimiento…
- Laxitud ligamentosa: es decir, debilidad de los ligamentos, que puede traducirse en debilidad de las articulaciones.
- Deformidades en las tibias y lo que esto conlleva en las rodillas, que pueden desviarse hacia dentro (genu valgo) o hacia fuera (genu varo).
- Dolor de espalda en las edades infantiles y en la juventud.
- Desviaciones de la columna vertebral.
¿Hay zapatos que se pueden heredar?
Los zapatos cuyo uso hay sido puntual, como los utilizados el día de la primera comunión o para una celebración especial, sí pueden heredarse. Si no se han empleado más que dos o tres veces, no es fácil que hayan podido deformarse, por lo que pueden pasar de unos hermanos a otros. Eso sí, hay que asegurarse antes de lo siguiente:
- No tienen ninguna deformidad.
- No tienen pliegues en el empeine.
- No hay desgaste en puntera ni talón.
Lo que «desaconsejable por completo» es que se pasen de un niño a otro zapatos que se han usado en el día a día, zapatos «de mucho trote» como los del cole o las zapatillas de deporte. Y, sobre todo, los que tengan cierres tipo velcro, «ya que el velcro se desgasta y no sujetan igual que al principio, provocando que el zapato no sujete el pie como debería».
Tampoco es recomendable que los adultos hereden zapatos de otra persona. No obstante, en este caso “va a depender mucho del uso que le demos a ese calzado”. Así, es importante tener en cuenta tres factores:
- Número de veces que nos ponemos esos zapatos.
- Tiempo que los calzamos.
- Actividad que hagamos con ellos puestos. Por poner un ejemplo, explica el fisioterapeuta Luis Espejo, no es lo mismo calzar unos zapatos heredados de alguien con un pie plano o con un pie muy ancho, que utilizar ese calzado para hacer práctica deportiva de impacto y tracción, que usar un calzado prestado de alguien con un apoyo neutro y que lo use para estar por casa o para pasear.